Aunque el Gobierno del Estado ha salido al quite para redoblar las acciones de combate a ese mal, ante el recorte presupuestal que impide la contratación de más personal y el retraso en la aportación de insumos por la federación, el número de casos se disparó este año y para el 2020 el panorama se anticipa peor

Por José Pinto Casarrubias

Con ocho defunciones en todo el estado, y mil 378 casos confirmados hasta el 11 de noviembre –una cifra más de seis veces superior a la de todo el año pasado–, se aproxima el fin de la temporada de alta transmisión del dengue, aunque fuentes del sector salud advierten que la amenaza podría recrudecerse durante el próximo año, ante el recorte presupuestal impuesto por el gobierno federal.

Aunque tipificada por especialistas como una enfermedad de la pobreza, el mal se difunde y causa afectación en todos los estratos sociales a lo largo del país; un ejemplo claro es el fallecimiento en Guadalajara, el pasado 13 de noviembre, del exgobernador de Jalisco, Guillermo Cosío Vidaurri, como resultado de las complicaciones de una neumonía que contrajo después de haberse contagiado de dengue, un mes atrás.

Dengue, de Asia al mundo

 


Los textos chinos de los años 265 a 420 mencionan una enfermedad llamada “veneno del agua”, que atribuyen a insectos voladores que se reproducen en el agua. La fiebre de dengue es una enfermedad antigua, que se diseminó por el mundo entre los siglos XVIII y

XIX a medida que aumentó el comercio. La primera descripción clínica de dengue o fiebre “rompehuesos”, hoy conocida como fiebre de dengue, data de 1780 en Filadelfia.

Otro aspecto importante en esa época fue el comercio de esclavos, como un eslabón esencial en la propagación del dengue. El Aedes se reprodujo en los navíos de transporte de esclavos, quienes, junto con sus captores eran sus reservorios virales. El comercio por barco puede haber sido la causa de ocho pandemias, posiblemente de dengue, entre 1779 y 1916, que se difundieron desde los puertos de mar.

Desde entonces el virus ha logrado llegar a la mayoría de las zonas urbanas tropicales y subtropicales del planeta, gracias, en primer lugar, a la migración y adaptación del mosquito, y en segundo a la gran velocidad con que hoy día las personas pueden movilizarse llevando consigo la enfermedad.

De acuerdo con los expertos, aunque el virus no se transmite de persona a persona, la interacción ‘humano-mosquito-humano’ ha propiciado su permanencia en la naturaleza. El ciclo inicia cuando un zancudo sano ingiere la sangre de alguien infectado con dengue. Tras ocho o doce días dentro del insecto, el virus llega a sus glándulas salivales y lo vuelve contagioso por el resto de su vida (que puede extenderse hasta por cuatro semanas). Cuando el individuo enfermo es picado por un mosquito saludable el círculo vuelve a iniciar.

Hoy el dengue es una de las enfermedades más extendidas a nivel mundial debido a la introducción en varios países del adaptable mosquito. La Organización Mundial de la Salud estima que alrededor de la mitad de la población del mundo corre el riesgo de contraer alguno de los cuatro serotipos del virus (DENV-1, DENV-2, DENV-3 y DENV-4).

El paciente presenta fiebres altas, dolores de cabeza, vómito, dolencia muscular y detrás de la órbita de los ojos, insomnio, depresión, entre otros síntomas. Por lo general el dengue no es letal. Sin embargo, bajo su forma más severa, el llamado dengue grave, antes conocido como dengue hemorrágico, que desencadena alteraciones en la coagulación de la sangre, puede provocar la muerte si no se atiende de forma oportuna.

Enfermedad de la pobreza

Sobre las causas y efectos del dengue existen datos suficientes. Por ejemplo, que es signo de insalubridad y pobreza y ataca preferentemente a menores de 15 años y a personas de edad avanzada. Se sabe desde muchas décadas atrás que el mosquito Aedes aegypti y sus variedades que transmiten el dengue se reproducen y actúan si encuentran elementos ambientales y sociales propicios: temperatura, lluvias, mala calidad de vida y de servicios públicos. Los mejores sitios de incubación del mosquito son llantas viejas, latas, envases y demás desechos orgánicos donde se acumula agua de lluvia y que por lo general se amontonan en los patios de las casas, lotes baldíos y tiraderos de basura a cielo abierto.

