COALICIONES, NOCIVAS PARA LA DEMOCRACIA
24 Abr. 2022Urge poner sobre la mesa la desaparición de las alianzas contra natura integradas por partidos políticos sin afinidades ideológicas, e incluso diametralmente opuestos, que se han convertido en un botín para oportunistas y “chapulines”
SALVADOR CANTO
Las coaliciones entre partidos políticos, en la forma que se llevan a cabo actualmente, son nocivas para la democracia, pues se han convertido en un filón que es aprovechado por oportunistas y ‘chapulines políticos’ como un vehículo para sus proyectos personales en busca del poder por el poder.
De hecho, los partidos que integran dichas ‘alianzas contra natura’ no respetan ni siquiera sus propios estatutos, pues suelen carecer de afinidades ideológicas y de plataformas políticas, cual modernos monstruos de Frankenstein armados con piezas disímbolas, lo que demuestra que su prioridad es la repartición de puestos públicos y canonjías sin importar la forma de acceder a ellos, exhibiéndose como auténticos mercenarios de la política, a los cuales lo menos que les interesa es el bienestar de la ciudadanía.
Uno de los institutos políticos que ejemplifican dicha circunstancia es el Partido Verde Ecologista de México (PVEM) que en un principio se coaligó con el Partido Acción Nacional (PAN) y luego por muchos años fue inseparable del Partido Revolucionario Institucional (PRI), con el que sus dirigentes lograron un alto manto de impunidad y hoy son aliados por conveniencia y por tratarse del partido en el poder, del Movimiento de Regeneración Nacional (Morena).
No obstante que la ley justifica dichas alianzas partidistas bajo el argumento de un avance dentro de los regímenes democráticos, la realidad ha resultado completamente lo contrario porque se ha evidenciado que hay institutos que han utilizado este método como una estrategia para sobrevivir, pues de llegar a participar solos en un proceso electoral no lograrían ni siquiera las cifras mínimas de respaldo ciudadano.
Para Héctor Gerardo Ortega Contreras, exdiputado local, es necesario que se modifique la legislación, primero federal y luego en los estados para que ya se prohíban las alianzas entre partidos políticos inútiles que solamente lo utilizan como negocio familiar y particular de potentados y de gente sin escrúpulos que no tienen nada que ofrecer a la sociedad, pero que gracias a sus partidos están medrando y siguen mantenidos ellos y sus futuras generaciones con el dinero que les están entregando, de manera tal vez legal pero inmerecida.
En tanto que para el doctor en Ciencias Políticas y Sociología Carlos Barrachina Lisón, si bien hay personas con clara definición de izquierda y de derecha en México, hoy realmente los partidos políticos no representan ideológicamente ni a la derecha ni a la izquierda y ni a la moderación, es decir, son instrumentos para llegar al poder con el cinismo más absoluto y contra ello poco se puede hacer; esa es la dinámica que se ha adoptado en donde los políticos cambian de partido porque no hay diferencias ideológicas ni proyectos de nación reales, ni siquiera el de la 4T, que a la hora de la hora ha mostrado que es mentira, porque acepta a todos.
En esencia, los integrantes de una coalición deben tener afinidades de ideología y plataformas pero a pesar de ello existen lagunas dentro de sus propios estatutos y la misma ley, lo que genera que existan coaliciones entre todos, incluso entre partidos que por naturaleza ideológica forzosamente tendrían que ser opositores.
No obstante, existen acuerdos políticos que sí funcionan en bloque, como el legislativo que operó recientemente para frenar la pretendida Reforma Eléctrica en el Congreso de la Unión, en donde varios partidos en acuerdo votaron en contra y frenaron un capricho del presidente de la República, quien los ha tildado de “traidores de la patria”.
El engendro de las extrañas alianzas
De acuerdo con el Artículo 41 Constitucional, los partidos políticos en México son entidades de interés público que promueven la participación, la integración de la representación nacional y el acceso de los ciudadanos al poder público de acuerdo con los programas, principios e ideas que postulan.
Sin embargo, con el paso de los años han perdido la brújula; hoy existen ilógicas coaliciones, alianzas y pactos que mezclan el agua de un partido con el aceite del otro a costa de triunfalismos electorales.
