Persisten las insalubres condiciones del rastro municipal, denunciadas por años; productos de origen incierto en los platos de los cancunenses, desde mataderos clandestinos o trasladados por carretera en taxis y autos particulares

SALVADOR CANTO

En un serio problema de salud pública se ha convertido la operatividad del rastro municipal de Benito Juárez fundado en 1980, ya que en la actualidad no sólo violenta leyes ambientales, sino también de salubridad al no cumplir con las medidas mínimas que marcan las reglamentaciones, lo que demuestra una completa indiferencia de la Comisión Federal para la Protección contra Riesgos Sanitarios (Cofepris), que es la instancia que debería atender esta delicada situación, para garantizar que la carne que sale de ahí esté libre de contaminación y sea apta para el consumo humano.

Pese a los esfuerzos de los últimos gobiernos para que las cosas cambien, es evidente la falta de sanidad de los productos, hay un manejo inadecuado de la carne, el equipo que usan está en mal estado, generando condiciones riesgosas de salud, aunado a la existencia de fauna nociva, según denuncias de los vecinos del lugar, quienes además ya están cansados de los malos olores que diariamente genera el rastro que es administrado desde 1993 por Operadora y Administradora de Bienes Municipales, S.A. de C.V. (Opabiem).

De hecho, en las condiciones actuales, por su operación el municipio percibe anualmente entre cuatro, cinco y hasta seis millones de pesos, por la matanza de cientos de animales que se realiza todos los días; sin embargo, no se hace nada para atender la grave situación para el funcionamiento óptimo de un instrumento necesario para una ciudad en permanente crecimiento como lo es Cancún.

De acuerdo con información obtenida por El Despertador de Quintana Roo que data del 2018 –pues la administración actual de Opabiem se negó a su actualización en virtud de que hay cambios dentro del personal por cuestiones electorales y por ese motivo no estaba disponible el director–, se pudo conocer que en ese año el servicio con mayor actividad en el rastro fue el relacionado con el sacrificio de ganado porcino, que representa en promedio un 74.9% de la demanda, seguido por un 18.2% de ganado bovino y un 6.9% de ganado ovino, que en números reales representan 40 mil 888 cerdos, cinco mil 600 reses y mil 298 borregos, respectivamente.

A pesar de estos números, es más que claro que el consumo local mediante la cadena de comercio, que es a través de las carnicerías para que lleguen a los hogares y las cientos de taquerías que hay en la ciudad, rebasa por mucho la cantidad de animales que se sacrifican diariamente en el rastro de Cancún, por lo que esta demanda se suple con productos traídos de Yucatán, algunos procedentes de rastros certificados pero en otras ocasiones de manera irregular ante la falta de vigilancia sanitaria en las carreteras, aunado a que también en algunas regiones de la ciudad se han denunciado matanzas de animales de forma clandestina para su venta al público, por lo que el riesgo a la salud es mayor.

Pero, además, existe un pésimo manejo en lo que respecta a la cremación de productos que no son aptos para consumo humano y también en lo relacionado con el drenaje sanitario, pues ahí van a dar restos, sangre e incluso heces fecales de los animales sacrificados, sin que exista un tratamiento especial para ello.

Malos olores, fauna nociva y enfermedades

Durante los últimos 20 años, la operatividad del rastro municipal de Benito Juárez, ha representado un verdadero desafío para las autoridades, que han dejado su funcionamiento en manos del organismo descentralizado Opabiem, que fue creado el 18 de octubre de 1993 con la intención de garantizar una óptima operatividad del lugar.

Sin embargo, el cumplimiento ha sido a medias, porque si bien ha establecido acciones como el hecho de contar con médicos especialistas encargados de revisar la salud de los animales que llegan al rastro para su sacrificio, se carece de personal para otras acciones de vital importancia, como el manejo adecuado de las instalaciones para que se cumpla con todas las reglas de salubridad.

Tampoco cuentan con equipos que atiendan de manera oportuna el desprendimiento de olores fétidos, que afecta no sólo a los vecinos del rastro, sino también a los alumnos y docentes de la Secundaria Técnica 25 “Juan José Arreola”, pobladores y comerciantes de las inmediaciones. 

Y es que la intensidad de la pestilencia a putrefacción que despide el rastro municipal de Benito Juárez es lo que más causa inconformidad entre las familias y comercios vecinos de este inmueble, ubicado sobre la avenida José López Portillo, a un costado del 64 Batallón de Infantería, en la Región 99.

Esta afectación ha sido una constante durante los últimos años, lo que exhibe el grave descuido o desidia de las autoridades municipales y, sobre todo, demuestra la poca eficacia de las instancias sanitarias que deberían atender los reclamos constantes de la ciudadanía.

