Roberto Hernández Guerra

En momentos en que los esfuerzos del gobierno de la 4 T se concentran en enfrentar la pandemia del coronavirus, ahora que arrecian los ataques en contra de las políticas de rescate de la rectoría del estado, cuando los “opositores” de todos los colores y sabores cierran filas,  un sector del “morenaje”, que se considera “los puros”, con sus dichos y hechos hacen un “flaco favor” al Presidente de la República generando división y caos en sus filas.

Pero veamos un ejemplo de que y a quien nos referimos: En sendas entrevistas “a modo”, en el periódico “El País” y en “Astillero Informa” por las redes sociales, el historiador Pedro Agustín Salmerón Sanginés se lanzó al ataque frontal.  En el rotativo español, calificó al Canciller Marcelo Ebrard como un “gran segundo de a bordo” pero que “como Capitán, daría un giro a la derecha”. Por otra parte, en la entrevista que le hiciera para “las benditas redes” Julio Hernández, señaló que ya había pedido a la Comisión de Honestidad y Justicia de Morena, que el Presidente del partido, Mario Delgado, fuera separado de su cargo por violentar los estatutos del mismo, al promover candidatos con antecedentes neoliberales.  Hay que aclarar que  acusó a este dirigente de estar al servicio de los intereses políticos del citado Sr. Ebrard.

“De buenas intenciones está empedrado el camino del infierno”, podría alguien suponer respecto de las posturas de aquellos, que como el historiador de marras, se dan “golpes de pecho” reclamando que se siga el camino que ellos consideran correcto; pero para los que piensan mal y no se equivocan en sus conjeturas, “el diablo metió la cola” en el intento de influir en una sucesión presidencial demasiado adelantada. Pero identifiquemos al vocero en turno  de esos intereses facciosos: el señor  Salmerón es conocido más que por sus libros, porque tuvo que renunciar a la dirección del Instituto de Investigaciones sobre las Revoluciones, por una declaración muy poco afortunada en las que se refirió como “valientes jóvenes”, a los integrantes de la “Liga Comunista 23 de Septiembre” que participaron en el intento de secuestro que culminó con la muerte de don Eugenio Garza Sada en los lejanos años de la “guerra sucia”.

Pero no debe extrañarnos estas actitudes facciosas. El mismo Presidente Juárez, al triunfo de las fuerzas liberales sobre los conservadores en la “guerra de los tres años”, se enfrentó a sus propios “puros”, que como los actuales solo causaban dolores de cabeza al mandatario. Nos comenta al respecto un historiador que “Dos fueron los principales problemas en la tarea de reconstrucción nacional: las constantes disputas entre los mismos liberales y la escasez de fondos para reactivar la economía del país” y pone como ejemplo de intransigencia el que “..los radicales se inconformaron con el gobierno de Juárez debido a que Isidro Días, antiguo ministro de Miramón, en vez de ser ejecutado fue simplemente sentenciado a cinco años de exilio”. Cabe señalar que las citas anteriores las encontramos en un libro del propio López Obrador titulado “El Poder en el Trópico”.

¿Pero que necesita Morena en estos momentos? Unidad, en vísperas de un trascendente proceso electoral, para ratificar el triunfo del año 2018. Apertura, para incluir en sus filas a los actores políticos de un amplio abanico de orígenes partidistas para ganar. Lo contrario equivaldría a “darse un tiro en el pie”, como se dice coloquialmente. El propio Andrés Manuel  ha sido muy claro al criticar a los dirigentes reales y formales de los partidos que impusieron el modelo neoliberal por 36 años, pero invitando a las bases y cuadros medios, a sumarse al proceso de transformación de la vida pública nacional.