Inosente Alcudia Sánchez

La semana pasada mencioné que Alejandro Moreno Cárdenas “ha sido el objetivo de obuses que salen desde distintos ángulos en una mezcla de venganzas personales, deslindes políticos, cálculos electorales y cobros de agravios partidistas”. Los audios difundidos desde estos rumbos desencadenaron un ataque masivo de medios, columnistas, analistas y políticos que parecían sólo esperar la señal para lanzarse sobre su víctima.

Por eso, también afirmé que “no la tiene fácil el líder priista… llegó el momento de demostrar de qué está hecho”. Moreno Cárdenas sabía que los ataques llegarían más temprano que tarde. Como él mismo ha contado, después de que los diputados priistas rechazaron la iniciativa de reforma eléctrica y, sobre todo, de asumirse como la cabeza de la alianza Va por México, la embestida era inevitable. Sólo era cuestión de esperar a ver de dónde saldrían y cuáles serían los embates.

Es de suponer que los adversarios del líder priista valoraron bien el golpe: denuncias ante la FGR del tipo de las que tienen a Ricardo Anaya fugitivo en el extranjero o una campaña mediática para destrozar la imagen pública-política del objetivo.

La primera opción, la de denunciar en la FGR y pretender encerrar a un adversario político, está muy vista y podría, incluso, resultar contraproducente al convertir en víctima al acusado y dar elementos de batalla a la alianza opositora encabezada, precisamente, por Moreno Cárdenas.

La segunda alternativa era a todas luces la más conveniente: el principal activo de un político es el prestigio, la buena reputación que de él tienen tanto correligionarios como adversarios, y que lleva décadas construir. De manera que abollar o destruir ese activo era lo más rentable: castiga al desobediente, elimina la credibilidad del contrario más beligerante y golpea la unidad y competitividad de la alianza opositora.

Decidida la estrategia, lo demás ha sido seguir el librito: lo que para los campechanos es comidilla para animar las sobremesas familiares y las pláticas en cafeterías y cantinas, a nivel nacional fue una onda expansiva (en su edición electrónica de este jueves, en el periódico Milenio seis columnas abordan la situación del líder priista) que veremos si cumple los objetivos de sus diseñadores: colocar al líder priista contra las cuerdas, pausar sus aspiraciones presidenciales, activar a sus malquerientes y golpear las bases de Va por México. Y en la retaguardia del ataque mediático vendrá, seguramente, la andanada judicial: cuando el objetivo ya esté desprovisto de la armadura de presunción de honestidad, indispensable para hacer una defensa creíble para la opinión pública.

Inevitablemente, los ataques han obligado a Alejandro Moreno a dar la cara ante los más inquisitivos medios de comunicación afirmando que los audios están truqueados o alterados y que se trata de una campaña orquestada; los dirigentes de PAN y PRD han intentado arroparlo; y su reelección como presidente de la COPPPAL es un espacio que habrá de aprovechar, si tiene tiempo, para afianzar su defensa en espacios de resonancia internacional –como ya lo anticipó.

La “circunstancia adversa” (Osorio Chong, dixit) que atraviesa el PRI dio lugar a una reunión de once ex dirigentes nacionales del tricolor con Alejandro Moreno. En una prolongada discusión a puerta cerrada (“para decirnos directamente lo que está sucediendo en el partido, y que haya conciencia en la dirigencia para tomar las decisiones pertinentes”, justificó el senador Osorio Chong), algunos de los participantes (Beatriz Paredes, Dulce María Sauri, Osorio Chong) informaron que se habló lo mismo de unidad e inclusión, que de la salida de Moreno de la dirigencia nacional. El tema que atrajo mayor atención fue la probable renuncia de Moreno Cárdenas a la presidencia del CEN del PRI; pero, como era de esperarse, Alito aprovechó para reiterar que cumplirá al frente del tricolor los cuatro años para los que fue electo por casi dos millones de militantes y simpatizantes.

Como demostró en una rueda de prensa posterior a la junta con ex presidentes, en la que estuvo acompañado por los 32 dirigentes estatales del PRI y los sectores y organizaciones partidistas, y en la sesión del Consejo Político Nacional, Alejandro Moreno tiene el control total de la estructura del partido, por lo que una probable dimisión sería resultado de su decisión personalísima y muy difícilmente fruto de presiones al interior del propio partido. Esto le da tiempo para meditar sus alternativas y definir la mejor ruta a seguir. El impasse electoral le presta unos días (acaso meses) para fortalecer sus trincheras política y jurídica.

Moreno Cárdenas es un profesional de la política y, además, a pesar de su edad o del sobrenombre, es un político maduro. No es improbable que sepa, o intuya, qué más le tienen preparado, cuáles son los dardos envenenados que sus enemigos y adversarios tienen listos en espera del mejor momento, cuando más daño hagan, para lanzarlos.

Alguna vez escuché, de alguien que ha acompañado la carrera política de Alito, decir que es como los buenos porteros: un político con buena suerte, tanta que hasta lo que hace mal le sale bien. Desde El Príncipe sabemos que la Fortuna es acompañante obligada del político exitoso. Empero, siguiendo las enseñanzas del Florentino, no creo que una carrera como la del político campechano sea sólo fruto del azar: la Fortuna tiene que estar acompañada de Virtud, esa otra forma de nombrar a la inteligencia política. Ahora, entonces, al líder del PRI le corresponde descifrar el laberinto, caminar por la cuerda floja, conjugar Fortuna y Virtud para no errar en sus siguientes movimientos y acertar en la valoración de qué le conviene a él y si su conveniencia le es útil a ese intangible que es el bien del partido, de la alianza, de la democracia, de la nación. Y no tiene mucho tiempo, porque se le vienen encima las elecciones de Estado de México y de Coahuila (“Última llamada para el PRI”, según Aguilar Camín), la gran aduana que será definitoria para enfrentar con más o menor posibilidad de éxito la elección presidencial del 2024. Y Alito sabe que el triunfo del PRI y de Va por México es alcanzable en los dos Estados, hazaña con la que recuperaría mucho del territorio perdido. Pero, en lo inmediato, debe superar el descrédito y la insidia, al tiempo que reelabora su discurso y fortalece una narrativa opositora convincente.

La historia seguirá escribiéndose. Mientras, no de El Príncipe de Nicolás Maquiavelo, sino de El rey Lear de William Shakespeare, dejo la siguiente cita: “Quien de tu oro se alimenta o sigue por conveniencia, en cuanto empiece a llover te dejará en la tormenta”.