Ernesto Quiroz García, director de la Unidad de Especialidades Médicas del Centro Integral de Salud Mental (Uneme-Cisame) en Cancún, es un ejemplo de los valiosos miembros de la comunidad cubana que se han integrado con agradecimiento a esta urbe multicultural, para aportar a su desarrollo

JENNIFER AGUILERA

Ernesto Quiroz García es un psicólogo apasionado de su profesión, que siempre está buscando como ampliar sus conocimientos y transmitirlos como catedrático y ponerlos en práctica en el campo de la salud, tanto a nivel privado como en el servicio público en Cancún.

Narra: “Yo nací en Cuba y estudié la licenciatura en psicología clínica en la Universidad de Ciencias Médicas de la Habana (UCMH). Sin embargo, al llegar a México mis estudios no me son validados, por lo que investigo cómo obtener la licenciatura en este país y presento un examen Ceneval para la titulación por conocimiento en la licenciatura de Orientación Educativa y así lograr trabajar de manera legal, en lo que lograba validar mi título de Cuba”.

Empezó a trabajar, en Villahermosa, Tabasco, en el Instituto Mexicano del Seguro Social (IMSS), en el programa de atención domiciliaria a pacientes con enfermedades crónico degenerativas.

“En el 2003 cambié mi residencia a Cancún y por seis meses trabajé sin goce de sueldo en el Sistema de Desarrollo Integral de la Familia (DIF) de Benito Juárez, siendo la directora Margarita Vázquez Mota, quien me indicó: ‘primero vamos a valorar tu trabajo y conocimientos para saber si te vamos a contratar’”.

Al cabo de seis meses fue contratado y nombrado director del Programa de Atención a Menores y Adolescentes en Riesgo (PAMAR), en donde desarrolló programas preventivos para ayudar a niños y adolescentes de la calle en riesgo, así como adolescentes embarazadas. Fueron tan buenos los resultados, que le ofrecieron ser la dirección del programa a nivel estatal.

Por ello, cambió su residencia a la capital del estado para trabajar en el DIF Estatal, que era presidido en aquel entonces por Narcedalia Martín de González. Meses después decidió entrar a un concurso a nivel nacional por medio del cual otorgaban tres millones de pesos a la institución que creara un nuevo programa para ayudar a los niños y adolescentes en riesgo.

El DIF Quintana Roo participó y ganó el concurso con un programa para que los menores de edad en situación de calle, que por alguna razón no han aprendido a leer, lo hagan en un lapso de 90 días, desarrollado en coordinación entre el DIF Estatal y una escuela de Cuba, tomando un poco el ejemplo del método de enseñanza del Instituto Nacional para la Educación de los Adultos (INEA).

Con el importe del premio se adquirieron aulas móviles para hacer llegar el método de lectura a las comunidades mayas, aunque –lamenta– cuando se dio el cambio de gobierno, muchos de los programas que desarrollaba la institución se perdieron, entre ellos ese; además, admite, ya estaba agotado de ser el director de las casas de asistencia temporal del Estado.

Ernesto Quiroz toma sus maletas y se regresa a Cancún, ya que su campo de trabajo es más amplio en la zona norte, y empieza a dar clases en la universidad Humanitas, formando a enfermeros y trabajadores sociales, impartiendo cátedras en psicopatologías e intervención de crisis por medio de terapias. Además, estudia un posgrado sobre control de la ira.

Fue llamado a colaborar en el Centro Médico Cubano, en el que participan sólo especialistas, cobrando consultas de 350 pesos como máximo, con la consigna de que si las familias no cuentan con recursos se les obsequia el servicio, pues consideran que fueron recibido con los brazos abiertos por los cancunenses y de esa manera regresan un poco de lo mucho que reciben.

Asimismo, fue invitado a dirigir la Unidad de Especialización Médica-Centros de Atención Primaria en Adicciones (Uneme-Capa), donde aprendió sobre el tema de adicciones de atención primaria, en consumo de alcohol, cocaína, marihuana y anfetaminas, y su impacto en las familias. Después de varios años al frente de esa institución se le presenta otra oportunidad dentro de la misma Secretaría de Salud.

Comienza a laborar como psicólogo aplicativo en la Unidad de Especialidades Médicas del Centro Integral de Salud Mental (Uneme-Cisame), y tras un año de trabajo es nombrado director de la clínica, uno de los más grandes logros para él en su carrera profesional, al estar a cargo de una institución que atiende a pacientes psiquiátricos, a quienes se les brinda psicoterapias, algo que le apasiona.

Con motivo de la globalización y el crecimiento de la población el campo de la salud mental es cada vez más amplio y crecen los trastornos, por lo tanto, comenta, esta es una profesión que seguirá siendo imprescindible, ya que cada vez se sabe más de las necesidades de atención de personas en depresión y trastornos de ansiedad, muchos relacionados con secuelas de infancia, de hombres y mujeres que vivieron violencia.

Añade que esta sociedad le brinda la oportunidad de seguir capacitándose y compartir sus conocimientos con estudiantes, a la vez que amplía sus conocimientos en los temas que atañen a su labor; ahora, con la llegada de la pandemia por Covid-19, su labor no se detiene, ni de manera particular, pues ahora brinda terapias en línea, ni en el sector público, donde atiende vía telefónica y presencial. Apunta que los casos de violencia se han elevado en la ciudad, por lo que invita a las personas que durante este período de aislamiento social obligado se sientan abrumados por tristeza, miedo, ansiedad, estrés, ira, entre otros sentimientos que afecten su salud mental, a llamar al 911.