Se supone que al unir fuerzas los partidos políticos tendrían que buscar un objetivo común que es ganar una elección, impulsar políticas públicas, gobernar o formar oposición, pero en la realidad es totalmente lo contrario: lo primordial son los intereses personales.
De hecho, hoy en día los partidos políticos no representan nada sustancial, pues en su obsesión de ganar votos se desnaturalizan, con la intención de confundir y engañar a los ciudadanos tras una larga cadena de incumplimientos, burlas y grandes desilusiones hacia los ciudadanos que ya no creen en esas organizaciones políticas.
Durante los últimos procesos electorales tanto a nivel federal como local en Quintana Roo, se han vivido extrañas alianzas entre partidos políticos históricamente opuestos dentro de sus ideologías políticas.
Históricamente los partidos políticos habían venido sido agentes fundamentales para justificar la democracia, por su papel para articular intereses de la sociedad y representarlos en contiendas políticas.
La definición de sus ideologías, estatutos, principios y programas eran los cimientos de su estructura; honrarlos con congruencia era su lucha electoral y asumir posturas era parte esencial de todo partido; sus ideales eran la activación de la brújula para sus estrategias y activismo político.
No obstante hoy todo es diferente y negociable; es claro que sólo se trata de ganar votos y posiciones de gobierno, es decir, llegar al poder a costa de lo sea, incluso de hacer posible la mezcolanza de agua con aceite, como coloquialmente se le ha dicho a la alianza entre el PRD y el PAN, quienes toda la vida han sido dimensionalmente opuestos dentro de sus ideales e intereses políticos, pero hoy son aliados incondicionales, al menos en Quintana Roo en su obsesiva lucha por el poder, sus ansias de reconocimiento y su desmesurada ambición por el dinero.
Y es que la política es pragmatismo, pero debe haber límites. Hoy es más que evidente que la política mexicana ha perdido el rumbo, se ha vuelto insensible ante lo social, es decir, los partidos padecen de alexitimia,una enfermedad que se define como un déficit comunicativo emocional, incapaces de sentir empatía por los ciudadanos.
Prohibición de alianzas sería benéfica para el país: Héctor Ortega
El exdiputado local y político de izquierda de muchos años Héctor Gerardo Ortega Contreras, comenta que el presidente de la República, Andrés Manuel López Obrador, está promoviendo la eliminación de las alianzas entre partidos políticos dentro de la propuesta de iniciativa de la Reforma Electoral.
“Esto es un gran avance, ojalá y pueda cuajar esta propuesta, porque sería benéfico para el país”, explicó.
Sostuvo que el simple hecho de que ya se prohíban las alianzas es un paso muy importante porque se ha demostrado que ésta es una de las formas que tienen los partidos pequeños, o aquellos de escasa credibilidad entre la ciudadanía por incumplir con sus propuestas, para no ser eliminados ante el riesgo de que no alcancen un determinado número de votación importante.
Apuntó que en algún momento las coaliciones se han dado en momentos políticos específicos del país de gran relevancia, pero enfatizó, “en lo personal yo no estoy de acuerdo que hayan alianzas y lo manifesté desde hace mucho tiempo y lo sigo pensando igual, no estoy de acuerdo en las alianzas con ningún partido”.
Al ser miembro fundador de Morena, el actual partido en el poder, dijo que éste no se debe de aliar con ningún otro instituto político, pues “con Morena basta y sobra para que pueda hacer un buen papel en todos los procesos electorales (incluso el actual en Quintana Roo)”.
Mencionó que tras haber obtenido un amplio triunfo con la presidencia de la República, “eso ya nos colocó en una situación que se convierte algo así como la muchacha bonita a la que todos quieren conquistar, o en la casa a la que todo mundo quiere llegar como invitado y ya después que entran como invitados se posesionan y al final pretenden quedarse hasta con la casa y buscan correr a los habitantes originales”.
Por eso insistió en que “no se deberían ya permitir alianzas perniciosas que buscan mantener vivos a un montón de partidos inútiles que solamente los utilizan como negocio familiar y otros que fungen únicamente como negocio particular de potentados y de gente sin escrúpulos que no tienen nada que ofrecer a la sociedad, pero con su partido político están medrando y siguen mantenidos ellos y sus futuras generaciones con el dineral que les están entregando, de manera tal vez legal pero inmerecida, como en el caso de Movimiento Ciudadano, hoy el caso del PRD que ya no tiene nada que ofrecer, o los casos del PAN y el PRI que han tenido y todavía van a tener muy baja votación”.
