CLAUDIO OBREGÓN CLAIRIN

Estaba a punto de darme un chapuzón cuando… observé que una botella de plástico se deslizaba entre las olas como si tuviera voluntad propia, me acerqué a ella y descubrí a mi maestro de astronomía, El Cangrejo Emiliano, quien utilizaba la botella como tabla de surf.

—Hola Emiliano ¿Cómo estás? — le pregunté.

—Siempre me preguntas lo que es obvio, divirtiéndome ¿no ves?

En ocasiones el cangrejo Emiliano es severo conmigo pero en ese momento pensé: en el fondo le caigo bien. Leyendo mis pensamientos, Emiliano me dijo:

—Te equivocas, no me caes nada bien, de hecho, pocos humanos son consecuentes con lo que piensan y luego hacen, pero tú, eres de los peores….

Emiliano fijó su mirada en mis emociones y continuó:

—El otro día me preguntaste sobre el origen del Universo, pon atención porque no tengo tiempo ni ganas de platicar contigo. Los astrónomos sabemos que en el principio de nuestro Universo, el tiempo se hizo presente después de una gran explosión nacida del “algo” un poquito más grande que la nada misma.

Este evento se nombra “Big Bang”. Una diezmilésima parte de un segundo después del Big Bang, el Universo tenía la medida de nuestro Sistema Planetario Solar, en ese instante, se formaron pequeñas partículas subatómicas como los protones y los neutrones; un segundo después, el Universo tenía 20 mil años luz de diámetro y se expandía de manera irregular.

Pasaron 100 segundos después del Big Bang, entonces los protones y los neutrones formaron los núcleos de hidrógeno. Transcurridos 300 mil años, el Universo inició un periodo de enfriamiento pero continuó expandiéndose. Existen rastros de ese periodo llamados “rayos fósiles de baja energía”, el satélite COBE los detectó en todas las direcciones y tienen una temperatura de -270 grados Celsius.

Después de 1000 millones de años del Big Bang, los átomos de hidrógeno se agruparon y se prendió la luz con la aparición de las primeras estrellas; cuando se les acabó el combustible, explotaron estruendosamente y así nacieron las nebulosas, las novas y las supernovas.

Se ha comprobado que cuando las estrellas tienen más de cuatro veces la masa de nuestro Sol, al concluir su reserva de hidrógeno, se expanden y absorben todo lo que se encuentra a su alrededor, luego se contraen y la densidad de su masa no permite que salga la luz. Estos son los famosos agujeros negros. Fíjate bien terrícola, si de pronto se te ocurriera pasar junto a un agujero negro, te jalaría brutalmente y su fuerza te convertiría en una especie de espagueti.

Conocemos todo lo relacionado a los agujeros negros gracias a los efectos gravitatorios que ejercen sobre estrellas cercanas a quienes les roban energía y terminan por comérselas, tal y como sucede en el remolino de agua de un lavabo que se lleva de corbata a una hormiga que caminaba por ahí. Si los agujeros negros no tuvieran salida, entonces no se llamarían agujeros sino hoyos negros. Ahora bien, lo interesante radica en conocer si la salida del agujero se localiza en este mismo Universo o en algún otro.

Han pasado 13 750 millones de años desde que sucedió el famoso Big Bang. En este pequeño periodo de tiempo, se han formado miles de millones de galaxias y tú estás medio escuchándome y medio viendo a las muchachas de Sinaloa que están en la playa.

—No, no, no, te juro que estoy muy interesado en lo que me cuentas— contesté.

—Además de tarugo, hipócrita, reconoce que tus instintos van de la mano de tus deseos y no jures, porque estás negando tu condición, ¿en qué me quedé? Ah sí ¿qué pasó antes del Big Bang? Según el físico Thibault Damour, antes del nacimiento de nuestro universo, existió un periodo de tiempo y espacio formado por una marea de ondas o cuerdas que deambulaban irregularmente y sin sentido aparente; dos de entre ellas chocaron, formaron una bola de espacio-tiempo microscópico que se infló bruscamente hasta llegar a la medida del diámetro de un cabello y, cuando explotó, formó al Universo.

El científico Neil Turok, en 1998, determinó con sus cálculos matemáticos que el universo era más pequeño que la pequeñez y todo estaba reunido en una especie de bolita que de pronto se desenrolló, así nada más, sin tanto chiste.

Pero el más audaz de los científicos que explican la creación del Universo es Andrea Lïnde quien trabaja para la Universidad de Stanford y es de origen ruso. Según su tesis, vivimos en un Multiuniverso compuesto de millones de Universos pegados unos junto a los otros; algunos universos paralelos, en lugar de ser de materia, son de antimateria y, al contrario de nuestro Universo, en ellos pueden existir más de cuatro dimensiones (tres en el espacio y una en el tiempo).

Ahora bien, los sustancial es definir si el Universo ¿es finito pero no se puede medir o es infinito a secas y ya? Si tiene fin, entonces ¿qué lo envuelve?

—¡Despierta!— me gritó Emiliano.

—No estoy dormido— le contesté y siguió con su tono severo:

—Escucha la parte final de mi chorema de Pitágoras… ¿qué hay en el vacío? ¿Se puede crear algo de la nada? Son preguntas medio sosas pero profundamente humanas, por eso te las formulo…

—No sé— le dije y con sonrisa burlona me contestó:

—Es notable tu capacidad de análisis y tu entereza para enfrentar a lo desconocido… mira polvo de estrellas concentrado en un Ego, en 1940, el maestro H.B.G. Casimir, predijo la existencia de partículas virtuales pero no fue sino hasta 1994 que se pudo crear un condensador donde en su interior se provocó un vacío, luego se le inyectó un campo eléctrico generando tal tensión que obligó al vacío a fluctuar, inmediatamente después, salieron disparados del vacío unos electrones que se estrellaron en las paredes internas del condensador y desaparecieron por el tremendo golpe que se dieron ¿de dónde salieron estos desdichados electrones? Según la Teoría de la Relatividad de Einstein, el vacío está poblado de diversas partículas virtuales que nacen y desaparecen tan rápido que resulta imposible detenerlas por un instante y preguntarles que hay detrás de la nada.

Son como los platillos voladores de Maussan o los niños que se divierten tocando los timbres de las casas, de pronto los ves y luego ya no los ves ¡Hey! Estás de suerte: ¿ya viste a la muchacha sinaloense que viene hacia nosotros?

Giré mi cabeza a donde Emiliano señalaba con su pinza y no vi a nadie, regresé mi mirada a la botella de plástico y el canijo cangrejo había desaparecido igual que los electrones del fenómeno Cassimir.

Facebook: Claudio Obregón Clairin / Investigador, Guía y Promotor Cultural