“Lo que el presidente quiso decir”, es la frase que mejor embona respecto al dicho de algunos funcionarios de la cuarta transformación; es decir, que a pesar de que el Presidente de la República electo sentenció enfáticamente que reduciría los gastos de publicidad del gobierno federal en un 50 por ciento y desaparecerían las direcciones de comunicación social en las secretarias federales, el próximo titular de Comunicación Social de la Presidencia de la República, Jesús Ramírez, aclaró que las oficinas de prensa no van a desaparecer. ¡Uay!
Lo que el presidente electo dijo es que “no va a haber una oficina de prensa en Gobernación, ni en Relaciones Exteriores, ni en Agricultura, ni en Pemex, ni en ninguna otra, se va a concentrar toda la comunicación del gobierno en una sola entidad. No habrá duplicidad de funciones ni gastos innecesarios”.
Según el señor Ramírez, lo que AMLO quiso decir es que “vamos a seguir manteniendo las oficinas con personal mínimo, inclusive cada dependencia mantendrá su propio portal y redes sociales, para cumplir con la ley de transparencia” (…) “se ha interpretado de manera exagerada que se van a cerrar las oficinas de prensa, eso es imposible, sólo habrá una reducción de personal”, puntualizó.
Este ejemplo ha sido la constante, contradecir al presidente; hay otras muestras más de “lo que el presidente quiso decir”: cuando dijo que “ los militares a sus cuarteles” (como ellos mismos lo solicitaron apelando a su función constitucional, que es la de salvaguardar la soberanía nacional y no el combate el narcotráfico y a la delincuencia organizada), ahora nos dicen que “NO”, que los militares no regresarán a los cuarteles porque dejarían a los ciudadanos en total estado de indefensión ya que las policías están podridas. ¡WTF!.
En otro sentido, llamó la atención en el sexto Informe de Gobierno de Peña Nieto la “presencia y aplausos” de Martí Batres y de Porfirio Muñoz Ledo, líderes del Senado y de la Cámara de Diputados, respectivamente, quienes con su asistencia otorgaron su “aprobación tácita” al informe y a EPN; su postura fue categórica, dijeron: “son tiempos de reconciliación, es un acto de madurez republicana”. Uta. Parece increíble que el 1 de septiembre de 1988, durante su informe, el entonces presidente Miguel de la Madrid Hurtado fue interrumpido estridentemente por Muñoz Ledo, quien ante el estupor de la concurrencia, levantaba la mano, se ponía de pie y exigía el uso de la palabra interpelando al jefe del Ejecutivo Federal. ¡Uay!
Ante este acto aparente de incongruencia, la reacción no se hizo esperar y Gerardo Fernández Noroña ni tardo ni perezoso les llamó “LACAYOS”, y recordó a Batres y Muñoz Ledo que en el artículo 69 de la Constitución se detalla que el informe es una rendición de cuentas al pueblo, no “a los amigos”.
Ahora resulta que quienes despotricaron, señalaron, lapidaron y hasta demandaron ante la ONU a Peña Nieto por delitos de “lesa humanidad”, ahora le otorgan con su presencia y aplausos una aprobación que aquí y en China se llama “reconocimiento y complicidad”.
Como dice doña Esa: “Mira Chuli, es la AMNISTÍA; creo que en este caso tiene razón Fernández Noroña, el casi expresidente Peña es un probado corrupto, y ahora resulta que hay que aplaudirle, que le aplaudan los priistas. ¿Estás de acuerdo en que el protocolo dice que ‘si asistes a mi fiesta le aplaudes a los payasos’? Parece que a la izquierda recalcitrante se le olvidan, por el protocolo, los periodistas muertos, los miles de ejecutados, la violencia, el narco, las mujeres desaparecidas, Ayotzinapa, Tlatlaya, las casas blancas, la corrupción inédita, el México que nos deja Enrique Peña Nieto. ¿Perdón sí, olvido no? Aunque usted no lo crea”. ¡Se acabó el papel!