Pionera de Cancún, tras destacar en el ámbito empresarial, hace más de dos décadas decidió emprender un nuevo camino en la política y la administración pública, decidida a contribuir en la solución de las problemáticas del estado que convirtió en su hogar desde 1970

JENNIFER AGUILERA

Soy una mujer muy bendecida, como todos aquellos que tuvimos la oportunidad de llegar en la época de los 70 a Cancún, lo conocimos con una belleza natural increíble y hoy extraño muchas cosas ese tiempo, nos sentíamos como integrantes de una gran familia a quienes las circunstancias de la vida nos brindaron la oportunidad de fincar una gran ciudad llamada Cancún.

Yo llegué al Caribe mexicano en 1970, para ser exacta venía de luna de miel a Isla Mujeres, y quedamos tan encantados del lugar que ya no regresamos, me adapté muy rápido y en ese entonces ya escuchábamos que en la zona continental tenían el proyecto de construir una ciudad, pero jamás me imaginé el crecimiento tan grande que tendría, ya que en esa época sólo había campamentos de trabajadores.

Nací en la Ciudad de México, soy la hija menor de varios hermanos varones, somos una familia muégano: todo giraba alrededor de mis padres, y desde la época de mi abuelo, en 1916 ya tenía la familia una agencia aduanal en Veracruz, después mi padre y también mis hermanos, era una profesión que a mí me encantaba, se trataba de algo que llevaba en el ADN; sin embargo, a mi padre le parecía que era una profesión solo para hombres, así que no me dejó estudiar comercio exterior y aduanas y cursé la carrera de arquitectura en la UNAM.

Para cuando llegué a Isla Mujeres con mi esposo ya podía trabajar en lo que me apasionaba, así que en 1978 abrí la primera agencia aduanal en la zona norte de Quintana Roo, en 1989 la comercializadora Conher, en 1992 la consolidadora de carga en Miami, Florida y en 1995 el primer depósito fiscal.

La verdad es que Dios me presentó las oportunidades y yo tenía mucha ilusión de emprender y crecer como empresaria, conocía muy bien el negocio familiar del comercio exterior, lo cual me facilitó la entrada a Quintana Roo. Ya existían tres agencias aduanales, todas en la zona sur del estado, así que tuve la primera en la zona norte, como todos los que emprendemos nos enfrentamos a adversidades, pero con trabajo y empeño es posible salir adelante.

Pablo, mi esposo, me apoyó en cada aventura y yo a él, ya que la decisión de quedarnos a vivir en Isla Mujeres después de la luna de miel en realidad fue de él y uno en esa época hacía lo que el marido decidía, aunque a mí siempre me encantó la idea. A los que no les agradó nada fue a mis padres, pues como dije éramos una familia muégano y yo la hija más pequeña, ya hasta nos habían regalado un departamento para cuando regresamos de la luna de miel, en realidad regresamos después de un año de casados, visitamos a la familia, abrimos los regalos de boda, conocimos el departamento y nos fuimos de vuelta a Isla Mujeres.

El Caribe mexicano es un entorno maravilloso que te atrapa y te invita a quedarte, tanto que a Quintana Roo yo ya le aporté dos generaciones: mis hijos, Brenda y Piero, y mis nietos, Daniel y Paulina. Mi hija es isleña y mi hijo y nietos cancunenses, por lo tanto, mi tarea está hecha, ya que mucho del éxito de este destino turístico es su gente.

Además de ser pionera en Cancún, en 1995 fui también la primera mujer a nivel nacional en ser presidenta de la Confederación Patronal de la República Mexicana (Coparmex) en un estado, fue un gran reto que logré sacar adelante gracias al grupo de 40 afiliados que también son un gran talento y expertos en sus profesiones, y antes de ese cargo ya había sido fundadora y presidenta de la Asociación de Agentes Aduanales en Quintana Roo.

La vida siempre me ha puesto diversas pruebas, pues sabe que soy capaz de superarlas, es una manera de dejar huella en mi paso por la tierra, a lo que se suma la situación de ser mujer, lo que vuelve todo un poco más difícil ya que tienes que demostrar que sí puedes con esa encomienda, y no con afán de arrogancia sino con toda la humildad, demostrando que el género no es una limitante.

