El aplazamiento de los Juegos Olímpicos de Tokio afectó de manera indirecta la aplicación de controles en todo el mundo

Con las restricciones de viajes, la crisis sanitaria complica los test antidopaje a medida que se acercan los Juegos Olímpicos de Tokio, lo que constituye un condicionante a tener muy en cuenta en la caza de los tramposos.

“El COVID-19 es una variable suplementaria, pero los controles son ya muy complejos”, dice Fabien Ohl, sociólogo del deporte en la Universidad de Lausana (Suiza).

Desde hace más de un año, el mundo del deporte y los responsables de la lucha antidopaje viven al ritmo de la pandemia: primeras alertas en China en enero de 2020, parálisis generalizada poco más tarde y después reanudación paulatina de las competiciones desde mediados del año pasado, con restricciones variables entre países.

“Hacemos test en unos 50 deportes casi en todo el mundo, así que logísticamente es una pesadilla”, explica Benjamin Cohen, secretario general de la Agencia Internacional de Controles (ACI o ITA), que conduce entre otros el programa antidopaje del Comité Olímpico Internacional (COI).

Después de haber puesto en marcha una batería de precauciones desde hace un año, “el departamento de controles tiene actualizada la lista de medidas nacionales para integrar, por ejemplo, la dificultad de reunir las muestras sanguíneas en algunos países por las reglas de distanciación”, precisa el responsable.

Las restricciones sanitarias “superan todo lo que habíamos previsto”, afirmó Travis Tygart, patrón de la Agencia Estadounidense Antidopaje (USADA), citando el caso de uno de sus controladores, que viajó a Dubái y tuvo que someterse a una cuarentena en el hotel antes de poder hacer su trabajo.

Una red amplia

El papel de las agencias antidopaje nacionales dentro de sus fronteras se ha visto forzosamente reforzado, pese a que hay grandes diferencias en la dotación de medios y pese a la integridad variable que puede existir, como atestigua el caso del escándalo ruso.

Una dificultad añadida es el aplazamiento de algunas pruebas de clasificación, lo que prolonga la incertidumbre sobre los participantes en los Juegos Olímpicos e impide restringir la vigilancia a ciertos deportistas.

“La idea es tener una red amplia antes y, a medida que se aproximen los Juegos Olímpicos, la lista larga se convierta en una lista corta. Comenzaremos a conocer el nombre de los que van”, detalla Olivier Niggli, director general de la Agencia Mundial Antidopaje (AMA).

Ya antes de la crisis sanitaria habían quedado patentes los límites entre la tasa de controles positivos (de 1 a 2%, según los informes anuales de la AMA) y los estudios de prevalencia, que muestran un nivel de trampas diez veces más elevado.

Algoritmos y denuncias

Para reducir esa distancia en los datos, la lucha antidopaje se ha desarrollado en dos direcciones complementarias: reforzando su análisis de datos y abriendo la puerta a los testigos anónimos y a los arrepentidos.

“Vamos a continuar tratando las informaciones, rastreando las ubicaciones y vigilando la masa de datos a nuestro disposición, especialmente el pasaporte biológico”, resumía en marzo del año pasado Nicole Sapstead, presidenta del antidopaje británico.

Aprobado desde 2008 en el ciclismo y desde 2011 en el atletismo, el pasaporte biológico permite una vigilancia a largo plazo de los deportistas, indiferente de las restricciones sanitarias.

“La clave va a estar en la inteligencia artificial y en la automatización” que trate la montaña de datos fisiológicos, vaticina Benjamin Cohen, secretario general de la Agencia Internacional de Controles (ITA), organismo que desarrolla además “un pasaporte de rendimiento” junto a dos universidades británicas.

De manera paralela, la Agencia Mundial Antidopaje lanzó en 2017 “Speak Up!” (¡Rompe el silencio!), una plataforma anónima destinada a favorecer las denuncias de irregularidades.

Numerosos actores de la lucha antidopaje han seguido esa línea, desde la Unidad de Integridad del Atletismo a las agencias antidopaje de Francia y Alemania, pasando por la ITA, que puso en línea en febrero una plataforma con ese mismo fin.