EL BESTIARIO

SANTIAGO J. SANTAMARÍA GURTUBAY

Su tumba del Valle de los Caídos estaba vacía, sus reliquias ‘invadieron’ los cerebros de gran parte de los españoles de uno y otro bando de la Guerra Civil, un antídoto comprobado, el hachís de Ketama…

Pronto o tarde, después de la labor obstruccionista a cargo de rábulas de turno y de la confusión que añada la jauría mediática, finalmente llegó el día en que la losa de 1.500 kilos de la tumba de Franco fue levantada y puede que en ese momento ante la expectación general se produjera  un imponente fiasco. Corría un insistente rumor de que esa tumba estaba vacía. Si esto fuera así, cuando el notario levantara acta de que el cadáver del dictador ha desaparecido, ante un caso tan de novela negra lógicamente al asombro seguirá una inevitable especulación llena de morbo. ¿Dónde está el fiambre? ¿Ha sido robado por sus enemigos o ha sido puesto a buen recaudo en algún lugar secreto por sus partidarios? Si la tumba está vacía y el cadáver del dictador no aparece, llegará el momento en que será necesaria la ayuda de un Sherlock Holmes de andar por casa, quien tal vez podría desarrollar una hipótesis en sus justos términos. Los despojos de Franco no hay que ir a buscarlos en su tumba del Valle de los Caídos, sino en el cerebro de gran parte de los españoles de uno y otro bando. Ahí hay que encontrarlos. ¿Los lleva usted dentro y no lo sabe? En este caso, se trataría de una película de terror.

De hecho, ese cadáver duerme en el sustrato ideológico más profundo de la derecha cavernaria, que todavía se alimenta de su memoria y en el odio más enquistado de la izquierda, que no logra sacudirse de encima su fantasma. Sacar a Franco de la tumba es muy fácil. Lo complicado es exhumarlo del cerebro de gran parte de los españoles, la verdadera tumba donde se está pudriendo. ¿De verdad, viejo español, de una forma u otra, no lo lleva usted dentro? Limpiar el panteón es el primer paso ineludible para que la neurosis colectiva que produce su memoria comience a desvanecerse y la figura del dictador sea deglutida definitivamente por la historia. Han pasado varios días desde el ya histórico 24-O, y todavía permanece la duda sobre la ausencia de ‘reliquias’ del caudillo, que parecieran haber ‘invadido’ los cerebros de los últimos supervivientes de la guerra fratricida, tras lograr escapar de una de las fosas más grandes de la humanidad, ideada y construida por el generalísimo.

Una columna de Franco no pudiera acabarse sin un chiste de Franco. Uno de ellos, era un tanto profético. Cuando apenas le restaban unas pocas lunas, se cuenta que le estaban enseñando modelos para la losa de su sepultura: “La de granito, 30.000 pesetas. Esta, en mármol de Carrara, 100.000…”. El eterno hospitalizado respondía: “No, no, algo más baratito. Total, no voy a pasar mucho tiempo dentro…”. Al poco de su fallecimiento, un 20 de noviembre de 1975, el libro ‘Al tercer año resucitó’ fue un éxito de ventas… La ‘historia-ficción’, como la definió su autor Fernando Vizcaíno Casas, jugaba con la idea de la contemplación que de la sociedad española posfranquista, y de los líderes políticos como Adolfo Suárez, Felipe González, Manuel Fraga Iribarne, Santiago Carrillo, Dolores Ibárruri ‘La Pasionaria’, y Juan Carlos I ‘El Traidor’, tendría un Franco resucitado. En apenas unos meses la obra se convirtió en un ‘best seller’, un superventas, con más de cuatro millones de ejemplares vendidos. La sátira política, la nostalgia, la ironía, el humor corrosivo, las caricaturas apenas disimuladas o explícitas de políticos y otros personajes camaleónicos y acomodaticios del momento, y la visión crítica de los años posteriores al final del franquismo caracterizan buena parte de su narrativa. “No se os puede dejar solos”, era la frase más destacada de Francisco Franco Bahamonde, cuyo timbre de voz, disimulaba su nula oratoria. Nacido en El Ferrol, Galicia, en 1892; fallecido en 1975; ‘resucitado’ en 1978 —coincidiendo con la aprobación de la Constitución Democrática Española—; y exhumado y vuelto a enterrar en 2019… Sin embargo, era todo un experto en firmar penas de muerte, recién levantado y todavía en pijama, mientras desayunaba su café con leche o chocolate con churros…

