MUJERES SANANDO

LIZETTE AGUIRRE MORLET

Participemos en foros, conferencias o actividades en comunidad que podamos para erradicar la violencia contra la mujer sí, pero también erradiquémosla entre nosotras y desde casa, una cosa no excluye a la otra.

El 25 de Noviembre celebramos el Día Internacional de la Eliminación de la Violencia contra la Mujer, proclamado en 1993 por la ONU con una “Declaración sobre la eliminación de la violencia contra la mujer” “reconociendo  la urgente necesidad de una aplicación universal a la mujer de los derechos y principios relativos a la igualdad, seguridad, libertad, integridad y dignidad de todos los seres humanos, observando que estos derechos y principios están consagrados en instrumentos internacionales como la Declaración Universal de los derechos humanos” entre otros.

Esta Declaración define la violencia contra la mujer como “todo acto de violencia que tenga o pueda tener como resultado un daño o sufrimiento físico, sexual o sicológico para la mujer, así como las amenazas de tales actos, la coacción o la privación arbitraria de la libertad, tanto si se producen en la vida pública como en la vida privada.”

En su artículo 2 esta Declaración estipula que “se entenderá que la violencia contra la mujer abarca los siguientes actos, aunque sin limitarse a ellos: la violencia física sexual y sicológica que se produzca en la familia incluidos los malos tratos, el abuso sexual de las niñas en el hogar, la violencia relacionada con la dote, la violación por el marido, la mutilación genital femenina y otras prácticas tradicionales nocivas para la mujer, los actos de violencia perpetrados por otros miembros de la familia y la violencia relacionada con la explotación”. Esto dentro de la familia y de la comunidad en general e instituciones.

Entonces, en el marco de la celebración de este día, organismos como la ONU, han puesto en marcha campañas como “Campaña Únete de aquí al 2030 para poner fin a la violencia contra las mujeres”  en donde proponen mantener este esfuerzo por varios días y años para prevenir y lograr eliminar dicha violencia  marcando “16 días de activismo contra la violencia de género” que busca entre otras cosas promover foros, conferencias, campañas para unirnos y lograr erradicar la violencia y desigualdad de género con actividades como Foro Generación Igualdad, “que es una reunión mundial en pos de la igualdad de género y centrada en la sociedad civil, a la que convoca ONU Mujeres y que organizan conjuntamente los gobiernos de México y Francia”.

El foro se inaugurará en México durante el primer trimestre de 2021, sin fecha exacta aún y culminará en París en 2021 también. El objetivo de este, entre otros, es “desarrollar una estrategia global feminista para proponer e impulsar cambios acelerados hacia la igualdad de género en los próximos años”.

Como esto, hay más actividades, en las que podemos informarnos o participar para promover y cooperar en la eliminación contra la violencia a la mujer, en esta organización, o en tantas otras que tienen la misma finalidad, ayudar a las mujeres, promover igualdad de derechos humanos, fomentar igualdad salarial y promover solidaridad entre nosotras, entre otros objetivos.

Esto es de lo general a lo particular y en verdad yo aplaudo y participo en medida de lo posible en estas actividades, pero ¿cuál sería mi principal y más fuerte participación, como mujer, como ciudadana, como madre, hija, hermana, amiga, etcétera? Ir de lo particular a lo general. Empezar conmigo misma, después en mi núcleo familiar, es decir en mi familia, con mis hijos con mi esposo, después en el siguiente circulo, el más cercano, mi madre, padre, mis hermanas y hermanos, sobrinas y sobrinos, primas, tías, abuelas, después con amigas, compañeras de trabajo, vecinas y así sucesivamente y con mujeres y hombres. Porque mi onda expansiva de poder va de adentro hacia afuera, lo que yo pueda lograr con mayor fuerza y triunfo, será lo que este más pegado a mí y de ahí para adelante.

Si yo me dejo violentar o educo a mis hijos, hombre y mujer, a que se violenten a sí mismos o se dejen violentar por otros hombres o mujeres o violenten a otros hombres o mujeres o a sus parejas en un futuro, no servirá de nada que yo salga a marchar contra la violencia de género, si la estoy permitiendo y promoviendo en mi propia casa. Si yo hago y le enseño a mi hija a envidiar o burlarse o agredir a sus amiguitas o compañeritas o le enseño a mi hijo a ser violento con su hermana o sus compañeras u otras mujeres, o les permito a ambos estos comportamientos y que se burlen y humillen, todo el esfuerzo al salir a marchar y gritar contra los feminicidios o asistir a estos foros, se verá mermado porque estaré lanzando al mundo otro hombre y otra mujer que violenten, o si yo misma me comporto así con otras mujeres y me burlo  de ellas o las critico porque no piensan o hacen lo mismo que yo, no estoy siendo congruente ni sorora de verdad.

A eso me refería, en mi artículo anterior. Qué maravilla que actualmente hay mucha más apertura y apoyo para que podamos manifestarnos y reclamar nuestro derechos, que bueno que se ha logrado tanto en las últimas décadas respecto a los derechos de las mujeres, que bien que actualmente haya tantos foros y unión entre nosotras para defendernos y reclamar para eliminar tanta violencia contra las mujeres, pero así como es afuera, que sea adentro, pues así como es adentro es afuera.

Y no me refería ni me refiero en lo absoluto a que la violencia de género no existe. Compartí mi columna en algunos grupos de Facebook con un texto de presentación  a propósito, de que somos nuestras peores enemigas las mismas mujeres y obvio algunas me dijeron misógina. No somos nuestras peores enemigas porque la violencia que un hombre puede ejercer contra nosotras es mucho más grande, por la misma fuerza natural y por el arraigado machismo de humillar, denigrar, violar o matar por odio, por celos, por control, por creerse superiores, que muchos hombres tienen (no todos porque como dije, no podemos generalizar), pero sí, somos a veces desde casa y contra nosotras mismas, las que nos juzgamos, humillamos, demeritamos, traicionamos o no apoyamos a las demás. Una cosa no excluye a la otra y no por decir que los hombres ejercen violencia contra nosotras (sin comparar), quiere decir que no existe violencia entre nosotras mismas.

Yo hago un llamado a estar verdaderamente unidas y practicar realmente la sororidad primero con nosotras mismas, después con nuestras hijas y hermanas y así sucesivamente hasta llegar a la que no conozcas personalmente pero que interactúa contigo en un grupo, en una sociedad, en una organización, en un trabajo, en una red social… el entramado es infinito y lo que yo haga con una, lo haré con todas, lo que tú hagas con una lo harás con todas. Créele a tu hija, no critiques a tu amiga, apoya a tus compañeras de trabajo, créele a tu vecina si la violentan, no te burles de otras mujeres, que la envidia o el coraje o la poca autoestima no hable por nosotras. Sanemos una a una primero desde adentro para lograr cambios reales y sustanciales afuera.

No importa si la muestra de la que yo hablaba es pequeña o grande pues pertenece a la población, no importa si profesa tu misma ideología o religión o no, o si es de un color u otro o si es de una colonia u otra, o si usa una marca de ropa u otra o si se maquilla feo o bonito o si se viste a la moda o no o si… todas estas nimiedades forman una totalidad, a la que pertenecemos todas. Lograremos  estos cambios que buscamos y ser un género unido realmente, cuando logremos esta unicidad en nuestra propia casa, y por casa me refiero a tu hogar, a tu familia, y también a lo femenino, a nuestra casa femenina, a nuestra casa como mujeres. Y claro que no nos deconstruimos en un día como me decían, por ello empecemos un día, pero empecemos todas y entonces el camino será menos difícil.

Fuente: www.un.org