Las personas se infectan con el virus durante sus actividades diurnas y vespertinas, por lo que la transmisión puede ocurrir en diversos lugares: en el hogar, en el trabajo, en el colegio y en áreas públicas. Subsecuentemente, el dengue puede afectar a todos los niveles de la sociedad.

Sin embargo, la carga de enfermedad por dengue es alta entre la población de mayor pobreza, debido a que frecuentemente viven en comunidades donde los vectores son abundantes, porque utilizan menos barreras humano-vectores –como los repelentes, los mosquiteros en ventanas y puertas, y el aire acondicionado que son utilizados con menor frecuencia debido a su alto costo– y, además, por el hecho que las intervenciones suelen ser menos efectivas en estas poblaciones.

Más del 80% de la población en América Latina vive en zonas urbanas; sin embargo, en la mayoría de las ciudades en la región la urbanización se caracteriza por asentamientos informales sin las adecuadas condiciones de agua potable, sin alcantarillado, ni recogida de basura, sanidad ni electricidad. Existe una acumulación de utensilios a la intemperie, como llantas, latas y otros en los que se acumula el agua, que favorecen la proliferación del vector del dengue. Casi todas son áreas densamente pobladas, y la pobreza es el factor predominante.

Combatir el dengue no es cosa de otro mundo, siempre y cuando haya suficiente coordinación institucional y programas efectivos para atacar la desigualdad y la marginación que garanticen el bienestar de las comunidades, especialmente las que destacan por su pobreza y son las menos atendidas por los servicios de salud. Basta con destruir las áreas de incubación del mosquito o la fumigación de las mismas. En esa tarea el sector público ha fallado con frecuencia al no conceder la importancia debida al trabajo con la gente a fin de identificar y evitar enfermedades de la pobreza. Para tener éxito, desempeña un papel clave la población más expuesta, ya que sin su participación los programas para prevenir y combatir las enfermedades no rinden los frutos deseados.

Se triplican los casos en el país

Estamos a punto de concluir lo que se considera el fin de la temporada de alta trasmisión del dengue y a nivel nacional, al término de la semana 45 –con información actualizada al 11 de noviembre de 2019– se reportaron en todo el país 22 mil 614 casos confirmados de este virus transmitido por vector, cifra que aumentó más de tres veces con respecto al mismo periodo de 2018, cuando se registraron 6 mil 470 casos.

Un total de 108 personas han muerto, en comparación con las 75 defunciones ocurridas durante todo el 2018.

De acuerdo con cifras de la Secretaría de Salud, Jalisco permanece como la entidad que presenta el mayor número de casos confirmados con 8 mil 270 y 24 muertes. Además de Jalisco, según el reporte epidemiológico, el 70% de los casos confirmados corresponden a Veracruz, Chiapas, Oaxaca y Puebla, aunque Quintana Roo les sigue con un incremento desmedido, de 222 casos registrados durante 2018 a mil 378 en lo que va de 2019 y ocho decesos, y solamente en Tlaxcala y la Ciudad de México no se ha reportado un solo caso.

En cuanto a edades y género, la mayor cantidad de casos de dengue se reportan entre los 5 y los 29 años, mientras son que las mujeres quienes más lo han padecido, al menos en este año, con un 56%, contra 44% en hombres.

Si nos concentramos en Quintana Roo, la dependencia federal indica que, en cuanto a casos e incidencia de dengue por entidad federativa, el estado aparece en la tercera posición con mil 378 casos confirmados-acumulados y con un 72.91 en la tasa de incidencia, sólo por debajo de Jalisco y Veracruz, pero en general en cuanto a casos, es el sexto lugar.