Es de recordar que desde la administración de Magaly Achach (1999-2002), los vecinos del lugar ya se quejaban constantemente de los malos olores del matadero y al no haber respuesta, al proseguir la problemática en el gobierno de Juan Ignacio “Chacho” García Zalvidea, los afectados emprendieron una serie de manifestaciones que obligó al gobierno municipal a darle mayor atención al rastro.

Sin embargo, esto duró poco porque la problemática continuó y a decir de vecinos de Villas del Caribe y Villas Quintana Roo, “es un cuento de nunca acabar”.

“A las autoridades no les interesa porque no viven acá; nos gustaría que vengan un día, coman y duerman aquí para ver si aguantan los fétidos olores”, expresó Germán Vargas, habitante de Villas Quintana Roo, quien añadió que ha tenido conocimiento de que muchas personas se han enfermado por esa situación que viven los vecinos del rastro.

Irregularidades y falta de verificación sanitaria

Las actuales administraciones de Opabiem y del propio rastro municipal se han mostrado esquivas para brindar información respecto al funcionamiento actual de esas instalaciones y el argumento es que en las semanas recientes ha habido cambios de personal, por cuestiones del próximo proceso electoral.

Sin embargo, eso lo único que demuestra es que el rastro de Cancún mantiene una operatividad irregular y que no se garantiza que la carne que de ahí sale sea de buena calidad y apta al cien por ciento para consumo humano.

Se pudo conocer que si bien existe un médico que “certifica” la entrada de los animales, no se aplican las pruebas conforme lo establecido por la ley sanitaria debido a lo costoso de las mismas, por lo que optan por realizar la verificación sólo de manera visual. “a ojo de buen cubero”.

Al rastro pueden entrar por igual reses procedentes de ranchos de Yucatán como de Quintana Roo, algunas incluso podrían ser de las que andan “pastando” libremente en las inmediaciones de los rellenos sanitarios de la zona continental de Isla Mujeres.

Con base en lo establecido en el Reglamento para la Prestación del Servicio Público de Rastro en el Municipio de Benito Juárez, las instalaciones deben contar con área para carnes no aptas para consumo, sistema de tratamiento de aguas negras, horno crematorio, área de congelación, área de depósito de estiércol y su disposición adecuada, sistema de drenaje, área de rendimiento y laboratorio de análisis físico-químicos y microbiológicos, entre otros requisitos.

Sin embargo, no cuenta con todos y los que tiene funcionan de manera irregular, de acuerdo al testimonio de un “matador”, como se le conoce a la persona que labora en el sacrificio de los animales.

“No se supervisa la forma en que se mata a los animales, ni tampoco el proceso completo, únicamente se nos pide llevar un orden en cuanto a los tiempos y la identificación de cada uno, por el tema de los costos”, platicó a El Despertador de Quintana Roo, de manera anónima.

Dijo que si bien le ha tocado ver que ha llegado personal de la Secretaría de Salud, dependientes de la Cofepris, únicamente toman fotos, unas pocas muestras de algunos canales y se van, pero no informan los resultados, pues “es sólo como un requisito del trabajo que ellos hacen”.

Mencionó que la sangre y el estiércol de las vísceras se van a la misma coladera, que todos los días se colapsa y a veces tarda en irse todo al drenaje, por eso siempre hay malos olores que afectan a los vecinos de la zona.

Cofepris, cómplice de irregularidades

El hecho de que adentro del rastro municipal de Benito Juárez se cometan tantas irregularidades se debe a la complicidad permanente por parte de la Comisión Federal para la Protección contra Riesgos Sanitarios (Cofepris), tanto del anterior responsable, Miguel Ángel Pino Murillo, como el actual, Carlos Ortiz Velázquez, a quien El Despertador de Quintana Roo buscó para obtener información respecto a las acciones que han llevado a cabo para garantizar el cumplimiento de los parámetros que se requieren en el rastro, pero fue imposible su localización, primero porque estaba ocupado atendiendo unas reuniones y después porque se ausentaría unos días porque celebraría su cumpleaños.

La última acción “relevante” que se recuerda por parte de la dependencia sanitaria, fue la clausura del rastro en el 2012 y no por inspecciones hechas previamente a las instalaciones, sino porque se reportó la intoxicación de 130 personas en Cancún por consumir carne adquirida en una carnicería de la Ruta Siete que resultó que estaba contaminada con clembuterol.

Fue entonces cuando se hizo la inspección y posteriormente, al determinarse que las reses traídas de un rancho de Tizimín fueron sacrificadas en el rastro municipal, la dependencia sanitaria procedió a verificar el lugar, en donde de paso encontraron otras irregularidades y procedieron a su clausura junto con la carnicería.