Halloween (contracción del inglés All Hallows’ Eve, en español: Víspera de Todos los Santos), también conocido como Noche de Brujas o Noche de Víspera de Difuntos, es una celebración moderna resultado del sincretismo originado por la cristianización de la fiesta del fin de verano de origen celta llamada Samhain. La expansión de la cultura estadounidense por todo el mundo, principalmente a través del cine ‘made in Hollywood’ y Netflix, propició la llegada a España del Halloween anglosajón,​ aunque las tradiciones propias de ese día, derivadas del Samhain, ya se celebraban antes incluso de que existiera Estados Unidos como nación.​ Debido a su origen celta, en España hay un número considerable de tradiciones relacionadas con espíritus, siendo probablemente las más famosas las meigas y la Santa Compaña de Galicia. Esta tradición fue inmortalizada por Gustavo Adolfo Bécquer en su cuento de terror ‘El monte de las ánimas’ (1862).​ La festividad céltica del Samhain se describe como una comunión con los espíritus de los difuntos que, en esta fecha, tenían autorización para caminar entre los vivos, dándosele a la gente la oportunidad de reunirse con sus antepasados. Se celebra internacionalmente en la noche del 31 de octubre, sobre todo en países anglosajones como Canadá, Estados Unidos, Irlanda o Reino Unido y, en menor medida, en Chile, Colombia, Argentina, Perú o el conjunto de Latinoamérica, y en gran parte de España, a pesar de que en los últimos años se ha extendido cada vez más su celebración en muchos países. En México existe toda una cultura propia alrededor del Día de los Muertos. En ‘La muerte sale de fiesta’, el escritor David J. Skal, nacido en Ohio, Estados Unidos, explica el origen y la evolución de una celebración pagana que hoy es una poderosa arma de colonización cultural. Además de su vínculo con la naturaleza o la religión, Halloween tiene un marcado carácter subversivo. Durante una noche, los papeles se trastocan, el monstruo —el diferente— abandona su escondite y los niños atemorizan a los adultos…

Franco, 44 años después de su ‘muerte’, está muy presente en el Samhain en su Galicia y Península Ibérica natal, en la ruta de la Peregrinación a Santiago, y en Finisterre, pueblo también coruñés como Ferrol,  cuyo nombre deriva del latín ‘Finis Terrae’ (El Fin de la Tierra). Carcajea ‘Paco’ estos días, mientras contempla con su viuda Carmen Polo, ‘Carmen Collares’, la película ‘El Extraño Mundo de Jack’, del gótico director californiano Tim Burton. Stephen Edwin King, el escritor estadounidense de novelas de terror, ficción sobrenatural, misterio, ciencia ficción y literatura fantástica, investiga también a Franco, necrológico protagonista de histriónica risa en las nuevas elecciones generales en España, previstas para el este próximo 10 de noviembre. “No podemos aceptar que el Centro de Investigaciones Sociológicas (CIS), en su última encuesta, le dé a los rojos del Partido Socialista Obrero Español, el PSOE, una mayoría para que Pedro Sánchez sea presidente… No entiendo nada, después de tanto esfuerzo… El comunismo se va a hacer de nuevo con el poder. Los españoles son desagradecidos. No se os puede dejar solos…”. Franco, ‘Veni, vidi, vici…’. “Llegué, vi y vencí como Julio César”. Le ha vuelto a sentar mal el ‘Viña Arana’, reserva de vino tinto de la Rioja Alavesa (Euskadi, País Vasco) y el espumoso Codorniú Brut, el ‘champán’ de San Sadurní de Noya (Catalunya, Cataluña).

Lo suyo es África, Marruecos, Issaguen, Ketama, montes del Rif, antiguo Protectorado Español… y su hachís. Su deseo reprimido es volver a sentir el ‘kief’, la felicidad absoluta, que describía en sus ‘Paraísos artificiales’, Charles Pierre Baudelaire. La mota de Ketama coloca más… y ‘resucita’ a un muerto, incluso a un caudillo. Los pájaros trinan día y noche en el Norte africano. No paran de cantar también en Cancún y Caribe Mexicano. Es el ‘kief’, sin duda alguna… “Ya no es algo turbulento y tumultuoso. Es una beatitud tranquila e inmóvil. Todos los problemas filosóficos están resueltos. Todas las cuestiones arduas con las que luchan los teólogos y que desesperan a la humanidad razonante son ahora límpidas y claras. Toda contradicción se ha convertido en unidad. El hombre recibe un ascenso y se hace Dios…”, describía el maldito e irreverente parisino poeta Baudelaire.

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