CLAUDIO OBREGÓN CLAIRIN

En su ensayo “El problema del chamanismo”, el filósofo rumano Mircea Eliade plantea que en las culturas de Oriente, India y China existe la tradición de observar “al centro y a un eje del mundo” como sagrados espacios, a través de los cuales los chamanes realizaban la ruptura del tiempo, del espacio y viajaban por regiones cósmicas; en ocasiones se ubica a ese vaso comunicante en una montaña, en otras es representado por un tubo energético por el que los chamanes, además de ascender al cielo, descendían al inframundo.

El Árbol Cósmico del Norte

Los Haida de la costa occidental de Canadá tallaron los célebres Tótems que tuvieron la función de preservar el legado y el contacto de los clanes con el cosmos; por lo regular, se coronaban exhibiendo un ave con las alas extendidas, de la misma manera que los mayas, en su cerámica ritual y en el Popol Vuj, representan al ave Vucub Caquix.

Otra semejanza mitológica entre las Primeras Naciones de Canadá y Mesoamérica la encontramos en la primera lámina del Códice Feyervary Meyer, donde se ubican los cuatro rumbos y un árbol para cada uno de ellos y, al igual que en los Tótems, en la cima de cada árbol aparece un ave. Entre las culturas mesoamericanas ese tubo energético de origen boreal que devela Mircea Eliade es identificado con el Árbol Cósmico, su expresión plástica contemporánea la ubicamos en el árbol de los Voladores de Papantla del Golfo de México o en la plantación ritual de la ceiba, entre los mayas.

El Árbol Cósmico y La Machi

En la cultura mapuche ubicada en Chile y Argentina, predominan las mujeres chamanas sobre los chamanes. La chamana mapuche se nombra Machi, el filósofo mapuche Alonqueo comenta que La Machi encarna el espíritu de un ancestro llamado Fileu y su función es mantener una cadena que une a los humanos con el conocimiento milenario del mundo de los espíritus. La Machi sana las enfermedades del alma y del cuerpo, mantiene una íntima relación con los protectores de la naturaleza (Kemp/Kemo), con las fuerzas celestes (Newen) y tiene la capacidad de transgredir nuestra realidad para acceder a la región celeste (Wenu Mapu), valiéndose de su tambor (Kultrun) tal y como los chamanes siberianos lo han hecho durante milenios. La Machi utiliza piedras esféricas que representan al Sol y a la Luna, evidenciando la atávica percepción de la dualidad que las civilizaciones primigenias heredaron de las largas noches y de los prolongados días en las regiones boreales y árticas.

Para provocar el aturdimiento de la mente racional, La Machi se sirve del Kultrun (tambor), esta estrategia es también realizada por los chamanes raramuris (huicholes) durante sus mitotes. En ocasiones, La Machi realiza la ingesta de las Plantas de Poder para acceder a estados de conciencia alterados en los que puede comunicarse con las entidades divinas, ancestros, espíritus y conciencias inorgánicas. Utiliza psicotrópicos como la Datura ferox que originalmente vino de China y es aún materia de estudio reconocer la temporalidad y la ruta que siguieron los antiguos desde Asia hasta Sudamérica.

Por lo regular La Machi es una mujer robusta quien al igual que los chamanes travestis “inuit” (mal llamados esquimales), transgrede su género para convertirse en unidad energética y representar a toda su comunidad. Ninguna Machi desea ser chamana, es un designio de los espíritus y, cuando en su canto reclama haber sido señalada a pesar de no desearlo, demanda en contraparte ser auxiliada por los espíritus durante sus funciones tribales.

Antes de ser sellado con el último nudo, La Machi grita dentro de su tambor para que la esencia de su ser se unifique con el instrumento sonoro. Durante la escenificación del mitote, el batir del tambor se sincroniza con el latir de los corazones, surge un aturdimiento colectivo que desemboca en el viaje estático chamánico y se altera la conciencia; en ocasiones, estos rituales chamánicos se acompañan de Plantas de Poder.

En la actualidad, la música electrónica que se escucha en los Raves recuerda esa comunión con el latir del corazón y con el uso de estupefacientes llamados “éxtasis”, hacen referencia a esa sensación glaciar donde a través de las Plantas de Poder y el tambor, se detenía el diálogo interno racional para dar paso al ámbito energético y sensorial.

La Machi cuenta también con un Árbol Cósmico, se nombra Rewe, Prapahue o Quemukemu, etimológicamente está relacionado con la pureza y mitológicamente con la Estrella Polar como con los Tótems Haida de la Columbia Británica Canadiense. Es un objeto de poder del clan pero también un vínculo con “la otredad”. Al concluir la danza y con el aturdimiento colectivo de la razón, La Machi asciende los peldaños del Árbol Cósmico y realiza un viaje al mundo de los espíritus o al de los ancestros.

Algunos Rewe tienen 3 peldaños, otros 7 o 9, en el orden místico mapuche, no se utilizan números pares. Los 3 peldaños pueden estar relacionados con los 3 mundos chamánicos: el de los humanos, el de los espíritus y el de los ancestros. El 9 podría estar relacionado con las lunaciones que se precisan para la gestación humana y el 7, es el número de estratos celestes en el imaginario mapuche.

A pesar de los atentados fundamentalistas del cristianismo y de la tendencia al exterminio de las tradiciones energéticas en nombre de la evangelización, el militarismo o la democracia chilena que despoja de sus tierras a los mapuches, La Machi sigue viva y, reconociendo su relación con Siberia, Mesoamérica y la Costa Occidental Canadiense, nos permite ubicar al hilo conductor que hilvana al tejido de la historia milenaria del Continente Americano.

Durante miles de años y en los gélidos Norte y Sur, nuestros mayores danzaron alrededor del fuego y con el Árbol Cósmico, expusieron las inquietudes y las necesidades humanas en el Más Acá, vecina región en la que habitan los espíritus y los ancestros.

Facebook: Claudio Obregón Clairin / Investigador, Guía y Promotor Cultural