Esos casos se concentran (incidencia por 100 mil habitantes) en los municipios de Solidaridad (345), Felipe Carrillo Puerto (102), Bacalar (62), Lázaro Cárdenas (62), y los 807 restantes en los otros siete municipios.

Un caso de austeridad mal aplicada

Un estudio de la organización Mexicanos Contra la Corrupción y la Impunidad apunta que aunque la incidencia del dengue se triplicó este año, el gobierno federal retrasó tres meses la compra de insecticidas contra el mosco transmisor de esta enfermedad porque aseguraron que se detectó corrupción en las compras de estos productos. Pese a ello, la compra terminó adjudicándose directamente a las mismas empresas que vendían a la pasada administración federal.

El subsecretario de Salud, Hugo López-Gatell, aseguró en una de las conferencias de prensa mañaneras del presidente Andrés Manuel López Obrador que las actuales autoridades detectaron esquemas de corrupción en la compra de insecticidas, a través de los cuales “predominaban algunas compañías (proveedoras) sobre otras”.

Además, denunció que la compra gubernamental de estos productos, imprescindibles para controlar la proliferación del dengue, en años pasados estaban amañadas.

El subsecretario dijo que para desarticular esos esquemas de corrupción, este año las autoridades federales realizaron la compra de los insumos de manera “rigurosa y transparente”, y que con la ayuda de expertos nacionales e internacionales lograron identificar y elegir los mejores productos para su compra, y no aquellos insecticidas que venían “con dedicatorias”.

En junio pasado, Mexicanos contra la Corrupción y la Impunidad dio a conocer que el gobierno federal contaba con un presupuesto de 192 millones de pesos para la compra de insecticidas contra el mosco transmisor del dengue y que para mediados de año seguía sin ejercerse, a pesar de que la compra de estos productos solía realizarse entre abril y mayo.

Los insecticidas, que según las actuales autoridades debieron adquirirse entre mayo y junio, finalmente fueron comprados el 6 de agosto, cuando ya los casos de la enfermedad se habían disparado, generando preocupación e inconformidad en la población, lo que fue ampliamente documentado en los medios informativos y condujo a la prolija explicación de López-Gatell arriba citada.

Finalmente, según los contratos, la Secretaría de Salud no sólo adquirió las mismas marcas y productos que en años anteriores, sino que los compró a los mismos proveedores que la pasada administración federal y, además, fueron comprados al mismo precio, o más, que pagó el gobierno anterior.

El nuevo esquema anticorrupción en la compra de insecticidas generó un retraso de tres meses en la compra de estos productos, con un ahorro de 3 millones de pesos, en comparación con el año anterior: en 2018, el gobierno federal destinó a insecticidas 170 millones de pesos, y en 2019 se gastaron167 millones.

Sin embargo, mientras este ahorro de 3 millones de pesos era alcanzado, durante los primeros ocho meses de 2019 México hubo un incremento de 312% en la incidencia de dengue, según las estadísticas de la Secretaría de Salud.

Quintana Roo: sigue el combate

Alejandra Aguirre Crespo, Secretaria de Salud en Quintana Roo, especificó que siguen realizando las acciones pertinentes, especialmente las que van encaminadas a la eliminación de criaderos.

“Continuamos haciendo el vínculo con los municipios del estado para que podamos fortalecer la disminución de criaderos de mosco, insistimos para que la gente elimine los criaderos del mosco sobre todo en lugares donde es fácil que se reproduzcan, recipientes con agua, deben voltearlos, sus cubetas, que tengan sus patios limpios, esas son de las mejores acciones preventivas que podemos hacer para prevenir casos de dengue”.

Por su parte, Homero León Pérez, Jefe de la Jurisdicción Sanitaria No. 2, dijo que están a la espera de que desde la federación manden los insumos para hacer la nueva fumigación y eliminar los criaderos, pero a pesar de ello no han dejado de realizar las tareas de descacharrización, en conjunto con los ayuntamientos.

“Vivimos en una zona endémica donde toda la vida vamos a tener dengue, zika y chikungunya”, recordó.

