Roberto Hernández Guerra


Sin duda alguna, los ciudadanos de Quintana Roo han manifestado en cada proceso electoral una voluntad de cambio, que algunas veces se vio frustrada. Las respectivas candidaturas de Gastón, Chacho y Greg para encabezar el gobierno del Estado no lograron su objetivo; sin embargo, los tres fueron fenómenos políticos que cimbraron un sistema erosionado. El triunfo de la oposición en el pasado reciente fue “punto y aparte”.
En las elecciones federales del próximo año, el proyecto que representa Andrés Manuel López Obrador tiene en nuestro Estado perspectivas muy favorables, siempre y cuando que los que dirigen e integran Morena entiendan que la suya no es una franquicia, sino una responsabilidad ante los ciudadanos para lograr la transformación del país. Y ésta sólo se podrá lograr a partir del triunfo en las urnas.
Señalo lo anterior, por algunas manifestaciones de descontento en relación a los posibles candidatos de Morena, que aunque intrascendentes en sí, se han exageradas en las redes sociales, quizá con fines de “descarrilar un proyecto que marcha sobre ruedas”.
Por eso, a los integrantes del “morenaje” de buena fe, que han de ser la mayoría, quiero citarles unas frases de Vladimir I. Lenin, fundador del Estado Soviético, en su folleto “La Enfermedad Infantil del Izquierdismo…”, que
aunque aplicada a otros contextos podrían serles útiles ahora:
“…. renunciar de antemano a toda maniobra, a explotar los antagonismos de intereses … que dividen a nuestros enemigos, renunciar a acuerdos y compromisos con posibles aliados…., ¿no es, acaso, algo indeciblemente ridículo? ¿No viene a ser eso como si en la difícil ascensión a una montaña inexplorada, en la que nadie hubiera puesto la planta, se renunciase de antemano a hacer a veces zigzags, a desandar a veces lo andado, a abandonar la dirección elegida al principio para probar otras direcciones?