Es verdad que los cubrebocas funcionan mejor cuando todos los usan. Eso se debe a que la mascarilla que lleva una persona infectada detiene la propagación viral en su origen, al atrapar un gran porcentaje de las partículas infecciosas exhaladas. Así habría menos partículas virales flotando por el ambiente y cualquier partícula que logre escapar posiblemente sería bloqueada por las mascarillas de las otras personas.

Pero también hay suficiente evidencia que muestra que protegen a quienes los usan incluso cuando los demás van con el rostro descubierto. La cantidad de protección depende de la calidad de la mascarilla y de su ajuste. Durante un brote en un hotel en Suiza, por ejemplo, varios empleados y un huésped dieron positivo al coronavirus, aunque ninguno de los que llevaban cubrebocas se infectó.

Al revisar diversos estudios, surge una amplia variación en la cantidad de protección registrada para distintos tipos de mascarillas, dependiendo del arreglo del experimento, el tipo de material del cubrebocas y las métricas empleadas para comparar partículas infecciosas, pero la conclusión de todos es que el cubrebocas protege a quien lo usa. (The New York Times)