EL BESTIARIO

SANTIAGO J. SANTAMARÍA GURTUBAY

Este castigo de los dioses, que se describía ya en la Mitología Griega, se ha convertido en una epidemia que se extiende por toda Latinoamérica, incluido el Estado Quintana Roo, afectando a sus líderes políticos. La ‘desmesura’ hace referencia a un intento de transgresión de los límites impuestos por los dioses a los hombres mortales y terrenales…

 

Hay un ensayo que me encanta y sobre el que ya he escrito alguna vez: ‘En el poder y en la enfermedad’ (2010), del neurólogo británico David Owen, más conocido como político, porque fue dos veces ministro, de Sanidad y de Exteriores, con los laboristas. Su libro, documentadísimo y deliciosamente escrito, trata de la enfermedad en los políticos. De cómo la ocultan, sobre todo. Y entre otras cosas dice que, según un estudio, el 29% de todos los presidentes de Estados Unidos sufrieron dolencias psíquicas mientras ejercían el cargo, y que el 49% presentaron rasgos que indicaban trastorno mental en algún momento de sus vidas. Unas cifras aterradoras por lo elevadas, sobre todo si tenemos en cuenta que, según la OMS (Organización Mundial de la Salud), la prevalencia de la población general es de un 22%. Leí el libro de Owen cuando fue publicado en España, hace casi 10 años, tras hacer referencia del mismo la escritora Rosa Montero en una columna periodística, pero al releerlo ahora sus palabras me han parecido espeluznantemente actuales. Sí, claro, sé que me entienden: estoy hablando del inaudito Donald Trump. Aunque, bien mirado, creo que el trastorno psíquico es una realidad demasiado seria y no justificaría lo que este señor es. Yo diría más bien que debe de tener una de esas personalidades que no son consideradas enfermedad mental en los tribunales, un carácter psicopático, narcisista y ególatra.

Lo más peligroso es su actitud actual, respaldada por el uruguayo, Luis Almagro, desde la presidente de la OEA (Organización de Estados Americanos), promoviendo la división de la familia Latinoamericana, creando bloques ideológicos, acorde a la sumisión de sus estadistas a los intereses estadounidenses. La OEA como organismo internacional, debe lograr el consenso entre las naciones del hemisferio, y aunar esfuerzos tendentes a alcanzar mejores condiciones de vida para sus ciudadanos. Son perturbadoras las imágenes que nos llegan de Chile, Colombia, Bolivia…, evocadoras del Plan Cóndor nombre con que se conoce al operativo de acciones y mutuo apoyo entre las cúpulas de los regímenes dictatoriales del Cono Sur de América del Sur y el jefe del Departamento de Estado estadounidense Henry Kissinger, señalado como su ideólogo. Fue llevado a cabo entre las décadas de 1970 y 1980, con el fin de disciplinar a la sociedad para instalar en la región un plan económico neoliberal, con el desmantelamiento de los Estados como articuladores de la vida pública y el desarrollo económico, más un fuerte endeudamiento externo. Tiempos de Salvador Allende y Augusto Pinochet en Santiago de Chile.

Estos titulares y entradillas de crónicas de Chile, Bolivia y Colombia nos recuerdan a la ‘Cosecha 1973’. “Los Carabineros de Chile y ‘El País de los Ciegos. Los ciudadanos gritan la palabra libertad y solo por eso ya se creen libres, pero llegan los alguaciles del ‘demócrata’ Sebastián Piñera y les disparan a bocajarro perdigones y balas de goma a los ojos… Centenares de personas, que pudieran llegar al medio millar -muchos han evitado los hospitales públicos y han acudido a consultas privadas para no ser identificados y procesados, amén, por desórdenes públicos- , han sido heridas en los ojos por perdigones o balas de goma durante las recientes protestas en el país latinoamericano”. “Los otros generales ‘Cóndor’ de América Latina y las mafias del tráfico de cocaína derrocan a Evo Morales, expresidente de Bolivia. El Real Instituto Elcano, el ‘think-tank’ de estudios internacionales y estratégicos, realizados desde una perspectiva española, europea y global, ha hecho público un documento relacionado con el ‘polvorín’ en que se ha convertido Bolivia tras el golpe de estado protagonizado por una parte del Ejército y una trama civil, ideológicamente ligada a la extrema derecha, y la salida del país del presidente Evo Morales, a instancia de los generales bolivianos. Ha sido recibido en México como refugiado político…”. ‘El papel de Bolivia dentro de los esquemas del tráfico de cocaína’ es el título de la investigación del laberinto que tiene como presidente autoproclamada e interina Jeanine Áñez… “Muere Dilan Cruz, el joven que recibió un disparo de un policía durante las protestas en Colombia. El joven de 18 años y símbolo de las movilizaciones en su país, ha muerto este lunes -26 de noviembre- tras haber recibido un tiro de una bomba lacrimógena por parte de la policía antidisturbios, justo en el día en que se graduaba del colegio y mientras muchos estudiantes como él seguían marchando por las calles de Bogotá con cacerolas y cánticos contra el Gobierno de Iván Duque y el Escuadrón Móvil Antidisturbios de la policía que le disparó el sábado pasado en el centro de la capital colombiana, cuando marchaba pacíficamente”.

