LONDRES.- Courtney Whithirn, una joven inglesa de 20 años de edad, jamás pensó que su
costumbre de morder las uñas, desarrollada como consecuencia de haber padecido bullying,
terminaría poniendo en riesgo su vida y una parte de su cuerpo. Al cabo de pocos meses su
pulgar derecho comenzó a ponerse negro; según los médicos, su hábito contribuyó a
desarrollar un cáncer de piel que los obligó finalmente, luego de intentar con un injerto de
piel, a amputarle el dedo.