El megaproyecto que se avizoraba como uno de los grandes triunfos de la Cuarta Transformación para el desarrollo del país podría convertirse en un estrepitoso fracaso, ante las numerosas dudas que plantea a la ciudadanía y los obstáculos que deberá sortear

Los posibles daños ambientales, los condicionamientos de las comunidades para permitir el uso de sus tierras, la incertidumbre por la carencia de un proyecto definitivo y hasta la posibilidad de sabotaje a las obras han inhibido la inversión privada prevista originalmente

Por José Pinto Casarrubias

Así como el famoso proyecto del Aeropuerto Internacional “Felipe Ángeles” en la Base Área Militar de Santa Lucía, el del Tren Maya ha generado mucha polémica, además de conflictos a su alrededor por todos los inconvenientes que ha tenido y las dudas que genera, pero a escasos días de la consulta pública que se llevará a cabo en distintos municipios de los estados de Campeche, Chiapas, Quintana Roo, Tabasco y Yucatán, cada día surge más incertidumbre sobre su viabilidad y sobre los beneficios reales que tendría para las comunidades por donde llegará o pasará el ferrocarril. De hecho, hay más preguntas que respuestas.

Y si bien los estudios realizados por la empresa inglesa Steer Davies y la consultora PricewaterhouseCoopers, revelan que el proyecto generará más de 300 mil empleos y será financieramente viable, la realidad es que hay un sinfín de cuestiones que aún no han sido clarificadas, independientemente del tema del impacto ambiental, del que mucho se ha hablado ya.

Y es que el megaproyecto no solo versa sobre la operación del tren y la colocación de infraestructura ferroviaria, sino que considera la instalación de estaciones que permitan a las regiones a donde llegará, una inyección económica importante que les permita un mayor desarrollo, pues la idea es atraer muchos turistas, aunque por otro lado habrá una mayor demanda de servicios, precisamente en zonas donde hay carencia de muchas cosas.

Sin proyecto integral

Cualquier obra de infraestructura, por más pequeña que sea, debe contar con un proyecto integral, un plan de negocios para dar certidumbre a los inversionistas y en este caso no lo hay, por lo que expertos en el tema han dicho que la viabilidad financiera en torno al costo- beneficio no es clara, no hay una evaluación ambiental específica, pero además, la Ley Federal de Presupuesto y Responsabilidad Hacendaria establece una serie de estudios y requisitos necesarios para echar a andar una obra de infraestructura en México, y el Tren Maya no ha cumplido con todos. Y precisamente la falta de un proyecto integral ha provocado que continuamente vayan cambiando las condiciones.

Por otro lado, y aunque el presidente Andrés Manuel López Obrador ha señalado que el ferrocarril será financiado con dinero producto del combate a la corrupción y la política de “austeridad” de su gobierno (11 mil millones de pesos), ese monto apenas representa 7.5% de los recursos necesarios para que sea una realidad.

Desde luego, eso implica que gran parte de la inversión correrá a cargo del gobierno y ya no se dividirán las cargas financieras como se tenía planeado en un principio.

Apenas la semana pasada, el gobierno federal dio a conocer que cambió el plan de financiamiento previsto para el Tren Maya, pues si originalmente pretendía una participación de 90% de recursos privados y 10% públicos, ahora se maneja la posibilidad de que 80% del proyecto se financie con dinero público, de acuerdo con declaraciones de Rogelio Jiménez Pons, director del Fondo Nacional de Fomento al Turismo (Fonatur), ente encargado del proyecto.

Recientemente, el extitular de la Comisión Nacional de Áreas Naturales Protegidas (Conanp), Ernesto Enkerlin Hoeflich, afirmó que el megaproyecto tiene el potencial de ser un desastre.

En una entrevista para el diario El Universal, Enkerlin Hoeflich dijo que el Tren Maya es un proyecto que no le conviene a México, que es financieramente inviable, por lo que duda se concrete.

El modelo del Tren Maya ya no tiene lugar en una visión de sostenibilidad; sí se puede hacer un proyecto interesante, pero no el proyecto que hasta ahorita ha sido de conocimiento público y como está planteado tendría un efecto negativo, en ese sentido, es un proyecto que no le conviene a México”.