De la IP a la política

Después de dos años de estar al frente de la Coparmex, se acercaron a mí representantes de dos partidos políticos que me invitaron a competir para la presidencia municipal de manera externa, propuesta que al principio me pareció una locura, ya que era muy crítica del gobierno y siempre lo externaba, además de tener encima las tareas de ser madre, ama de casa y empresaria.

Hasta que en un viaje a la Ciudad de México alguien me dijo: ‘cuándo vas a brincar al ruedo, si tanto criticas al gobierno es necesario que estés en el lugar donde se toman las decisiones para mejorar las cosas, lo que hagas desde afuera no va a trascender en nada’.

De tal forma que decidí contender para la presidencia municipal de Benito Juárez y me convertí en regidora por un año y medio, durante ese tiempo promoví entre los jóvenes de la Universidad Tecnológica de Cancún el emprendimiento por medio de la incubadora de negocios.

En el año 2000 se me brindó el primer espacio de la tercera circunscripción para ser diputada federal, en ese tiempo recuerdo que estudiaba las leyes todos los días, con el afán de ayudar en la transformación del país.

En el 2012 asumí el cargo de delegada de la Secretaría de Desarrollo Social (Sedesol); años antes, siendo diputada federal ya había tenido la oportunidad de trabajar de la mano con Carlos Joaquín González, quien era presidente municipal de Solidaridad y con quien logré bajar diversos recursos económicos en favor de ese municipio, a la par decidí terminar con las compañías al sentirme consolidada como empresaria y dedicar mi tiempo a la gestión pública.

Violencia intrafamiliar, problema creciente

En la actualidad tengo el cargo de la representación del Gobierno del Estado en la zona desde Tulum hasta Lázaro Cárdenas, y soy encargada de la Unidad de Alerta de Género como enlace de la Comisión Nacional para Prevenir y Erradicar la Violencia contra las Mujeres (Conavim), ambas tareas que tengo que sacar adelante.

De hecho, con motivo del confinamiento por la pandemia del coronavirus (COVID-19), la violencia en los hogares se elevó; cabe destacar que uno de los problemas más severos en la península de Yucatán el consumo de cerveza, tanto que ocupamos el primer lugar a nivel mundial de ingesta de alcohol, lo cual es un generador de violencia en las viviendas, cuando el jefe de familia se gasta todo el dinero en comprar alcohol.

A eso se suma el aislamiento en casas con superficies demasiado reducidas, lo que causa fricciones entre los miembros de la familia por el hecho de no contar con su propio espacio, complicando la vida en el hogar, es muy lamentable que se hayan permitido ese tipo de construcciones.

Sin embargo, la situación de la violencia en los hogares en contra de las mujeres e hijos no es exclusiva de Quintana Roo: existen otras entidades del país con la misma problemática, como Veracruz, Tabasco y la Ciudad de México, mucho de lo negativo de las personas sale al estar encerrados y no contar con una rutina de todas sus actividades.

De manera afortunada ya existe más confianza de las mujeres en las instituciones, para denunciar por medio del número de emergencia 911 las situaciones de violencia de las que son víctimas. Además, la ley de acceso a una vida libre de violencia se logró aterrizar en esta administración, lo que permite contar con leyes de protocolos de actuación, lo cual es un gran avance, ya que en el gobierno anterior no se hizo nada.

Ahora se cuenta con mecanismos de prevención y actuación que obligan la alerta de género, a estar actualizados en todos los municipios y en el Estado, además de avances muy sustantivos, como contar con un refugio, un albergue y el protocolo Alba, en el cual participan los tres niveles del gobierno.

Para finalizar me gustaría decirle a la población que debemos amar mucho esta tierra, sentirnos orgullosos de radicar en este destino turístico, el cual es un lugar de éxito que nos brindó una nueva oportunidad de desarrollarnos en el tema económico, profesional y hasta en la vida personal, con una cancha pareja para todos los pioneros.