Finalmente, recalcó que es importante que se dejen de hacer alianzas con los demás partidos y que estos vayan solos, “para que cada quien demuestre la valía que tienen, si es que realmente la tienen”.
Instrumentos para llegar al poder con cinismo absoluto
De acuerdo con el doctor en Ciencias Políticas y Sociología Carlos Barrachina Lisón, las alianzas responden a una necesidad que de cierta manera provoca el propio sistema electoral, tanto por el tema de los distritos uninominales que incentivan que solo dos grandes partidos o dos grandes coaliciones puedan presentarse y tener opciones y ganar, como los propios sistemas de mayoría que hacen que los partidos pequeños tengan representación y puedan existir.
Entonces —explicó—, el sistema electoral que tenemos fomenta el que existan muchos partidos políticos y que además se puedan coaligar.
Por otro lado, señaló que el objeto de todos es llegar al poder porque “además vivimos en un sistema presidencialista muy autoritario que controla no solamente el Ejecutivo, sino el Legislativo, muchas veces con corrupción y dinero y otras veces con otras tácticas”.
Sostuvo que por ejemplo, ahora sorprende mucho al gobierno de Andrés Manuel que la oposición no le dé el voto para cambiar la Constitución y les llama traidores, lo cual es absurdo porque el Legislativo es un contrapoder, entonces “tanta legitimidad tienen los legisladores como el presidente”.
Por otra parte, mencionó que en México tenemos el tema ideológico, en donde “la verdad sí hay personas de izquierda y de derecha”, pero “los partidos políticos no representan ideológicamente ni a la derecha, ni a la izquierda, ni a la moderación; es decir, son instrumentos para llegar al poder con el cinismo más absoluto y contra ello poco se puede hacer, porque esa es la dinámica que se ha adoptado, en donde los políticos cambian de partido porque no hay diferencias ideológicas ni proyectos de nación reales, pues el que maneja Andrés Manuel, de la 4T, ha reflejado que es mentira a la hora de la hora, porque acepta a todos”.
Insistió en que “sí existen políticas de izquierda, sí existen políticas de derecha, pero en general eso está muy diluido, por lo cual, cualquiera puede estar en cualquier partido político”.
Desde otra perspectiva, destacó que en este país las élites son las que mandan, “han mandado toda la vida y siguen mandando, pues para presentarte a una campaña electoral necesitas muchísimo dinero, la gente común quiere que se les compre el voto, que le regalen una laptop, láminas, varillas para su iglesia, quieren que les den despensa y se les pague activismo y la gente es lo que pide”.
Para poder cumplir con esa expectativa se necesita invertir en grande “y eso solamente lo tiene la gente que tiene mucho dinero y es gente que ha estado en política desde hace muchísimo tiempo y los otros o tienen intereses económicos, empresariales lícitos o ilícitos y eso complica mucho mas el escenario; entonces no solo es culpa de los políticos, sino también de la sociedad que no confía en la clase política y pide cosas a cambio y eso es un circulo vicioso muy difícil de romper”, acotó.
El politólogo y reconocido catedrático de la Universidad Anáhuac mencionó que las coaliciones son un efecto del sistema electoral, es decir, son normales dentro de un sistema presidencial autoritario como el que vivimos.
“No necesariamente las coaliciones son contrarias a las democracia, sino al revés, es la dinámica política en donde efectivamente todo mundo busca el poder por el poder, pero la máxima es que no se dieran coaliciones para eso y ahora Morena está aceptando a todo el mundo y entonces, hoy todos los que antes eran demonios y todos los que habían vendido a México, habían traicionado, habían robado a los mexicanos, están en Morena, pero no se necesita una coalición para eso”.
Finalmente, señaló que tristemente las personas sí tienen sensibilidades ideológicas pero los partidos políticos están haciendo lo que sus líderes señalan, lo cual sucede precisamente porque estamos en un modelo autoritario, “en donde Andrés Manuel dice ‘brincas’ y todos brincan y el que no lo hace es llamado traidor”.
