LIZETTE AGUIRRE MORLET

Muchos hombres han escrito para nosotras. Musas en pedestales, inspiración en cuerpos y curvas, letras de poemas saliendo de besos, lágrimas y deseos convertidos en palabras, en versos desgarrados, declarando amores y seducciones.

¿Cómo es que muchos poetas y escritores, hombres y mujeres, han dedicando libros y poemas enteros a la grandeza de la mujer enamorados de su poder, y que la mayoría de nosotras no alcancemos a ver y disfrutar de ello y continuemos en una lucha contra nosotras mismas, contra nuestras congéneres y contra el propio poder femenino en individual y en colectivo que nos rodea y nos llena?

Si Dios fuera mujer la abrazaríamos para arrancarla de su lontananza y no habría que jurar hasta que la muerte nos separe ya que sería inmortal por antonomasia y en vez de transmitirnos sida o pánico, nos contagiaría su inmortalidad” … “Si Dios fuera Mujer” de Mario Benedetti.

Nada mejor para cantar la vida, y aun para dar sonrisa a la muerte, que la áurea copa en donde Venus vierte la esencia azul de su viña encendida.”… “Balada en honor de las musas de carne y hueso” de Rubén Darío.

¿En perseguirme, mundo, qué interesas? ¿En qué te ofendo, cuando sólo intento poner bellezas en mi entendimiento y no mi entendimiento en las bellezas?”… “Quéjase de la suerte” de Sor Juana.

Si yo te odiara, mi odio te daría en las palabras, rotundo y seguro; pero te amo y mi amor no se confía a este hablar de los hombre, tan oscuro.”… “El amor que calla” de Gabriela Mistral.

¿A qué le escriben ellos y a qué le escribimos nosotras, las mujeres, que no alcanzamos a ver la belleza en nuestras curvas que a ellos embelesan y que a nosotras nos avergüenzan? A qué le escribimos si nuestro andar hay que cuidar y nuestra belleza hay que tapar. A qué le escribimos cuando logramos algo y no lo celebramos. A qué le escribimos, si la envidia gana y la poca fe engaña.

No sigamos mujeres contra nosotras mismas, que suficiente tenemos con defendernos del machismo y a veces hasta del feminismo. Busquemos el abrazo y el aplauso propio y sigamos el camino para el que fuimos creadas. Respetemos la emancipación de otras, respetemos el aplauso para otras. Celebremos el triunfo propio y el de otras. Apoyemos, como podamos, a las otras que libran batallas más duras. No volteemos la mirada a realidades que ‘no son nuestras’ cuando sus miradas no encuentran más que a nuestros ojos.

Otro poema que me encanta se llama “Mujeres de mi generación” del chileno Luis Sepúlveda.

Las mujeres de mi generación abrieron sus pétalos rebeldes de rosas, camelias, orquídeas y otras yerbas, de saloncitos tristes, de casitas burguesas, de costumbres añejas, sino de yuyos peregrinos entre vientos. Porque las mujeres de mi generación florecieron en las calles, en las fábricas, se hicieron hilanderas de sueños, en el sindicato organizaron el amor según sus sabios criterios.”…

Es un poema maravilloso donde este autor nos da su visión, con toda su admiración, de cómo se formó esa generación de mujeres que él vio crecer, ser y trascender, entre besos y guerrillas, entre rebeldías y aprendizajes y que forjaron naciones aun si las llamaban putas, compañeras, artesanas o tenientes.

¿Qué poema podríamos escribir nosotros a las mujeres de nuestra generación? Qué poema te escribirías a ti misma, a tu hermana o a tu hija. A estas mujeres que nos hemos hecho en escuelas, en fábricas, en calles, en empresas, en viajes, en casas, en campos; entre sabanas y entre piedras, entre laureles y entre escombros, pero también en escondites y lágrimas privadas, en metas logradas, en cimas conquistadas y en amores o dolores. Mujeres que callan más, a veces, por el ataque de otras o por la poca unión de género, que por el ataque de hombres necios. Mujeres que han muerto por el ataque de hombres necios o que han sobrevivido a violaciones y burkas, a ácido y a ablación, a golpes y culpas.

Mujeres que también han forjado naciones y que son ejemplo para todas, mujeres que aprendieron y que enseñan, mujeres que respetan y aman. Mujeres, amigas, amantes, esposas, hermanas, putas y generalas, que importa, son mujeres de nuestra generación.

Qué letras es mejor escribir en las memorias de nuestras historias, que sangres enjugadas a solas tiradas porque la vecina vio pero no vio. Qué palabras es mejor gritar y no callar por ella, por ti, por mí y dar juntas la batalla cuando fuera necesario, generación de lucha callada y egoísta individualismo. Qué poemas escribiremos en nombre de esta generación y para mujeres que van codo a codo con nosotros buscando su emancipación o buscando su sobrevivencia, sabiendo que unas llegan y otras no, pero que estamos, queriendo o no, unidas en esta misma herencia.

Me emocionaba pertenecer a la generación que iba a lograr un cambio con el paro nacional o con marchas de unión. Algún triunfo se logró pero el estigma permanece y solas desaparecen y solas se defienden y solas permanecen.

Si tan solo supiéramos lo fuerte y poderosa que es la red a la que pertenecemos, esta red de lo femenino que nos da la raíz y la fuerza, el poder y la esperanza. Si tan solo nos abriéramos y nos arriesgáramos a no lastimarnos entre nosotras, si tan solo nos entendamos como una y no golpeásemos, y con ojos cerrados vivas y dejes vivir. No juzgues, no critiques, no te diviertas burlándote de la otra, no cierres caminos envidiando, no te detengas a dañar, no te aproveches de la otra, no sientas lástima de la otra y mejor da tu energía femenina que eres parte de esto.

De qué nos sirve la desunión si pertenecemos, aunque ataquemos, aunque no apoyemos, aunque no veamos o aunque odiemos, a esta generación.

¿Ves que fuerte pisas cuando tu madre o tu hermana van contigo? ¿Ves que fuerte pisas cuando una amiga va contigo? Has poema de tu generación porque perteneces a él. Créele a tu hija, créele a tu amiga, créele a tu vecina.

Algunos de los poemas que Sor Juana escribió fueron dolidas palabras a las propias mujeres que la juzgaban y criticaban. Mientras los hombres adoraban y escribían a nuestros muslos y corazones, mujeres del mundo entero han escrito a otras en suplica de unión, de amor propio, de lucha en defensa del ser, de despertar a ser y dejar ser a nosotras mismas y a las demás. Mientras peleamos entre nosotras, nos violan o nos adoran y la historia se escribe. ¿Qué poemas y palabras dejaremos plasmadas en la historia para nuestras hijas y las hijas de nuestras hijas?

IN’LAK’ECH Mujeres Sanando