Enkerlin Hoeflich afirmó además que es muy poco el tiempo para realizar la consulta y conocer la opinión de las comunidades, en especial porque deben apegarse a lo que dice el convenio 169 de la Organización Internacional del Trabajo (OIT).

Dicho acuerdo, sobre pueblos indígenas, es un tratado internacional que data de 1989 firmado por México y le obliga a consultar a la gente originaria de forma previa, libre e informada respecto al desarrollo de proyectos de esa envergadura.

Lo anterior significa que se deben presentar a los pobladores todos los alcances del proyecto Tren Maya –el cual aún no existe, o al menos no ha sido presentado– y la consulta popular será en unos días.

Más inconvenientes

Otro problema –y no menor– tiene que ver con el ejido de Bacalar, pues hay un conflicto por la posesión de 354 hectáreas que fueron dadas a Bacalar entre 1936 y 1942, pero que en los setentas fueron comercializadas.

El litigio está en tribunales desde hace unos ocho años y con el tema de las próximas consultas, los ejidatarios lo discutieron y determinaron exigir al gobierno de Andrés Manuel López Obrador el pago de las seis hectáreas que solicitan para el trazo de la vía del tren, además de una solución inmediata al conflicto pendiente desde hace décadas por las 354 hectáreas en la laguna de Bacalar.

En este sentido, el director del Fonatur advirtió que no obligarán a los ejidos a integrarse al Tren Maya, por lo que tendrían que buscar otras opciones de trazo para la vía férrea.

El funcionario reconoció que hay problemas añejos en los ejidos de Bacalar y Felipe Carrillo Puerto, como adeudos de administraciones federales anteriores que requieren ser saldadas para avanzar en las negociaciones sobre el Tren Maya, pero insistió en que si no pueden llegar a un acuerdo con los comuneros, modificarán los planes de vía y la estación.

En Tenosique, Tabasco durante la asamblea informativa sobre el Tren Maya realizada hace unos días, representantes de los pueblos indígenas exigieron servicios de luz y agua a comunidades aledañas a la vía del ferrocarril, apoyos a zonas arqueológicas, mejoramiento de carreteras y hasta compra de material pétreo de la región, entre otras demandas.

En Campeche, durante las reuniones de carácter informativo, integrantes de las comunidades indígenas de los 11 municipios externaron su inconformidad a las autoridades federales, pues no sólo quieren ver pasar el Tren Maya, sino que se detenga en los poblados, para que realmente exista un desarrollo en sus comunidades.

El panorama es común también en Chiapas, Yucatán y Quintana Roo, donde muchas comunidades rurales han manifestado sus exigencias y sus preocupaciones, debido a la poca certidumbre sobre lo que realmente será este proyecto.

Y es que instalar una estación no es nada sencillo, pues tiene que preverse el aspecto económico, el espacio y las probabilidades de acuerdo a un estudio de factibilidad, pues de otra forma poco se podrá hacer y mucha gente se sentirá engañada, sobre todo por los cambios que se hacen cada media hora.

Sin mencionar que en lugares como en Tabasco y Chiapas, por el tema de la orografía podría ser un gran reto, ya que en algunos casos hay demasiada agua y pantanos, complicando las obras, pues sin la construcción de puentes –lo que elevaría sustancialmente, otra vez, los costos previstos originalmente– la situación se pone color de hormiga.

La ruta y las estaciones

El Secretario de Turismo, Miguel Torruco ha indicado que la distancia que recorrerá el tren –una ruta que, por cierto, también fue modificada al paso de los meses– será de mil 525 kilómetros, iniciará en Cancún, pasará por Playa del Carmen, bajará hasta Tulum, para llegar a Bacalar; de Bacalar se internará en Xpujil, Calakmul y la reserva de Sian Ka’an, hasta llegar a Escárcega, subirá al norte hacia Palenque, seguirá al sur para llegar a Campeche, a Mérida, a Chichén, y de ahí se acortará el camino para Cobá, para llegar a la doble vía y volver a subir a Cancún. Cada municipio por donde pasará el tren quiere que pare en él y eso es literalmente imposible.

De acuerdo con el anteproyecto original –que como sabemos cambia constantemente– el recorrido estaría dividido en 15 estaciones en los principales puntos turísticos de la península: Cancún, Puerto Morelos, Playa del Carmen, Tulum, Felipe Carrillo Puerto, Bacalar, Calakmul, Escárcega, ciudad de Campeche, Tenosique Palenque, Mérida, Izamal, Chichén Itzá y Valladolid.

