A 24 años de aparecido este libro que rezuma la vigencia de la ironía hiriente hurtadiana, con personajes quintanarroenses e instituciones de antaño como Isidro Santamaría, Magaly Achach, Primitivo Alonso Alcocer, la Cruz Roja, Margarito Buitrón y Juan Carrillo…

HÉCTOR COBÁ

(Primera de dos partes)

Cancún. Crónicas urbanas, 1996, de Carlos Hurtado (QEPD) restriega en la cara de personajes políticos su pobreza humana, sus debilidades potencializadas de ellos, del siglo 20 y del 21 también, de sus instituciones y de una comunidad cancunense, que este 2020 cumple 50 años como ciudad con dificultades de una de 150.

Compendio de urgente reedición para conocer (¿o sanar?) los tumores cotidianos de una sociedad agobiada por problemas que rebasan las soluciones.

Obra que se suma a los libros básicos (que todo buen cancunense debe leer y poseer en su biblioteca, y ¿por qué no?; todo recién llegado y visitante también) como Cancún, fantasía de banqueros de Fernando Martí, el de relatos de Gabriel Vázquez Recuerdo de Cancún, la novela Cancún, todo incluido del mismo Carlos Hurtado Azuara /cronista-croniquero, cuentista, novelista/. Más otra novela: Colapso del tiempo de Mauro Barea, Cancún visto desde Cancún de Héctor Aguilar Zaldivar (QEPD), Por ningún motivo dejes de ser periodista I. Esbozo histórico del periodismo en Quintana Roo 1972-2006 de Sergio Masté y Diccionario para cancunenses de Ismael Gómez-Dantés.

Cancún. Crónicas urbanas es un conjunto de sociología, política, historia, espectáculos, vida urbana de Cancún en 128 páginas; vigente, actual a sus 24 años de publicada; narraciones reales y magistrales que desnudan a vicios y personajes, del ayer y del hoy, de la política quintanarroense. Gracias al escritor a quien se conoció en el mundo de la literatura cancunense y del estado como el “croniquero mayor”, quien aunque cumple cinco años de su desaparición física, sus textos para los cancunenses y no aún se pueden leer y acercarse a una realidad que no desaparece.

Si bien es inexistente el verbo “cronicar”, parte del quehacer escritural del citado autor, también autor de la novela Otra vez las margaritas, hace importante enlace entre periodismo y literatura, volviendo a la añeja discusión “si el periodismo es literatura y la literatura es periodismo”.

Las páginas retratan la miseria política, intelectual y gubernamental en crónicas, relatos, cuentos y narraciones incluidas en el primer volumen de varios que ya no vieron la luz; inicialmente publicadas en el Por Esto! de Quintana Roo, de 1993 a 1995, en la columna llamada Crónicas urbanas, donde no se escapan regidores, líderes y pseudolíderes, diputados locales y federales, además de fenómenos propios como la delincuencia juvenil y el fracaso de los apoyos psicológicos institucionales, la liberación sexual masculina y femenina, el tráfico de influencias, y muchos males sociales del siglo pasado y del actual, todos fueron regocijo de los lectores, en su momento, ya sea en el periódico o en el libro.

Retratos de extorsión política, de la dependencia al alcoholismo y el chemo –inhalación del resistol 5000 o un sucedáneo–, las transas de plomeros, mecánicos y electricistas, la prostitución infantil, fenómenos efecto de la crisis económica latente, ¿de hace 20, 34, 50 años?

¿Qué casi tres décadas son años muy pocos de una obra?

Años en medio de los siglos 20 y 21, donde el analfabetismo funcional de los políticos, empresarios, gobernantes y la ciudadanía haya en el territorio cancunense su sima, que no han podido encontrar ni adquirir un ejemplar de los mil editados. Insuficientes para voltear a ver la cara a la cara “fea” del destino turístico Cancún y su alrededor, de la prepotencia gubernamental priista y su correspondiente complicidad panista y perredista; NB: hoy morenista, y de otros partidos políticos. De negar la realidad y camino final de toda sociedad coja, bizca, mocha, manca que tuvo todo para ser el destino y ciudad más organizado de la península y del país.

Objetivo que no se logró por los malos manejos de gobernantes anteriores (y recientes) al “cambio”, cuyos actores empeoraron y envilecieron el accionar político al hacerlo llegar 10 metros muy bajo del nivel del suelo, compartiendo espacios con los veneros contaminados del manto freático peninsular, quienes pugnaron por edificios de más de 30 pisos para empeorar el medio ambiente.

Hurtado Azuara es un digno seguidor de la ironía de Jorge Ibargüengoitia, Juan José Gurrola, Guillermo Cabrera Infante, Gabriel Zaid, Guillermo Sheridan, así como de los moneros y caricaturistas peninsulares Tony Peraza (yucateco), Pico de Gallo (cancunense) y Gabriel López Martínez: Galoma (campechano), salpicado de gototas de humor negro, como todo buen tapatío, obvio de los moneros Jis, Trino y Falcón. Conjunción de genios unida a su ingenio para una obra que no tiene desperdicio en su formato de libro. Mucho menos ahora que como los vinos buenos, mejoran con el tiempo.

Personajes

La vitalidad y vigencia del texto lo demuestra la permanencia o cambio temporal de una casaca partidista por otra, las costumbres sociales existentes hace tres décadas hoy son un número mayor, y retratos de la época de personajes y fenómenos como Magali Achach, exdirigente del Frente Único de Colonos, expresidente municipal de Benito Juárez, expriista, exconvergencista, de nuevo priista. Isidro Santamaría, eterno dirigente estatal de la CTM, ¿seguidor de los pasos de Fidel Velázquez?, dueño de constructoras y fraccionamientos; Manuel Tacú Escalante, diputado constituyente, de partido en partido, de organismo en organismo. Juan Carrillo, sempiterno dirigente de la delegación local de la Cámara Nacional de Comercio, puesto que ocupa una y otra vez.

 

“Cóctel Margarito” tiene descaro y alcohol, en la descripción de la peda y llegada, alcoholizados al Congreso del Estado de Quintana Roo de Margarito Buitrón y Primitivo Alonso Alcocer, legisladores de 1993. Temas tabú de la década pasada no se escapan, hoy fruto cotidiano en cualquier territorio: un baile de homosexuales o de la comunidad gay, como les gusta que los llamen, en un espacio municipal, el balneario municipal de Puerto Juárez, que el novelista convierte en un gayneario municipal. Otro, la primera vez que hay un Chippendale en la ciudad, organizado en beneficio de causas nobles, donde registra la igualdad de géneros en cuanto consumo sexual. Ahí las damas se pueden llevar al bailarín “más bueno”, después que derrocharon sudor y simpatía frente a ellas, billete mediante, por supuesto.

Continuará (Fotos: Héctor Cobá / Facebook: Héctor Cobá / Twitter: @HctorCob / hectorcobácc@gmail.com)

Cancún. Crónicas urbanas, volumen I, Carlos Hurtado, Ediciones Cuadernos de Cancún, la Asociación de Escritores de Quintana Roo y el Instituto de Relaciones Quintana Roo-Cuba. 128 páginas. Cancún, Quintana Roo. 1996.