Recordó que hace unos días el PVEM expulsó a una diputada por votar en contra de la Reforma Eléctrica, porque votó en conciencia en San Lázaro y entonces “pues esa es la incongruencia, porque el Partido Verde debería de estar defendiendo el medio ambiente y nunca podría apoyar la Reforma Eléctrica, pero ni siquiera esos valores ecologistas clásicos los están defendiendo, porque están alineados en una posición de poder”.
PVEM, el gran vividor de las alianzas
Ese instituto político fue fundado en 1986 con el nombre de Partido Verde Mexicano (PVM) y su primer dirigente fue Jorge González Torres. Participó en las elecciones federales de 1991 por primera vez en forma independiente, con el nombre de Partido Ecologista de México (PEM). Al no conseguir el porcentaje de la votación necesario para obtener su registro definitivo, sus partidarios tuvieron que iniciar nuevamente las tareas para cumplir los requisitos a fin de obtener un registro condicionado. Este fue obtenido en 1993 y en ese mismo año el partido cambió su nombre al actual, Partido Verde Ecologista de México, conocido con las siglas PVEM.
Desde que obtuvo su primer registro como partido político, el 28 de febrero de 1991 y hasta la fecha, ha sido controlado por una sola familia, pues lo dirige Jorge Emilio González, conocido como “El Niño Verde”.
Tras su registro condicionado, el PVEM ha sobrevivido gracias a las alianzas que ha entablado con otros institutos políticos, como en las elecciones federales del año 2000, en donde conformó junto con el Partido Acción Nacional (PAN) la Alianza por el Cambio, la cual resultó vencedora de los comicios y llevó a la presidencia de la República a Vicente Fox Quesada.
A partir del año 2003 sostuvo alianzas con el PRI, partido con el que en 2012 no solo ganó la presidencia con Enrique Peña Nieto, sino que también logró tejer un manto de impunidad porque fue evidente que en comicios locales, como en el caso de Quintana Roo, violó las leyes electorales sin recibir una adecuada sanción por ello.
Recientemente el PVEM, al darse cuenta de que el PRI, en plena picada, ya no podía brindarle la impunidad que requiere, optó por convertirse en aliado del partido en el poder, Morena, con el que ha hecho pactos “en lo oscurito” para procesos electorales locales como en Quintana Roo, haciendo de lado que en los últimos 20 años el Partido Verde ha representado todo lo que López Obrador cuestiona: frivolidad, oportunismo, apoyo del llamado neoliberalismo, personajes vinculados a la corrupción y el abuso del poder.
Tan solo hay que recordar que en el 2015, el PVEM resultó el instituto político más multado por el Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación, por diversas violaciones a las leyes electorales, una de ellas la cometió en Quintana Roo en donde ha tejido desde hace muchos años una enorme maraña de corrupción y de impunidad porque ha colocado a su gente en puestos claves de la administración de los municipios, incluso en el Congreso del Estado y ahora pretende apuntalar su poder en esta nueva contienda por la gubernatura.
PT, otro partido acostumbrado a vivir de las alianzas
El Partido del Trabajo mantiene una política de alianzas desde el 2006 y de acuerdo con el doctor en Ciencias Políticas Rosendo Bolívar Meza, investigador del Instituto Politécnico Nacional, se trata de un partido político minoritario de izquierda, entendiendo por esto que posee pocos militantes, poca estructura nacional y con una aceptación baja en el electorado aunque suficiente para mantener su registro, que para su supervivencia política ha requerido participar en coaliciones electorales con otros partidos tanto minoritarios como consolidados, influyendo poco en el diseño de las plataformas electorales de las coaliciones en que ha participado durante sus años de existencia.
Cabe resaltar que a partir del año 2006 la influencia de Andrés Manuel López Obrador —quien ese año fue el candidato a la Presidencia de la República postulado por la coalición Por el Bien de Todos conformada por el Partido de la Revolución Democrática, el PT y Convergencia— ha sido un factor muy importante para definir la política de alianzas del partido, pues aun sin pertenecer al PT ha influido considerablemente en la toma de decisiones de su dirigencia y en la postulación de sus candidatos a puestos de elección popular, muchos de los cuales sin pertenecer a las filas del petismo, pero por ser políticamente cercanos a López Obrador, han logrado ser postulados por el PT.