En aquel entonces, quien dio la cara y ofreció darle seguimiento al tema del rastro fue el regidor Rafael Quintanar González, presidente de la Comisión de Desarrollo Social y Participación Ciudadana, quien buscó el retiro de los sellos y se comprometió a que Opabiem hiciera las adecuaciones correspondientes, lo cual llevaron a cabo pero sólo para cumplir con el requisito porque la problemática continuó como hasta ahora, porque es un tema que a la Cofepris no le interesa atender.

De hecho, hasta hoy se desconoce si la carne que se comercializa en los cientos de negocios de la ciudad de Cancún, como carnicerías, taquerías, entre otros, extraída del rastro municipal de Benito Juárez, realmente es apta para el consumo humano porque no existe una verificación sanitaria con relación a su procedencia y si el manejo sanitario fue el adecuado.

Incluso se ha documentado que además del ingreso de carne procedente de rastros certificados de Yucatán que surten a negocios de las cadenas regionales que hay en Quintana Roo, también hay casos de productos irregulares tanto de cerdo como de res que entran de manera clandestina en neveras o bolsas de plástico a bordo de taxis y vehículos particulares todos los días, que son entregados en algunas carnicerías de las regiones, así como en taquerías, en donde los adquieren mucho más barato y por ello es que existe mucha oferta de tacos y tortas con carne de dudosa procedencia.

Proyecto de rastro TIF duerme el sueño de los justos: Greg

Gregorio Sánchez Martínez, quien fue presidente municipal en el periodo 2008-2010 y posteriormente en el 2016-2018 fungió como regidor del Ayuntamiento de Benito Juárez, dijo que en diciembre del 2017 se presentó un proyecto para remodelar completamente el rastro actual y no sólo convertirlo en uno certificado que pueda ser capaz de surtir producto a los hoteleros y restaurantes de la ciudad, sino además que su funcionamiento sea acorde a lo que representa Cancún como destino turístico.

“El proyecto lo hicimos completo y se le entregó al presidente municipal y se le entregó a todo el Cabildo y hoy está durmiendo el sueño de los justos porque no les interesó, esa es la verdad, porque era un proyecto de solución que inclusive no le iba a costar nada al municipio porque la idea era concesionarlo”, explicó en breve entrevista con El Despertador de Quintana Roo.

Insistió en que se trató de un proyecto “completísimo e inclusive se sacó el acuerdo por Cabildo para que se pudiera concesionar para que no le costara al municipio pero ya al final no se hizo nada”.

Con base en información oficial del propio Ayuntamiento, fue durante la Vigésimo Novena Sesión Ordinaria de Cabildo y a propuesta del entonces Undécimo Regidor, Gregorio Sánchez, cuando se autorizó el dictamen estudio técnico justificativo del proyecto de rastro municipal Tipo Inspección Federal (TIF).

“Agradezco a todos mis compañeros por su apoyo, hoy se dio un paso muy importante, que es la declaratoria de la necesidad y urgencia de solucionar el tema del rastro municipal, ya que todos lo hemos recorrido y nos hemos percatado de las malas condiciones del mismo, sólo se le da mantenimiento, lo cual reconozco como esfuerzo de quienes lo dirigen, pero es como tomarse una pastilla para aliviar un dolor pero no se cura la enfermedad”, dijo en aquella ocasión el entonces concejal frente a todo el Cabildo.

Sostuvo que desde que inició la administración municipal insistió en la rigurosa necesidad de solucionar el problema de salud pública y garantizar que la carne es apta para el consumo humano.

Consultado recientemente por El Despertador con respecto a esa intervención, Gregorio Sánchez reiteró que los malos manejos en la carne conllevan un sinnúmero de enfermedades y es un problema de salud pública, motivo por el cual fue que se hizo y presentó dicho proyecto con la colaboración del IMPLAN, la Comisión de Reglamentación y la Comisión de Salud que en conjunto acordaron la urgencia de un nuevo rastro debido no sólo a las malas condiciones del actual, sino a la salud de los alumnos de la escuela cercana y personas que habitan en sus alrededores, además de la fetidez que aún hoy se respira en las inmediaciones.

La idea –insistió– era que se pudiera concesionar sin que ello representara un gasto para el municipio y de esta forma contar con rastro TIF en donde toda la carne que entrase a Benito Juárez tendría que pasar por inspección y sellado para poder ser distribuida para su consumo, con lo que se garantizaría a la población que es una carne libre de enfermedades y apta para consumo humano.