Durante la visita de Andrés Manuel López Obrador a Playa del Carmen, a finales del pasado mes de junio, trascendió que el presidente le pidió al gobernador Carlos Joaquín González y a la alcaldesa Laura Beristain que trabajen coordinadamente para que no haya problemas, mesura de Max Weber. “Trabajemos juntos, que haya cordialidad, que no haya problemas entre nosotros”, habría dicho AMLO en un momento en que coincidió con Carlos Joaquín y la alcaldesa de Solidaridad Laura Beristain junto con la senadora Marybel Villegas, según adelantó Noticaribe. En los últimos meses, Laura Beristain, alcaldesa por Morena, se confrontó con el Gobernador por el tema del ‘Mando Único’. No aceptaba aplicar esta fórmula en Solidaridad. Finalmente Carlos Joaquín impuso por decreto ante los crecientes índices de homicidios en Playa del Carmen y Riviera Maya. Marybel Villegas también se ha enfrentado con el Gobierno de Quintana Roo por temas como Aguakán. El presidente López Obrador hizo un amplio reconocimiento al Gobernador Carlos Joaquín por no involucrarse en los comicios en los que se eligió a los diputados que integran el Congreso de Quintana Roo y pidió que trabajaran todos juntos…

Maribel Villegas Canché no oyó o no entendió bien el mensaje del presidente de México. El hybris tuvo algo que ver. En las primeras horas de este pasado septiembre, titulaba La Jornada: “Irrumpe Marybel Villegas en el Congreso con grupo de personas”. La senadora gritaba: “Abran todo, es la casa del pueblo”. Previo al inicio de la sesión de instalación de la XVI Legislatura, la senadora Villegas llegó con unas 30 personas a la sede del Congreso. “Es la casa del pueblo”, vociferaba la política de la transversalidad quintanarroense del siglo XXI, como si estuviera en Eibar, la primera ciudad española donde se proclamaba la República en 1934, cuando triunfó el Frente Popular, de socialistas y comunistas, cuyas sedes eran denominadas ‘Casas del Pueblo’. Quello provocó el exilio de Alfonso XIII, bisabuelo del actual rey de España, Felipe VI. Rodeada de varias personas, Villegas, -apellido de linaje cántabro de Santillana de Mar, de tiempos de la Reconquista, cuando diversos caballeros prestaron sus servicios a reyes y nobles españoles que lucharon contra los musulmanes-, empujaba las puertas de acceso al Congreso y a la sala del pleno en donde el acceso era controlado. Marybel presidía ‘un grupo de asalto’.