Es muy poco lo que el PT plantea en sus documentos básicos sobre su política de alianzas, refiriendo escuetamente que “en cada coyuntura histórica se debe definir su línea política, la concepción global del Estado y las relaciones de fuerza entre las clases sociales, de tal modo que le permita establecer su sistema de alianzas, la estrategia, así como las tácticas adecuadas”. Pragmatismo puro, u oportunismo según la óptica, que le ha permitido en Quintana Roo mantenerse vigente a lo largo de los años, hoy bajo el cobijo de Morena pese a su escasa trascendencia política, cada vez más disminuida y dividido por conflictos internos.
Historia de las coaliciones
En las elecciones federales de 1988, varios partidos unieron fuerzas por medio de una candidatura común y postularon a la presidencia de la República a Cuauhtémoc Cárdenas Solórzano. En esos comicios la oposición ganó votos como nunca antes y los resultados electorales y los conflictos poselectorales pusieron en jaque al sistema político mexicano y le dieron un fuerte impulso a la transición democrática.
Después de las elecciones de 1988 se creó el Código Federal de Instituciones y Procedimientos Electorales (Cofipe) y a partir de su publicación el 14 de agosto de 1990, la reglamentación en materia de alianzas partidistas cambió radicalmente. Antes de esa fecha los partidos políticos tenían libertad para presentar candidatos comunes a los distintos cargos de elección popular.
Luego, el Cofipe ya no permitió la presentación de candidaturas comunes y además estableció una extensa reglamentación en materia de coaliciones.
El 14 de enero de 2008 se publicó en el Diario Oficial de la Federación un nuevo Cofipe que derogó al anterior publicado en 1990. Uno de los puntos fundamentales de la reforma consistió en las nuevas reglas para formar coaliciones electorales.
Los principales cambios de la reforma 2008 en la regulación de coaliciones electorales se concentran en cuatro temas: conformación, requisitos para el registro, acceso a prerrogativas y distribución de votos.
Antes, en 2000, se formó la coalición entre el Partido Acción Nacional (PAN) y el Partido Verde Ecologista de México (PVEM) que obtuvo el triunfo en las elecciones presidenciales y por vez primera se dio la alternancia política en la presidencia de la República con Vicente Fox Quesada.
Luego en el 2006 vino una coalición de partidos de izquierda (Partido de la Revolución Democrática (PRD), Partido del Trabajo (PT) y Convergencia, se quedó a medio punto porcentual de ganar la elección presidencial y generar una nueva alternancia en el poder con Andrés Manuel López Obrador.
Después de los comicios presidenciales de 2006, los partidos de izquierda PRD, PT y Convergencia integraron los frentes políticos Frente Amplio Progresista (con vigencia de 2006 a 2009) y Diálogo para la Reconstrucción de México (con vigencia de 2009 a 2012) y en ambos casos, quienes la integraban ganaron espacios importantes dentro del Congreso y el Senado de la República.
Todas estas alianzas hasta ahí, habían cumplido con propósito que era la pluralidad de la democracia que posteriormente se comenzó a pervertir y posteriormente vinieron las mezclas de partidos de derecha con otros de izquierda y todo se convirtió en el gran negocio de algunos cuantos.
Pero además de las alianzas a nivel nacional, dentro del entorno de las entidades federativas existen leyes y disposiciones sobre la regulación de las alianzas partidistas, en donde se toma en cuenta la inclusión de partidos locales, como ocurre en Quintana Roo, que al ser pequeños, en su mayor parte optan por unirse a otros para evitar perder su registro y por ende, las prerrogativas que reciben del erario para su operatividad.
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El Despertador de Quintana Roo llama a quienes integrarán la futura XVII Legislatura del Congreso del Estado a fijar una postura clara ante los desaciertos, incongruencias y abusos en que ha devenido, con su fallida aplicación, la figura de las coaliciones electorales y a trabajar en la integración de una Iniciativa de Ley que determine su desaparición, por haberse convertido en un lastre para el desarrollo democrático.