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WASHINGTON.- Explosiones masivas de energía a miles de años luz de la Tierra pueden haber dejado rastros nuestro planeta. En teoría, pudieron alterar el clima al menos en cuatro casos en los últimos 40,000 años.

Un nuevo estudio, publicado en International Journal of Astrobiology, investiga los impactos de las supernovas, algunos de los eventos más violentos del universo conocido. En el lapso de unos pocos meses, una sola de estas erupciones puede liberar tanta energía como el sol durante toda su vida. También son brillantes, realmente brillantes.

“Vemos supernovas en otras galaxias todo el tiempo”, dijo en un comunicado Robert Brakenridge, investigador asociado principal del Instituto de Investigación Ártica y Alpina (INSTAAR) en la Universidad de Colorado Boulder. “A través de un telescopio, una galaxia es un pequeño punto brumoso. Entonces, de repente, aparece una estrella y puede ser tan brillante como el resto de la galaxia”.

Una supernova muy cercana podría ser capaz de borrar la civilización humana de la faz de la Tierra. Pero incluso desde más lejos, estas explosiones aún pueden tener un precio, dijo Brakenridge, bañando nuestro planeta con radiación peligrosa y dañando su capa protectora de ozono.

Para estudiar esos posibles impactos, Brakenridge buscó en los registros de anillos de árboles del planeta las huellas dactilares de estas explosiones cósmicas distantes. Sus hallazgos sugieren que, en teoría, las supernovas relativamente cercanas podrían haber desencadenado al menos cuatro alteraciones en el clima de la Tierra durante los últimos 40,000 años.

Los resultados están lejos de ser concluyentes, pero ofrecen indicios tentadores de que, cuando se trata de la estabilidad de la vida en la Tierra, lo que sucede en el espacio no siempre permanece en el espacio.