David Owen, ‘En el poder y en la enfermedad’, desarrolla una teoría propia sobre la borrachera de poder en la que caen demasiados políticos. Él bautiza esta enfermedad con el nombre griego de hybris. Esquilo decía que los dioses envidiaban el éxito de los humanos y que, para vengarse, enviaban la maldición de la hybris a quien estuviera en lo más alto, volviéndole loco. La hybris, pues, es un estado de soberbia tan absoluto que te deja sordo y ciego, haciéndote perder todo sentido de la realidad. A los poderosos les es sumamente fácil caer en esta dolencia: lo sabían bien los romanos, que por eso tenían al esclavo que iba susurrando el famoso “recuerda que eres mortal” al oído de los generales victoriosos. Ahora bien: si incluso Julio César podía perder la cabeza con el poder, imaginen lo que la hybris puede hacer con un tipo exhibicionista y mercurial como Donald Trump. Aunque no hace falta imaginarlo: lo estamos viendo. Aunque uno pensara que el inquilino del Despacho Oval de la Casa Blanca está deprimido con el ‘impeachment’, proceso de destitución​, promovido por los demócratas, ante sus quereres prohibidos con Vladímir Putin y Volodímir Zelenski, presidentes de Rusia y Ucrania, el rubio zanahoria republicano está muy subido, muy crecido, ‘hybrido’ total, que diría el sabio Owen. Porque además no creo que haya nadie en su entorno que aventure una crítica. Vamos, para mí Donald Trump tiene toda la pinta de mandar a la horca a quien le contradiga. Y esto es lo que los psicólogos llaman “pensamiento de grupo” (también viene en el libro), un fenómeno habitual en los poderosos, y que consiste en la creación de un pequeño grupo cerrado que se jalea a sí mismo apasionadamente, demoniza las opiniones ajenas y niega cualquier dato objetivo que contradiga sus creencias. Como es evidente, unir la hybris y el calentón del pensamiento de grupo trae consecuencias catastróficas.

“La política se está comportando con una irracionalidad mucho más difícil de calibrar que cualquier depresión atmosférica”, escribía Manuel Vicent en su columna, titulada, ‘Siete machos’, al referirse a las broncas protagonizadas por los líderes políticos en España incapaces de ponerse de acuerdo para elegir nuevo presidente. Los ciudadanos han sido convocados de nuevo a las urnas el próximo 10 de noviembre y siguen sin alcanzar un acuerdo. El bipartidismo entre el PSOE (socialdemócratas) y el PP (liberales) ha presidido la política española en su Transición Democrática tras la dictadura de Francisco Franco. Hace unos años atrás aparecieron en escena dos nuevas formaciones, Podemos (extrema izquierda) y Ciudadanos (centristas), ilusionando al personal por un previsible innovador escenario político transversal. Al final del bipartidismo pasamos al ‘bibloquismo’: PSOE más Podemos (izquierda) y PP más Ciudadanos (derecha). El socarrón Josep Pla, escritor y periodista español en lenguas catalana y castellana, le decía a un joven anarquista: “La naturaleza está llena de catástrofes, de incendios, inundaciones, terremotos y encima de tantos cataclismos, ¿quiere usted además hacer la revolución?”. Ahora mismo el ciudadano de este país está sumido en una doble confusión. Si mira a la naturaleza ve sus fuerzas desatadas en nuestro Mediterráneo con una depresión atmosférica, que ha reventado todos los cauces de ríos, torrentes y barrancos hasta dejar bajo las aguas campos, pueblos y ciudades, a nuestros Atlánticos y Pacíficos, con mil y un huracanes como el Dorian, que arraso Las Bahamas… Si mira a la política ve la misma convulsión en unos líderes enredados en sus propias pasiones, que han dejado el futuro en un callejón sin salida. Se trata de una tormenta perfecta, de una doble catástrofe superpuesta.

La previsión meteorológica nos advirtió con todo rigor científico cómo se iba a comportar la borrasca, dónde y cuándo caería una determinada cantidad de lluvia y las precauciones que había que tomar. Por su parte, las operaciones de salvamento estaban preparadas para actuar en situaciones de emergencia. Ya se sabe que la naturaleza cada cierto tiempo acude a la notaría y reclama el territorio de su propiedad, que le ha sido usurpado. Este capricho es lo único imprevisible. En cambio, la política se está comportando con una irracionalidad mucho más difícil de calibrar que cualquier depresión atmosférica, puesto que sus líderes actúan como venados en celo que se debaten y se enredan con las cuernas para ver cuál de ellos será el dominante. Pese a todo, dentro de un tiempo las aguas desbordadas volverán a su cauce, los daños serán reparados y la tragedia al final será olvidada hasta que la naturaleza vuelva a la notaría a reclamar sus derechos. En cambio, no es previsible ni evaluable el daño que nuestros siete machos de la política están causando a este país -no solo a España, sino a México, y a nuestro Quintana Roo en el Caribe- y la humillación a la que someten a sus ciudadanos. El hybris, la locura que afecta a los presidentes de Estados Unidos, se ha globalizado, aunque, por el momento, tan solo en las élites políticas.

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