Roberto Hernández Guerra

 

Aquellos que añoran el “antiguo régimen” caracterizado por la corrupción, el individualismo a ultranza, el “aspiracionismo” y el fin de la historia patria, todo esto como aderezo del modelo económico neoliberal, no pierden la ocasión para criticar y tratar de descarrilar los cambios que promueve el actual gobierno. Algunos de ellos han dejado de obtener beneficios del erario, otros precavidos “ponen sus barbas en remojo” por lo que pueda suceder.

Los argumentos que esgrimen, en ocasiones rayan en lo ridículo. El ejemplo más próximo es el relativo a “la torre inclinada” del Aeropuerto Felipe Ángeles, con el que se pretende descalificar a los ingenieros militares responsables del proyecto. En otros casos sustentan sus acusaciones en el apoyo que reciben de jueces y magistrados, que ya sabemos tampoco están a gusto con la transformación del país que ven venir y que les afectará sin duda alguna.

De éste último tipo de eventos es el “sainete” que lo que algunos califican como “comunidad científica” está protagonizando, con motivo de una actuación de la Fiscalía General de la República (FGR) en contra de una Asociación Civil denominada Foro Consultivo, Científico y Tecnológico (FCCy T A.C.) por “las posibles irregularidades” en la utilización de asignaciones millonarias de recursos públicos recibidos a través del Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología (Conacyt). Cabe señalar que al elenco del mismo, se ha incorporado un “primer actor” como lo es el propio rector de la UNAM.

Con independencia de que se pueda considerar exagerado acusar a los 31 “académicos” implicados en el maxiproceso, de delincuencia organizada y más allá de si se prueban los cargos o no, es conveniente aclarar algunos aspectos del asunto.

En los antecedentes del caso, o mejor dicho del “libreto”, está la negativa de la directora del Conacyt, María Elena Alvarez-Buylla de proporcionar en el año 2020 un presupuesto de 50 millones de pesos para la operación del citado organismo, por considerarlo exagerado. Como consecuencia la Asociación Civil se amparó con resultados positivos y al no ser satisfecha su petición, en el mes de marzo el juez Décimo Sexto de Distrito en Materia Administrativa, Gabriel Regis López consideró que la directora del Consejo cometía el delito de desacato; sin duda asunto de leguleyos. La respuesta de esta última fue presentar la denuncia ante la FGR por el presunto desvío de recursos y lavado de dinero.

Veamos otros aspectos que han trascendido del problema. Es obvio que los integrantes de la Asociación Civil  multicitada se dedicaban a “coloquios”, “simposios”, “congresos” y viajes, sin que se materializara su trabajo en algo que significara avance de la investigación científica. Es suficiente para entender lo que hacían, la calificación de “burocracia sobre burocracia” que  Alejandro Páez Varela diera en el programa “Los Periodistas”,  a la descripción de sus funciones por parte de la maestra Gabriela Dutrenit quien fuera su secretaria técnica en el período 2012-2014. Por su parte, el presidente López Obrador señaló en su conferencia mañanera que dicho organismo había dedicado 100 millones de pesos a la investigación y 437 a la administración, gastos de viaje, comidas y otros aspectos de la misma naturaleza, con lo que se confirma la calificación anterior.

Mención aparte y como parte final del melodrama, es la petición del folklórico senador Armando Guadiana de auditar a las universidades públicas, como consecuencia de hechos tales como la participación de algunas de ellas en la llamada “estafa maestra” o el control que ejercen “jefes máximos”, ejemplo es Gerardo Sosa Castelán en la de Hidalgo con su “Sosa Nostra” o Raúl Padilla en la Universidad Autónoma de Guadalajara.

Sin dejar de reconocer el importante papel que juegan nuestras máximas casas de estudio en la vida del país, pensamos que la autonomía de que disfrutan no es “patente de corso” para manejar los recursos públicos sin la debida transparencia. Por lo que se refiere a los científicos e investigadores, también es preciso que actúen con  la mayor claridad y que veamos los resultados tangibles de lo invertido en ellos.