El cancunense expondrá su campeonato en peso superpluma del Consejo Mundial de Boxeo el 20 de febrero

MÉXICO.- En noviembre de 2020, Miguel Berchelt pasó semanas terribles enfermo de Covid 19. Además de la angustia y el malestar físico, sufrió un periodo de convalecencia donde le fue imposible continuar su trabajo de entrenamiento; ese es el mayor de los estragos que considera sufrió con el virus y que hoy más lamenta. Sobre todo cuando prepara el combate ante Óscar Valdez el 20 de febrero, uno de los más esperados este año y que anticipa integrarse a la tradición de las grandes peleas explosivas entre mexicanos.

Berchelt expone su campeonato en peso superpluma del Consejo Mundial de Boxeo ante un ex monarca que ahora trabaja bajo la mirada del exitoso entrenador Eddy Reynoso, responsable de la carrera de Saúl Canelo Álvarez. La apuesta es doble, derrotar a un peleador mediático como Valdez y a su prestigiada esquina.

“Quiero ganarle a Óscar Valdez, por supuesto, pero también a Eddy, quien dicen es el mejor entrenador de la actualidad”, afirma Berchelt; “mi rival nunca ha enfrentado peleadores de mi nivel y es posible que yo pueda noquearlo y romperle de nuevo la mandíbula”.

El campeón no suele ser arrogante. Pero esta vez tuvo que sobreponerse a la desventaja que impuso la enfermedad. Recuperar la salud y la fuerza. Nada fácil ante un virus cuyas secuelas debilitan de manera considerable a quienes se contagian. “Me hubiera gustado que esta pelea llegara en mayo”, reconoce, “pero la oportunidad surgió así y hay que tomarla como venga”.

Esta contienda ha sido pospuesta por diversas razones, la más reciente por la suspensión de actividades que provocó la pandemia en Estados Unidos. La expectación es justificada, pues ambos peleadores han demostrado coraje y ambición en cada combate. Un cruce que parecía lógico y que consagra esa tradición de peleas estremecedoras entre mexicanos, con verdaderos hitos como las que protagonizaron Erik Morales-Marco Antonio Barrera, Israel Vázquez-Rafael Márquez, Lupe Pintor-Carlos Zárate y Rubén Olivares-Chucho Castillo.

“Esas exhibiciones están en la mente de los aficionados de México y Estados Unidos”, señala Berchelt; “hay grandes antecedentes y la gente espera que estemos a la altura. Es una tradición que cuando dos mexicanos pelean se calienta la sangre, todo es alarido. Yo soy un boxeador estilista, que piensa durante el combate, pero sé que voy a tener que fajarme. Esto no puede denominarse sino como guerra”. (La Jornada)