Mucho se ha discutido acerca de que si la rebelión de los mayas en la península de Yucatán, en la segunda mitad del Siglo XIX, deba llamarse “guerra social” o “guerra de castas”. A mi juicio es una polémica sin sentido, porque a final de cuentas este evento reúne las características para ser denominada de las dos maneras.

Desde luego tuvo las características de una guerra social, pues en el fondo se encontraba la situación de injusticia que afectaba a la población maya. Como uno de los detonantes del conflicto, podemos señalar el avance de la agricultura de plantación de caña de azúcar, misma que lo hacía a costa de las tierras comunales donde los “mazehualob” cultivaban sus milpas itinerantes. Podemos agregar también el pago de contribuciones civiles y de obvenciones religiosas que pesaban sobre las espaldas de los habitantes originarios de estas tierras; recordemos que entre las peticiones de los alzados, cuando se habló de una posible pacificación, estaba la disminución del costo de las bodas, bautizos y otros servicios de la Iglesia.

Por lo que se refiere al otro término, basta con mencionar que una sociedad de castas se caracteriza por que el estatus personal se adjudica de por vida y por herencia, de que es un sistema cerrado que no permite la movilidad social y también que la diferencia está dada por la raza. Y analizando a la sociedad yucateca de esos tiempos, vemos que le queda como “anillo al dedo” la calificación. Desde luego que en la colonia el concepto de “casta” se refería exclusivamente al producto del mestizaje, lo que excluía a indígenas y descendientes de europeos sin mescla racial, pero preferimos tomar el otro concepto que es más preciso. Por ello llamarla “guerra de castas” no se aleja de la realidad.

Otra denominación que se ha empleado es la de “guerra de liberación”. Aquí a lo que se refiere es a una lucha del pueblo maya, para deshacerse de los herederos de los conquistadores españoles. Considera este concepto la existencia de una “nación maya” con una población del mismo origen racial y con una cultura propia, que sobrevivió a más de trecientos años de dominación colonial. Del concepto de “nación” a “estado” podemos agregar que fue un paso que se dio con la fundación de “Chan Santa Cruz Kampocolché Nah Balam”, capital de los “cruzoob”, los aguerridos soldados de la cruz: la razón es que los elementos más importantes de un “estado nacional” son población, territorio, gobierno y soberanía, mismos que durante cerca de cincuenta años que duró ese sueño de libertad, caracterizaron a las comunidades que se asentaron en esa zona agreste, pero eso sí, alejada de los asentamientos de sus enemigos ladinos.

Más allá de definiciones, considero que lo importante es reconocer que la permanencia de injusticias sociales equivalen a “vientos que generan tempestades”, por lo que es preciso eliminarlas; recomendación que es válida en cualquier tiempo, más aún en el presente.