Se complicará el 2020, advierten

El panorama epidemiológico para el año próximo, desafortunadamente, no es optimista, de acuerdo con declaraciones del secretario del sindicato de trabajadores del sector Salud, Barbaciano Sansores Matos, quien advirtió la situación se complicará por el recorte presupuestal aplicado por el gobierno federal, que dificulta el combate de enfermedades como el dengue, por lo que si los diputados federales no reajustan el presupuesto no se contará con recursos suficientes para la adquisición de insumos y contratación de personal.

Deploró que con la desaparición del programa Oportunidades se perdió la posibilidad de contratar a 350 trabajadores y aunque la autoridad estatal ha destinado apoyos, “la verdad es que nos encontramos desfasados”.

“El Gobierno del Estado ha tenido que asumir las consecuencias de los recortes federales y si se contratara gente se estaría descuidando la adquisición de insumos. El gobierno estatal aporta dinero, pero no resulta suficiente para atender las necesidades en materia de salud; estamos en noviembre y no han llegado los recursos de la federación para adquirir insumos”, manifestó.

El dirigente sindical dijo que incluso, ante la carencia de recursos federales, el gobierno estatal tuvo que invertir recursos para la adquisición de vacunas para la prevención de la influenza, un mal que ya ha ocasionado dos fallecimientos en Quintana Roo y que, aunque por el momento se mantiene en los parámetros estimados y no supone motivos de alarma, requiere precisamente de la vacunación como mejor herramienta para mantenerse en ese estatus, al fortalecer las barreras de interrupción y prevención de nuevos casos.

 

Recomendaciones

Para estar alertas a cualquier contagio de dengue, la Secretaría de Salud sigue exhortando a la población a acudir a la unidad médica más cercana, en caso de presentar síntomas como fiebre, náusea, vómito, dolor de cuerpo y cabeza.

Y poner especial atención en menores de cinco años, quienes únicamente presentan fiebre como signo de alerta.

También reiteró  la recomendación de medidas sencillas para evitar contagios por el dengue, como la eliminación de recipientes que pueden servir de criaderos de mosquitos, latas, botellas, llantas, trozos de plástico y demás contenedores que no se utilicen; colocar mosquiteros en ventanas y puertas y aplicar cada tres horas, repelente sobre la piel expuesta.

 

Cómo se clasifica el dengue

Hay que recordar que la clasificación de dengue cambió: dividido anteriormente en dengue clásico y hemorrágico, ahora se clasifica en dengue no grave, dengue con signos de alarma y dengue grave.

El dengue no grave, o sin signos de alarma, puede presentar fiebre, tos, nauseas, vomito, erupción cutánea, dolor muscular y de articulaciones y cambios en estudios de laboratorio como leucopenia, el manejo es ambulatorio y requiere hidratación oral y seguimiento médico.
El dengue con signos de alarma incluye también dolor abdominal intenso y continuo, vómito persistente, edema o hinchazón de manos y pies, cambios en plaquetas confirmado por laboratorio, con estos datos es necesario hospitalización y seguimiento médico.
El dengue grave puede tener complicaciones que ponen en peligro la vida, como datos de sangrado que puede ser por encías, nariz, dificultad respiratoria y alteración del estado de alerta y datos de choque hipovolémico, requiere hospitalización inmediata y seguimiento médico, con esta nueva clasificación es importante acudir al médico cuando está iniciando la enfermedad dentro de los tres primeros días de aparición de signos y síntomas, para identificar cambios y actuar oportunamente, de no ser así el riesgo de daño es mayor.
El mosquito Aedes Aegypti vive en hábitats urbanos y se reproduce principalmente en recipientes artificiales. A diferencia de otros mosquitos, se alimenta durante el día; los periodos en que se intensifican las picaduras son el principio de la mañana y el atardecer, antes de que oscurezca. En cada periodo de alimentación, el mosquito hembra pica a muchas personas. Los huevos de Aedes pueden permanecer secos en sus lugares de cría hasta por dos años y eclosionar al entrar en contacto con el agua.