Mencionó, entre los objetivos específicos del proyecto para el nuevo rastro, el incrementar la capacidad instalada de sacrificio, disminuir la contaminación, evitar enfermedades a la población, mejorar la vigilancia en los procesos de sacrificio, corte y deshuese, así como mejorar las instalaciones y equipamiento.

Finalmente, enfatizó que ese proyecto de Rastro Municipal Tipo Inspección Federal (TIF) para el Municipio de Benito Juárez proviene de la necesidad de solucionar una carencia que no ha sido resuelta de manera adecuada en los últimos años, y que el monto de inversión estimado ascendía a 41 millones 628 mil 157 pesos de entonces, y por eso la solución era concesionarlo.

33 años sin reglamento de operación

Tuvieron que pasar 33 años desde su inicio de operaciones para que el rastro municipal de Benito Juárez, pudiera contar finalmente con un reglamento interno de operación.

Sin embargo, no todos los capítulos y artículos se cumplen al pie de la letra debido a que su funcionamiento sigue llevándose a cabo de forma inadecuada en lo que respecta al tema sanitario, pues en el caso del personal que ahí labora, no hay quien garantice que no estén enfermos al momento de tener contacto con la carne.

De hecho, esto se plantea en el Artículo 33 relacionado al Capítulo Quinto, que dice que el personal que tiene contacto con la carne deberá justificar su estado de salud como aceptable, por medio de un certificado de salud expedido por una autoridad competente, de conformidad con la Norma oficial mexicana NOM-009-ZOO-1994 y el cual será entregado a la Dirección del Rastro Municipal.

Otra irregularidad es el incumplimiento del Artículo 57, en torno a la inspección sanitaria, en donde se determina que los rastros del municipio o concesionados deberán contar con un médico veterinario que entre otras cosa permanezca en la sala de sacrificios y vigile que estos se lleven a cabo de acuerdo a lo establecido en el reglamento y en el código sanitario vigente.

Lo anterior, porque hay agrupaciones de animalistas que establecen que muchos de los animales del rastro, aún conscientes, son apuñalados, golpeados, atados, escaldados (sumergidos en agua hirviendo) y sometidos con choques eléctricos.

Por falta de recursos tampoco se hace una correcta inspección sanitaria antemortem y postmortem ni tampoco se recolectan las muestras sanguíneas de todo el ganado sacrificado para llevar a cabo los análisis postmortem, a fin de cumplir con las disposiciones sanitarias en vigor.

Hoteleros y restaurantes optan por carne certificada

El 80% de la carne que adquieren los hoteleros y restauranteros enclavados en la zona turística es de exportación, mediante servicios de proveeduría externa, lo que les garantiza la calidad del producto, pues consideran que el de procedencia local no cumple con los lineamientos sanitarios y no se puede poner en riesgo a los turistas ni la imagen del destino.

En tanto que el otro 20% del total que consumen es adquirido localmente, siempre y cuando los proveedores usuales carezcan del producto, o si es que se requiere urgentemente.

Por ello, un alto número de producto cárnico procede de otros estados como Yucatán e incluso del centro y norte del país, además del de origen extranjero, por la calidad que exige el servicio de hotelería y restaurantes de Cancún y Riviera Maya dedicados a cortes finos.

Por ello, en los supermercados se comercializa producto de exportación, al igual que en los negocios de proveeduría que se encargan de embalar y procesar ciertos productos exportados que requieren las grandes cadenas hoteleras o restaurantes, principalmente con certificaciones sanitarias tanto federales como internacionales.

De hecho, una de las empresas internacionales que exporta hacia el Caribe Mexicano carne desde España es la Interprofesional del Porcino de Capa Blanca (Interporc) que entrega productos a hoteles de Cancún y Riviera Maya.

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  • La Ley federal en México considera como infracción administrativa el “incumplir la regulación en materia de sacrificio humanitario de los animales”, bajo métodos que aprueba la Sagarpa para garantizar una muerte rápida y sin sufrimiento.
  • Hay organizaciones que exigen que el maltrato y la tortura registrada en los rastros y granjas en México sean considerados como un delito que se castigue con cárcel, para así garantizar un trato digno para los animales.
  • Igualdad Animal y Mercy for Animals ingresaron a 21 rastros del país, entre ellos al de Cancún y evidenciaron que las técnicas de matanza utilizadas son crueles y producen dolor extremo.
  • Activistas acusan que los cerdos, reses y borregos se encuentran plenamente conscientes mientras se desangran, son golpeados o degollados.

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Costos por sacrificio de animales en el rastro municipal de Benito Juárez

  • Res                  300 pesos
  • Cerdo              100 pesos
  • Marrana*        200 pesos
  • Borrego          100 pesos

*A la hembra parida o que puede ser preñada, se le llama marrana.