Avecindada desde hace 28 años en Cancún, a donde llegó en busca de un mejor entorno familiar, le ha aportado a la ciudad en reciprocidad sus esfuerzos para la formación de jóvenes universitarios y, desde el Observatorio Urbano, en el análisis y búsqueda de vías de solución a las problemáticas de violencia social y de género que enfrenta la entidad

JENNIFER AGUILERA

Mi historia de vida en Cancún inició hace 28 años; en realidad no soy fundadora, soy más bien de esa generación que llegó a darle forma al desarrollo que ya se tenía, no llegué a la aventura y a ver qué pasa, se trataba ya de un proyecto familiar, ya existía un plan para salir de la Ciudad de México y que mis hijas crecieran en un ambiente más sano.

De hecho no todo fue miel sobre hojuelas: la familia pasó durante los primeros años en Cancún momentos muy críticos económicamente; sin embargo, nunca fue una opción regresar a la Ciudad de México. De manera afortunada, la familia de mi esposo nos apoyó prestándonos una casa en la colonia Lombardo Toledano, lugar donde crecieron mis tres hijas.

Yo venía de haber tenido una pequeña empresa de diseño e impresiones en el centro del país y pretendía hacer algo similar, pero antes estudié el mercado y detecté que era difícil sobrevivir con algo así, pues ya había grandes empresas que atendían al mercado desde Miami o Mérida.

Más tarde se me presentó la oportunidad de dar clases en la Universidad La Salle, sobre análisis estructurales. La docencia me agradó mucho y busqué impartir clases en otras materias como matemáticas, y es que soy ingeniero civil, nacida en San Luis Potosí y toda mi vida y estudios los hice, hasta antes del matrimonio, en mi tierra natal.

Después salió una convocatoria para dar clases en una universidad pública que apenas iba a nacer, yo me sumo al proyecto que dirigió el rector Fernando Espinoza. El gobierno municipal le donó a la Universidad del Caribe el terreno donde ahora se encuentra la plaza Outlet; sin embargo, las inmobiliarias le reclamaron al ayuntamiento y le pidieron que no cediera ese terreno, el cual era para una zona comercial, y así es como se otorga el terreno que se encuentra en Corales.

Ahora faltaba que la sociedad creyera en la Universidad del Caribe; los jóvenes no querían estudiar en una secundaria nocturna y la maqueta del edificio que se les mostraba les parecía un sueño guajiro.

Gracias al trabajo en equipo, a un buen liderazgo, a la preparación de los docentes y los planes de estudio, la Universidad del Caribe empezó a evolucionar en muy poco tiempo y aunque nació en un proyecto junto con otras nueve universidades en el país, la de Cancún sobresalió hasta colocarse en el ranking de las mejores casas de estudio en el nivel superior.

Hoy me da mucho gusto saber que la Universidad del Caribe llegó a ser una opción más de estudios para los jóvenes, cambió el entorno de las colonias Corales y Tabachines, así como del municipio y el estado, con el fin de mejorar las condiciones de vida de la sociedad.

En mis tiempos libres hago yoga, en el hogar hay un huerto que todos cuidamos, procesamos los alimentos, tengo un horno de leña en donde hago pan y ahora la pandemia del COVID-19 me demostró lo vulnerable que somos todos, y me enseñó a agradecer esa energía que brota de la tierra para producir alimentos, esa energía de las manos de los campesinos.

Así que ante situaciones tan adversas tales como el coronavirus, pido un espíritu fuerte, mantenerme saludable y con una buena actitud mental, para mantener el ego dominado y así tener una buena relación con la familia, el trabajo y la sociedad.

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Violencia intrafamiliar

Con el aislamiento dictado por las autoridades a nivel nacional con motivo de la pandemia del coronavirus, la situación de violencia que se vive en miles de hogares en Quintana Roo se recrudeció; basta con solo dar datos del observatorio de seguridad y género de la entidad (Sege), de los tres delitos que se elevaron más en tan solo un año, en contra de las mujeres y menores de edad, como son violaciones en un 294.20%; trata de personas, creció un 240.96% y feminicidios en un 46.13%.

Sobre el tema Celina Izquierdo, quien es secretaria técnica del Observatorio Urbano de Cancún, afirmó que estudios científicos indican que el aislamiento cuadruplicó la violencia en los hogares de todo América Latina, y que el 80% de las violaciones suceden en casa, en donde el agresor es una persona conocida cercana al núcleo familiar; además, el perpetrador no necesita estar alcoholizado para ejercer violencia.

Se sabe –detalló– que el 60% de los agresores estaban alcoholizados y el 40% no, dejando en claro que no es una justificante decir estaba ebrio y no sabía lo que hacía; asimismo el “quédate en casa” hizo que se limitara la venta de alcohol obligando a mucho a la abstinencia, lo cual para la sociedad fue un bien; sin embargo, para muchas familias creó un daño ya que el adicto se volvió más agresivo al estar en abstinencia y encerrado.

Con todas las dificultades que ahora se viven esperemos se le caiga el velo a la sociedad y se rompa con esa cultura machista, que los gobiernos ya no permitan a las empresas cerveceras vender de manera indiscriminada el alcohol, ya que existe una dependencia a esa droga insospechada, externó.

Externó que ahora más que nunca ha quedado en claro la complejidad del problema de violencia de género que existe en Quintana Roo, aunque sólo se conocen las cifras de lo que sí se reporta; lo que no ha evolucionado son las formas de atención de las diversas instituciones, que continúan con una visión machista y para muestra el Poder Judicial, donde se sigue pensando que la culpa en de la mujer: “ella se quejaba mucho, lo provocó, no denunció antes, fue su responsabilidad”; y aunque desde hace muchos años atrás el Observatorio ha solicitado que se hagan cambios en el Poder Judicial, a la fecha no sucede.

Además se ha solicitado que dejen de investigar casos de muertes de mujeres como homicidio, porque después no lo pueden volver a clasificar, se les pide que averigüen el delito como feminicidio, ya que la condena cambia.

Celina Izquierdo dijo que si ya las instituciones públicas tenían problemas con las agresiones y se encontraban rebasadas, la situación ahora es mucho más difícil ya que los delitos están ocurriendo en las casas y los agresores son personas del entorno familiar, a lo que se suma lo complicado que es pedir ayuda, si todo el tiempo la víctima está con su verdugo.