Por: Lizette Aguirre Morlet

Y de pronto, la realidad se convirtió en una película de ciencia ficción, en donde no se saben bien las causas de los locos y terribles acontecimientos, pero sí las soluciones: un día sin humanos. Un respiro a la tierra que saque de circulación a los seres vivos que más dañan su propia casa.

Empresas que explotan los glaciares para vender su ‘purísima’ agua embotellándola como un lujoso producto. Empresas que queman ropa nueva para no venderla más barata. Empresas que vierten desechos tóxicos, basura y sus aguas residuales a los ríos y mares. Empresas que hacen fracking. Empresas o gobiernos, que retrasan políticas climáticas, de forzoso cumplimiento, pagando millones de dólares al año para que no apliquen. ¡¿Qué es esto?!

¡Los humanos se han vuelto locos!, dijo el planeta. No entienden que muchos recursos son finitos, destruyen las propias fuentes que se los dan, creen que el aire que respiran emana solo, devastan bosques y selvas, extinguen especies, toman sin regresar y encima, no comprenden su fragilidad.

Cuándo nos íbamos a imaginar que uno de los tantos virus que han aparecido en el mundo iba a controlar, desde su minúscula existencia, la circulación de la gente en las calles a tal grado, de ayudar con esto a limpiar con su ‘propia desaparición’ su planeta. No hagan nada, sólo no hagan nada ya, por favor. Métanse a sus casas, ensucien ahí si quieren, acaben con sus recursos, pero entiendan que yo, planeta, he vivido por miles de millones de años, ustedes no y además un microscópico virus puede acabar con ustedes.

Los humanos se metieron a sus casas y se limpiaron ríos y canales y el aire de las ciudades, bajaron los niveles de ciertos gases de efecto invernadero como los emitidos por los autos, bajó el nivel de consumismo de productos de único uso por ejemplo, las monedas perdieron valor obligando con ello a las personas a razonar su consumo y a ahorrar entendiendo así que sus bienes no son infinitos. Bueno, igual los del planeta, porque aunque muchos recursos son renovables, ha sido tal el grado de explotación, que ya no les permiten realizar su ciclo natural de renovación.

Además de la sobreexplotación de los recursos está el hecho de la enorme cantidad de desperdicios en los que terminan convirtiéndose estos recursos. Probablemente todos los problemas medioambientales están relacionados con los desechos, la gran mayoría del material que se extrae de la tierra, se transforma y al consumirse termina como desecho, flotando en ríos o mares, o contaminando el aire o el suelo, y aun así, seguimos extrayendo, consumiendo y contaminando. Por ello muchos ambientalistas proponen que la clave está en dejar de desperdiciar tanto y lograr llevar una economía circular, que ya por ende es sostenible, pues sólo así se dejará de extraer y producir de manera irracional. La economía circular busca modificar la economía global para evitar el desperdicio, recuperar la armonía con la naturaleza y generar prosperidad en un mundo de recursos finitos. Los Países Bajos, por ejemplo, han hecho el compromiso de volverse completamente circulares para 2050.

Un ejemplo para esto está en uno de los recursos que más se usa en muchas industrias, que es el cobre. Países como Alemania reciclan este producto por su gran capacidad de reutilización y porque, a diferencia del plástico, se puede reciclar indefinidamente y sin que pierda sus propiedades, es un material circular perfecto. Pero aun con todos los esfuerzos en su proceso de reciclado es insuficiente la cantidad, pues ‘las tecnologías que necesitamos para abandonar los combustibles fósiles requieren mucho cobre, por ejemplo una turbina eólica gigante utiliza alrededor de 30 toneladas de ese metal’, y sólo una parte se obtiene del reciclaje, lo demás se saca de las minas. Lo anterior, por citar sólo un ejemplo.

Tal vez casos como estos y experiencias como estas contingencias mundiales nos ayuden a entender la limitación de los recursos y tal vez ahora desde casa empecemos, por necesidad, a entender el cuidado que debemos tener de nuestros bienes y los del planeta, y que si en esta ocasión tuvimos esta lección microscópica, puede que después tengamos una no tan pequeña; por ello, aprendamos la lección.

Ya hemos visto con otros ejemplos cómo nuestro planeta siempre busca la manera de sobre vivir y darnos vida al mismo tiempo, ¿por qué los humanos nos empeñamos en lastimarlo o destruirlo?, ¿por qué necesitaríamos comprar una botella de agua de un glaciar descongelado?, ¿por qué necesitamos tanta ropa o cambiar de celular a cada rato?, ¿por qué no entendemos que todo está relacionado y todos estamos conectados? Nos dicen que nos metamos a nuestras casas para no agrandar el porcentaje de contagios, pues de igual manera entendamos que se produciría una espiral en positivo si empezamos todos a conectarnos y reproducir buenos hábitos como reducir el consumo, reciclar, reparar, donar, evitar consumir los plásticos de uso único y empezar a propagar la conciencia que debemos de tener todos de la importancia de la conexión que existe entre nosotros, para bien y para mal, y la importancia que tiene nuestra correcta conexión con el planeta.

La economía circular está inspirada en la naturaleza y tal vez esta fue la manera que tuvo de mostrarnos el camino como parte de la solución a tanta devastación e incluso enfermedad. Sonará exagerado, dijeran muchos; exagerado sería morirnos, dijeran otros.

Como el experimento que dice que la realidad no existe hasta que es observada, parece que todos necesitábamos ver para creer el daño que le hacemos al mundo y que nos hacemos a nosotros mismos si continuamos con estas prácticas excesivas y devastadoras. Si necesitábamos ver qué pasaba con un día sin mujeres, ahora veamos qué pasa sin varios días sin humanos, pues así como este tipo de virus son de escala planetaria, también lo es el cambio climático, sólo que tal vez como no habíamos observado esa realidad directamente, por ello no nos habíamos guardado para resguardar nuestra propia casa.

Que el tiempo nos sirva para aprender a remediar nuestros errores y a empezar a hacerlo esta vez mucho mejor, pues que un planeta gigante y hermoso nos dé otra oportunidad, significa todo.