Primera y hasta ahora única mujer en dirigir el PAN en Quintana Roo, exdiputada local y federal, en autoimpuesto año sabático desde la ciudad de Mérida tras sentirse desplazada del partido que contribuyó a hacer crecer, deplora que en todos los institutos políticos se generalicen los “cochupos”, en medio del desencanto ciudadano

JENNIFER AGUILERA

Soy originaria de la hermosa ciudad de Mérida y justo mi año sabático se juntó con la pandemia, así que tengo un doble descanso que decidí hacer en la ciudad blanca, lo cual agradezco mucho; no salgo ni a hacer las compras del supermercado, todo me lo traen a mi casa, en verdad me cuido del coronavirus, no cabe duda que sólo Dios sabe por qué hace las cosas.

Patricia Sanchez Carrillo

Nací el 27 de marzo de 1952, me gusta que me digan Patricia o Pat, que en la lengua maya significa crear o inventar, una palabra que me encanta, además de que estoy muy orgullosa de mis raíces. Mi infancia y juventud las vivo en la blanca Mérida y soy muy apegada a mi madre; a ella le interesaba mucho la política, siempre estaba informada, fue militante del Partido Acción Nacional y tenía muy buenas amistades políticas. Entre ellas recuerdo muy bien a Víctor Manuel Correa Rachó, el primer alcalde panista de mi ciudad natal y su esposa, Sarita Mena.

Mi padre no demostraba tanto interés en la política; sin embargo, apoyaba a mi madre. Ellos tuvieron cuatro hijos y yo soy la tercera, éramos dos mujeres y dos varones, pero mi hermana mayor falleció cuando era muy joven, tal vez por eso me volví más apegada a mi madre, además que recuerdo que también me apasionaban los temas de política.

La universidad la estudié en la Autónoma de Yucatán y soy egresada como abogada. Para 1983 me fui a radicar a la capital de Quintana Roo, a donde llegué con empleo, contratada por la empresa Avon Cosmetics México como consejera de ventas, y al poco tiempo amigos de la universidad que radicaban en Chetumal me invitaron a laborar en la Junta Federal de Conciliación y Arbitraje. Fue una época muy provechosa, de gran aprendizaje.

Al año de radicar en Chetumal decidí visitar Cancún, además porque sale una nueva propuesta de trabajo en el Banco de Crédito Rural como abogada interna, y un año después tomé la decisión de emprender y poner mi propio despacho; me fue muy bien, con un gran desarrollo profesional y lo ha mantenido por más de 20 años.

Ya radicando en Cancún hice muy buenos amigos en el ámbito profesional, sin embargo me hacía falta esa motivación política, hasta que un día por casualidad pregunté en un domicilio dónde se ubicaba Cablevisión, y por coincidencia ese lugar era la casa de Enrique Hernández, en donde había una reunión del PAN, fui invitada a incorporarme al partido y me seguí por muchos años más.

Me vuelvo muy amiga de los panistas, de Enrique Hernández Quinto y de Raúl Durán Reveles, cómo olvidarlos ya que es algo muy triste para la historia del estado: Enrique era senador cuando falleció; su suplente Raúl Durán asume el cargo y a los tres meses también muere, y Quintana Roo se queda sin una representación federal desde 1996 hasta el 2000.

Ya trabajando en las filas del partido formé parte del comité municipal, después fui parte de una cartera a nivel estatal de capacitación y formación; posteriormente me sumaron a la campaña de Vicente Fox y fui la organizadora de dos eventos masivos, uno con la militancia y otro con la sociedad, que resultaron ser de los más exitosos a nivel nacional, tanto que el Comité Ejecutivo Nacional hizo una selección de los 14 mejores eventos durante la campaña de Fox y fui una de las elegidas para realizar un viaje a Alemania y conocer la fundación Konrad-Adenauer-Stiftunge (KAS), la cual es una fundación política alemana que apoya la unificación europea, que te enseña cómo la población de Alemania vivió todo el proceso de guerra, la autoayuda a tantas mujeres que se quedaron solas, fue un viaje muy inspirador y gratificante.

Después de aquel viaje regresé muy motivada, así que mi próxima meta fue buscar la presidencia del partido. No fue tarea fácil, había mucho viento en contra; sin embargo lo logré porque tuve coraje, determinación, no claudiqué y convencí a mis compañeros. Fui la primera –y hasta hoy la única– mujer en presidir el PAN en Quintana Roo, del 2002 al 2005.

Ya con todas las pilas en la política me encarrilé: fui diputada local, y competí para la presidencia municipal de Benito Juárez. En la contienda estaban Greg Sánchez, Víctor Viveros y Baltasar Tuyub, no gané, quedé como regidora y en ese entonces el gobernador Félix González Canto me invitó a colaborar en su gobierno ocupando el cargo de subprocuradora, al que renuncié para ser diputada local en el 2011.

Después me fui a la diputación federal del 2015 al 2018 y busqué ser senadora; sin embargo, dentro del partido me topé con varias puertas cerradas de gente que pensaba que era el momento de Mayuli Martínez Simón, yo opinaba que en razón de mi experiencia y mi carrera política y muchas otras cosas más, en especial por ser el Senado, era la indicada para ser la representante popular del PAN.

Me quedó claro que no existía una simpatía hacia mi candidatura, por lo que decidí no pelear y concluir mi año de servicio como diputada, y es que en estos últimos años he visto una política degradada en todos los partidos. Sólo hay “cochupos” y no sólo es culpa de los políticos; la sociedad dentro de su hartazgo ha dejado que esto continúe, porque no exige que cumplan con sus obligaciones y siento que la pandemia nos ha distanciado aun más, se puede ver en las mismas filas del PAN.

Así que ahora estoy en un momento de mi vida donde aprecio las cosas sencillas y simples, como leer, escribir, pintar, hacer ejercicio, disfrutar un atardecer a mis seis perros, hasta cocinar, algo que pensé que nunca iba hacer y ahora me doy cuenta que tengo una excelente sazón y no porque yo lo diga, mis amistades lo disfrutan mucho y me lo dicen, lo más solicitado son mis comidas árabes.

Además he tenido tiempo de visitar a mis hermanos, tías, primos, amigos, las tumbas de mis padres y mi hermana, así que me ha quedado clara la capacidad que tengo para hacer muchas cosas y me da mucho gusto lo que ahora vivo; en su momento no lo aprecié, de hecho he de confesar que un principio me desgarró el corazón que no me tomaran en cuenta para la senaduría, tal vez fue por mi edad, no lo sé.

Ahora sólo puedo decir que no hay mal que por bien no venga, soy una hija muy bendecida de Dios, hoy tengo una gran sonrisa en los labios, porque la vida es un suspiro y se tiene que disfrutar, como me dice un gran amigo: “nosotros, Pat, no tenemos futuro, tenemos pasado”, es una frase que me gusta, aunque sé que todavía tengo presente y que puedo apoyar para una mejor formación del futuro.