La solicitud de los nueve gobernadores opositores, de que el Dr. Hugo López Gatell sea sustituido de sus funciones, no sería digna de comentar si no es por las referencias anecdóticas que al respecto se pueden hacer. El hecho en sí no tiene trascendencia, porque aparte de pretender ser una cortina de humo para esconder los problemas que afrontan en sus respectivas entidades, es solamente una aportación grupal a los ataques al proyecto de nación del Presidente de la República, por cierto “balas de salva” o “fuegos fatuos” por su poca efectividad.

En momentos en que se espera el desenlace de las confesiones de Emilio N, como lo citan en los medios de información, y que al parecer embarrará a algunos de ellos por recibir sobornos para aprobar la llamada “reforma energética”, distraer a la opinión pública no es mala idea.

Pero antes de entrar a lo anecdótico, histórico, psicológico y ético, que de todo esto podemos hacer referencia, debemos hacer una aclaración. El Dr. López Gatell no es el responsable de enfrentar la pandemia del COVID 19, sino vocero de las instancias responsables de la salud en México: Presidente de la República, Secretaría de Salud, Consejo Nacional de Salud y Gobernadores de los estados. Por lo tanto y sin demérito a su capacidad científica, el citado galeno viene a ser en este caso únicamente el “mensajero”.

Pero vayamos al tema que nos interesa.

Es recurrente en la historia de los conflictos bélicos y muchas veces mencionado en la literatura, que cuando un soberano recibía noticias funestas del frente de batalla, lo primero que ordenaba era “matar al mensajero” de las malas nuevas.

El historiador de origen griego, Plutarco, nos da la primera referencia en su obra “Vidas Paralelas”, refiriendo que el tirano Tigranes le cortó la cabeza a quien le llevó la noticia de la llegada triunfal de su enemigo Lúculo. Cabe señalar que, como los gobernadores de la “novena” citada, Tigranes se sentó inactivo mientras la calamidad crecía a su alrededor.

Otra referencia histórica es la de Boabdil, quien fuera Rey de Granada en la península española, al recibir la noticia de la “caída” de la ciudad de Alhama en el año 1482, quemó la carta en la que le informaban y mató al mensajero. Es el mismo personaje que, según la tradición, cuando perdió su reino y derramó lágrimas al verlo a la lejanía, recibió el reclamo de su madre que le dijera “no llores como mujer lo que no supiste defender como hombre”. Claro que eran otros tiempos, ahora la bravura no distingue sexos.

Referencias literarias al “no mates al mensajero”, vienen en Shakespeare en sus obras “Enrique IV” y “Antonio y Cleopatra”, así como en la “Antígona” de Sófocles, sirviendo como consejo precautorios a los gobernantes reales.

También podemos mencionar la opinión de Sigmund Freud, quien en su “Metapsicología” considera el “matar al mensajero”, figurativa y literalmente, como una defensa del “yo” para enfrentar lo insoportable.

Por último, pero no lo menos importante, es considerar los referidos y constantes reclamos al Dr. López Gatell por parte de los “nueve” y de muchos medios de información, como lo que se conoce en lógica como un “argumento ad hominen” (del latín “contra el hombre”), que consiste en dar por sentada la falsedad de una afirmación, tomando como argumento quien es el emisor de la misma. De lo que se deduce, que desacreditando al vocero oficial, se desacredita a la política de salud y al responsable en primer grado, el jefe de Estado.