José Juan Cervera

 

Además de los rituales cívicos con que se acompañan cada año, las conmemoraciones patrióticas pueden motivar la reflexión a partir de los testimonios históricos que recogen sus hechos de origen. Cuando sus protagonistas refieren el papel que desempeñaron en ese proceso, se pueden discernir sus respectivas versiones observando los pormenores que destacan y los que omiten, si se comparan unas con otras. Quien desee formarse un juicio que no dependa sólo de lo que exponen manuales y resúmenes de historia patria hará bien en acudir a las obras de Zavala, Bustamante, Alamán, Mora y otros que describen los conflictos bélicos y los primeros años de la vida independiente de nuestro país.

La primera edición del Ensayo histórico sobre las revoluciones en México desde 1808 hasta 1830, de Lorenzo de Zavala, en dos tomos, se publicó en Nueva York en 1832. La siguiente apareció en México en 1845, y hubo otras más en años posteriores. En 1950, Martín Luis Guzmán distribuyó el contenido de la obra en tres volúmenes de una colección dedicada al liberalismo mexicano, cada uno con un título distinto; el que atañe a la presidencia de Vicente Guerrero y la usurpación de Anastasio Bustamante recibió el nombre de Venganza de la Colonia. Su autor refiere, entre otras cosas, su desempeño como ministro de Hacienda durante la gestión del presidente depuesto.

Con la agilidad de su prosa, Zavala describe la grave situación económica y la consecuente crisis social que vivió el país en 1829, cuando pasó a ocupar su ministerio, con una enorme deuda pública y una capacidad productiva mermada, y con el recelo de las potencias extranjeras que negaban crédito a la joven nación independiente. Sin embargo, el político e intelectual yucateco hacía ver que era preferible enfrentar este panorama desolador con la posibilidad de superarlo en vez de continuar bajo el oprobioso yugo de España.

Con este libro, Zavala se propuso aclarar las ideas inexactas que acerca de México circularon en obras como la del diplomático inglés Ward y las de otros extranjeros que se basaron en apreciaciones sesgadas para esbozar el carácter de una sociedad que contrastaba radicalmente con Europa. Por su parte, las tensiones que agitaban al país se reflejaron en la cantidad de impresos que dirimían los desacuerdos entre las facciones políticas, representadas en las logias escocesas y yorkinas. Al respecto dice el autor: “Los escritores de folletos rompieron todos los diques del honor y de la decencia”.

Los acontecimientos relevantes de este periodo dieron la pauta a Zavala para trazar una “fisonomía moral” de las personalidades que asumieron una posición política ante ellos. Así fue el caso de la frustrada invasión de Isidro Barradas en julio de 1829, quien pretendió restituir a España su antiguo poder virreinal cuando Guerrero ocupaba la presidencia. En los días previos al desembarco, Lucas Alamán insistía en negar que tal hecho pudiese ocurrir; en cambio, cuando el mismo político de filiación conservadora despachaba como ministro de Relaciones en la irregular administración de Bustamante, llegó a declarar ante el Congreso que era inminente otra incursión de españoles con igual propósito, y apeló al patriotismo de los mexicanos para reunir fondos con los cuales repeler ese ataque ficticio.

Por supuesto, es necesario conocer los distintos puntos de vista que aportaron los historiadores de todos los matices ideológicos antes de emitir juicios como los que pesan sobre Zavala, quien ha sido llamado traidor a la patria por el papel que tuvo en los sucesos que llevaron a la separación de Texas. Sin ánimo de esgrimir circunstancias atenuantes o agravantes en cualquier sentido, conviene recuperar datos que pocas veces son traídos a la luz, como el intento de este personaje polémico en renunciar a la vicepresidencia de dicha república o su propòsito de congregar tropas para combatir a las fuerzas centralistas que se habían apoderado de México, como exponen algunas fuentes alusivas a los días finales de este hombre convencido de las ventajas del sistema republicano federal y acaso ingenuo en su admiración irrestricta al vecino país del norte, pero poseedor de un brillo intelectual que ni siquiera sus más tenaces detractores se atrevieron a regatearle.

 

Lorenzo de Zavala, Venganza de la Colonia. México, Empresas Editoriales, 1950. Colección El Liberalismo Mexicano en Pensamiento y en Acción núm. 14, 254 pp.