Roberto Hernández Guerra

Poco les duró el gusto a los adversarios del presidente López Obrador, aquellos que festinaban lo que consideraban “duras derrotas para un hombre que no acepta que nadie le diga que no y menos que abollen su proyecto de Gobierno”. Deben haber vuelto ya al mundo de la realidad, procedentes de esa realidad virtual que ellos y los medios de información a su servicio han creado.

El que la Suprema Corte de Justicia de la Nación (SCJN) declare inconstitucional la restricción a que funcionarios de alto nivel, ocupen cargos en el sector privado en actividades relacionadas con su desempeño anterior, es una victoria pírrica para los opositores, que nos recuerda la inmoralidad de Zedillo, Calderón y Georgina Kesell, quienes terminaron de empleados de las empresas extranjeras a las que sirvieron con generosidad. De igual manera, el que el ocupante del Palacio Nacional no pueda disponer de los ahorros logrados para destinarlos a sus proyectos sociales y tenga que ser la Cámara de Diputados la que autorice el nuevo destino, tampoco parece ser de gran preocupación, dada la mayoría del bloque de la 4 T.

Pero más importante para los “conservadores”, hubiera sido que la Ley de la Industria Eléctrica (LIE) impulsada por AMLO y aprobada en el Congreso, fuera declarada inconstitucional; pero el “hubiera” no existe en la política. Era para ellos la “muerte” de la reforma constitucional relativa a la industria eléctrica, la de la Comisión Federal de Electricidad (CFE), la del proyecto de transformación del presidente; en fin, la muerte de las esperanzas de quienes consideran que el interés nacional debe estar por encima del interés privado. Pero que creen, “el gozo se fue al pozo” al no obtenerse la votación suficiente en el Pleno de la SCJN.

A quienes disfrutaban por adelantado con los epitafios anticipados de presuntas defunciones, les podemos decir sin equivocarnos: “los muertos que vos matáis, gozan de buena salud”. Cabe señalar que esta paradoja se encuentra en una escena de la comedia francesa  “El Mentiroso”, escrita en 1643 por Pierre Corneille;  en ella el personaje principal  le cuenta a su criado que había matado a su rival de amores Alcippe, y de pronto éste último aparece anunciando su próxima boda con la disputada Clarice ante lo cual el sirviente lanza dicha exclamación.  Desde luego que en la comparación entre mentirosos, el de la citada comedia se empequeñece ante los nuestros.

El que la LIE no haya sido declarada inconstitucional significa la posibilidad de rescatar a la CFE de su debacle, la que parecía ser, empleando el título de una novela de García Márquez,  la  “crónica de una muerte anunciada” por los neoliberales. A final de cuentas, la propuesta de reforma constitucional del presidente obedeció a los reclamos de sus opositores ante el máximo tribunal de justicia, por lo que ahora resulta intrascendente.

De los resultados de la votación ya se ha publicado lo suficiente. Aquí queremos hacer énfasis en dos votos al parecer paradójicos. Entre los ministros que  se inclinaron por defender los intereses de las empresas privadas se encuentra Margarita Ríos, quien accedió a la Corte como propuesta de López Obrador pero ligada a los intereses de Alfonso Romo y del sector empresarial. Por contrapartida, el voto de Alfredo Gutiérrez Ortiz Mena, nieto de quien fuera Secretario de Hacienda cuando se nacionalizó la industria eléctrica y que fuera una propuesta para la Corte del presidente Calderón, fue decisivo en la defensa de la rectoría del estado en la materia. Este ministro acompañó su voto con la opinión de que “el artículo 27, fracción VI de la Constitución, define al servicio público de electricidad como una actividad exclusiva del Estado y que por tanto el legislador puede definir libremente el modelo a seguir para garantizarlo”.

Para finalizar queremos hacerles una observación a los adversarios de López Obrador, que van de tropiezo en tropiezo y como dicen en el argot boxístico “sin encontrar su esquina”; les falta seguir la recomendación de Sun Tzu en “El Arte de la Guerra” y que el tabasqueño sigue fielmente, “conoce a tu enemigo, y sobre todo conócete a ti mismo y serás invencible”.