Roberto Guzmán

Si bien la mayoría de nosotros los LGBT hemos crecido en entornos culturales repletos de tabúes alrededor de la sexualidad, lo cierto es que las exigencias contemporáneas demandan que países y sociedades hayamos resuelto un prejuicio tan básico como lo es la homofobia. México es una sociedad basada intensamente en la familia, al grado de ser la única institución en que se confía colectivamente y a la que el avance de las agendas LGBT amenaza desde su concepción tradicional, evidenciando que ya no es esa forma conservadora la única forma para que se pueda vivir en convivencia. Si la homosexualidad siempre ha existido, resalta que hace dos décadas que se destipificó de lo que se aseguraba ser antinatural y una enfermedad mental, pero lo que hoy sigue siendo sorprendente es que  a muchos y muchas personas, como autoridades, les continúe generando conflicto que exista la homosexualidad.

Ante el chapulineo de suspirantes y candidatos a las diputaciones y gubernatura para el próximo mes de junio, en el proceso por decidir de las personas LGBT a quién elegiremos, entre lo mismo y lo igual o por ahí un nuevo perfil, en redes sociales se ha tornado más recurrente leer y encontrarnos con opiniones diversas que no dejan de hacernos reflexionar que en los muchos campos de batalla que comienzan a calentarse el voto rosa está ya sonando para ser utilizado por muchos como botín electoral.

Al igual, en unos meses habrá de nuevo en muchas partes del planeta actos, eventos, marchas, discursos pero sobre todo en el proceso electoral que ya ha comenzado, simulaciones oportunistas de cada uno de estos candidatos, muchos de los cuales seguro con cinismo declararán estar muy cerca de las personas LGBT, afirmando que gracias a sus partidos la homofobia y los crímenes de odio han dejado de existir, pese a que muchos LGBT hoy siguen callando su condición y sobrellevando en la intimidad su derecho a ser felices y vivir su condición por temor a enfrentar posibles repercusiones.

Considero, mi estimado lector, que quienes hemos vivido por décadas discriminados, coartados de nuestros derechos y siendo presas de la intolerancia y el odio, debemos pensar mejor y elegir a la hora de votar de forma menos pendeja y permanecer alertas, exigiendo que se dé cumplimiento al Estado de Derecho, que se subraye la defensa del Estado Laico de nuestra entidad, consagrado en la Constitución Política y establecido de manera clara y operativa a través de procedimientos y regulaciones jurídicas que hoy garantizan este mismo.

Como ciudadanos LGBT hago un llamado para que exijamos a todos los partidos en contienda y a sus candidatos, que su participación no solo esté para promover e impulsar el reconocimiento y garantía del ejercicio pleno de todos los derechos ciudadanos, sino también los de todas las personas específicamente de nuestras poblaciones LGBT de Quintana Roo para que implementen medidas de nivelación y de inclusión, con acciones afirmativas que erradiquen las desigualdades que nos vulneran y  precarizan a nuestro sector, para que se nos garantice el acceso a una vida libre a todas las formas de violencia y discriminación, así como a servicios públicos de calidad y una justicia con igualdad.

Ante esto, cabe recordar que la Comisión Nacional de Derechos Humanos señaló en 2018, entre los resultados de una encuesta sobre homofobia y el mundo laboral, que en nuestro país uno de cada tres homosexuales sufre discriminación en el trabajo, al haber compartido el 35% sentirse hostigados por serlo y un 42% por no poder expresar su condición sin sentir miedo a posibles represalias de sus jefes. ¿Qué harían ustedes, mis estimados lectores de la diversidad sexual, creen que algún candidato toque el tema sin oportunismo durante su campaña?