El 2º factor para detener la escalada de violencia en crueldad es que las autoridades enfoquen por lo menos la 3ª parte de sus programas a la prevención y castigo del delito menor porque se han empeñado en los últimos 20 años en ir por los grandes capos o delincuentes relacionados con el narcotráfico pero si alguien asalta a los pasajeros de un camión o le arranca la bolsa a una señora en la calle, si rompe los vidrios de una tienda para entrar a robar nadie se ocupa de perseguirlo y castigarlo porque se trata de delitos menores. Esto se ha interpretado como un aviso de permisividad que termina por ser impunidad, la autoridad no está cumpliendo con su parte del contrato social.

La violencia se aprende y lo que aprendemos lo reproducimos. Eduardo Guerrero asegura “que cuando se rompen los límites ya no hay regreso. La violencia tiene un carácter epidémico y si se descuida a epidemia cruzando ciertos umbrales se vuelve incontrolable”.

La violencia se alimenta de la indiferencia y aunque los ciudadanos consideramos la inseguridad como un problema más grave que el desempleo y la pobreza, nos hemos adaptado a ella y hemos modificado hábitos para sobrellevarla y así vivimos, así hemos decidido vivir, pretendiendo que lo que pasa en este rubro todavía es soportable. Este es el 3er factor, es fundamental cambiar el rol del ciudadano porque en los hechos somos poco participativos, estamos en la parálisis social y falta de activismo operativo. Con excepción del activismo que hacemos en las redes sociales. “Hasta ahora somos una sociedad que espera todo del gobierno y no del mercado, que se sostiene en la familia y no en las instituciones, que no está obsesionada con la productividad ni la competitividad, que no piensa demasiado en el futuro y la innovación no está en nuestras prioridades, no nos urge deshacernos de lo viejo y siempre buscar algo nuevo; al contrario nos choca eso de querer reformar y cambiar las cosas”, dice Sara Sefchovich en su libro ¡Atrévete! La propuesta es que las mujeres iniciemos el cambio. Atrevernos a dar el salto y así como hay madres de víctimas que luchan para que la sociedad no olvide a sus hijos y les haga justicia, así puede haber madres de los delincuentes que luchen porque sus hijos dejen de hacer sufrir a los demás. Sigue diciendo Sefchovich en su libro: “ Esto no es cosa de líderes ni de dirigentes, no es cosa del gobierno, de soldados o policías. Es cosa de cada familia, de cada ciudadano, es cosa de apelar a nuestra propia conciencia como sujetos conscientes de sí mismos y de su entorno social”.

 

LA RUEDA DE LA FORTUNA Seguramente la guerra de lodo sobre quien es más corrupto que se desató la semana pasada seguirá esta que empieza con más estrenos que Netflix, HBO o Prime AMAZON. La caja de Pandora que abrieron nos dará varias sorpresas. Empecemos a recordar una frase luminosa de Voltaire: “La política es el camino para que los hombres sin principios puedan dirigir a los hombres sin memoria”. Por fortuna en los tiempos de las redes sociales siempre alguien se encarga de hacerlo para la elección de 2021.

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Sonría, que hoy también hay buenas noticias