¿Sabotaje a la vista?

Otro tema al que quizá no se le ha dado la importancia que requiere, es la advertencia que lanzó desde inicios de año el Ejército Zapatista de Liberación Nacional (EZLN), cuando anunciaron que será opositor a los megaproyectos del gobierno federal, como el Tren Maya, y aseguró que de ser necesario “lucharán” en su contra.

En un acto oficial, encabezado por el subcomandante Galeano –antes subcomandante Marcos– en el poblado La Realidad, el subcomandante Moisés, vocero del EZLN, aseveró que defenderán sus tierras y no permitirán que pase por ahí su “proyecto de destrucción”.

Moisés aclaró que el EZLN no le pedirá a la sociedad que tome un arma, sino que se organicen, que luchen.

Y es que aunque podría parecer una “jalada de los cabellos”, así como el EZLN podría haber otros grupos en los distintos estados por donde pasará el tren, que no estén de acuerdo con el proyecto, lo que podría desatar conflictos e incluso caer en algún tipo de sabotaje físico a las obras.

Incertidumbre entre inversionistas

Durante el último año, el presidente Andrés Manuel López Obrador y su gabinete no se han cansado de ponderar el tema de la austeridad, pero sin duda este proyecto no será precisamente austero, pues ante la incertidumbre que los inversionistas perciben en la política mexicana, se están dando cuenta que quizás no sea un gran negocio dejar su dinero en esta obra.

Por esta razón, como citamos líneas arriba, el gobierno federal pasaría de cubrir un financiamiento del 10%, hasta un 80% del proyecto de construcción del Tren.

Aunque la justificación de Rogelio Jiménez Pons para ello es que la mayor participación del erario en este proyecto de infraestructura tiene un costo de hasta 145 mil 500 millones de pesos, por lo que con esta modificación se buscará pagar la menor cantidad de intereses producto del financiamiento privado.

La realidad, de acuerdo con muchos analistas, es que todos los problemas alrededor del anteproyecto del Tren Maya estarían inhibiendo la inversión privada, que con tanto entusiasmo habían acogido originalmente el proyecto.

La consulta y sus bemoles

Una vez concluidas las asambleas informativas en las comunidades indígenas sobre el proyecto del Tren Maya, autoridades de Fonatur, de la secretaría de Gobernación y el Instituto Nacional de Pueblos Indígenas (INPI), realizarán la consulta los días 14 y 15 de diciembre en Chiapas, Campeche, Tabasco, Yucatán y Quintana Roo.

Previo a la jornada de participación de la ciudadanía, se realizan brigadas informativas con la finalidad de sensibilizar a la población sobre la importancia de su participación y proporcionarle información del proyecto.

Los módulos –indica la autoridad federal– serán instalados en los municipios directamente involucrados en el trazo de la vía del tren.

El Gobierno de México difundirá la ubicación de los Módulos de Participación Ciudadana en el sitio de internet www.participacionsocial.gob.mx. En ese mismo sitio pondrá a disposición de la ciudadanía la metodología utilizada para determinar la ubicación de los módulos, así como el número de boletas y la forma de identificación de las personas participantes.

Ciertamente, no hay que ser adivino para predecir que la ausencia de un estudio técnico, la falta de un análisis de mercado, de estudios legales y financieros seguirán incidiendo en la incertidumbre y desconfianza en los inversionistas, pues como ya se ha visto conforme transcurrió el primer año de esta administración, el objetivo de que el 90% de la inversión fuera privada, se fue desvaneciendo poco a poco y por lo visto así seguirá en los siguientes meses.

Faltan pocos días para que se decida en la consulta el futuro del proyecto y no hay estudios, ni herramientas para que la gente de las comunidades involucradas elija de manera concienzuda, ni mucho menos para que los inversionistas se animen a apoyar el proyecto. 

Existen muchas interrogantes sobre el Tren Maya y parece no haber respuestas claras, incluso parecería que trazaron la ruta sin un conocimiento real de lo que hay por cada lugar por donde pasará el tren, evitando que se logre el desarrollo económico de muchas comunidades como fue el plan original, pues habrá muchas poblaciones por donde pasará de largo y no habrá ningún beneficio para ellas, lo que podría ser un tremendo fracaso.