Fracasó un nuevo intento para instalar los tan mentados verificentros. Resulta que el tema explotó en 2013, cuando el Congreso de Quintana Roo aprobó su instalación y operación. En ese entonces, autoridades del medio ambiente confirmaron que había 12 verificentros autorizados y que entrarían en operaciones ese mismo año. Según información mas reciente, habrían construido seis pero nadie sabe en dónde están ubicados y aún se estaban checando las manifestaciones de impacto ambiental, la calificación y certificación de los manuales de operación por parte de la Profeco y, sobre todo, las licitaciones que otorgan al mega suertudo proveedor que surtiría los catalizadores para los miles y miles de automóviles. Estos catalizadores serían vendidos obligadamente, ya que sin éstos no hay forma de medir la emisión de contaminantes.
En una de esas paradojas burocráticas tan mexicanas, dado que los vehículos de modelos recientes emiten menos contaminantes, pagarían menos; en tanto, los vehículos más antigüitos, que son la mayoría, deberían desembolsar una cantidad mayor. Es decir, pagarían más quienes menos tienen. Y está el tema del pelo en la sopa que nunca falta: el servicio de transporte público colectivo. Cuesta imaginarse las unidades de Turicun, Autocar, las combis, taxistas y todo tipo de transporte de servicio de pasajeros cumpliendo con esta verificación.
A vista de todos queda muy claro que no es un tema ambiental, sino un tema de negocios; es un impuesto, un capricho político, tráfico de influencias, ganas de quedar bien con un interés perverso. Se dice que el expresidente Carlos Salinas de Gortari es el gran beneficiario, junto con Jorge Emilio González, mejor conocido como “el Niño Verde”.
El tema es un fracaso político seguro y generaría un rechazo social sin precedente, está muy comprometido y la gente no aguantaría el cobro de un derecho o un impuesto más; se descontroló el liderazgo institucional a niveles tales que nadie sabe si corresponde a SEMA, INIRA o quién tiene el tema, todos declaran…
Muchas preguntas surgieron entonces y se mantienen ahora, dado que irresponsables políticos anunciaron recientemente la próxima puesta en marcha del cobro por la verificación, sin considerar la variable del discurso de transformación política del nuevo México de Andrés Manuel López Obrador para empoderar a los ciudadanos.
Se dice que pretendieron sorprender “al amigo” del palacio de gobierno y que la sentencia fue catégórica, al grado que la Secretaría de Finanzas del Estado subió a su Twitter el sábado que por órdenes del gobernador no habrá instalación de verificentros “este año”. Chin. La dependencia se quedó con las ganas de iniciar el cobro de este “derecho”.
Si lo intentan hacer más adelante –y aclaremos que no porque lo haya autorizado el Congreso del Estado es algo que esté bien– , aquí les dejamos algunas dudas: ¿Lo intentarán el otro año o antes del cierre de esta administración? ¿Cuánto cuesta el catalizador obligatorio que pagarían miles y miles de automovilistas? ¿Qué empresa venderá al Gobierno del Estado los catalizadores? ¿Quién es el concesionario? ¿Se instalará en la zona maya? (Jajajaja, ya parece que lo van a permitir nuestros hermanos mayas) ¿Existe un tabulador que marque cuánto pagará cada modelo de vehículo? ¿Será un cobro anual, bimestral, semestral, mensual? ¿Y la promesa de campaña de no más impuestos? ¿Y lo que prometió AMLO? ¿Van a dar a conocer la verdad sobre los intereses detrás de esto? ¿Cuántos Estados de la República lo tienen ya funcionando? ¿De los cientos de personas que mueren por contaminación en el país, cuántas corresponden a Quintana Roo? ¿Cuánto ingresaría a las arcas estatales, de acuerdo con el padrón vehicular oficial y no oficial? ¿A quién le preguntamos sobre el tema, a Transparencia, al INIRA (¿ya desapareció?, ¿quién sabe, quién supo?), a SEMA?… Hay tantas cosas por resolver en el Estado, como el tema de la inseguridad y la violencia que, justo es decirlo, fue una buena decisión de “ya sabes quién” dar marcha atrás a los verificentros.  Pero doña Esa no se queda callada y dice: “Buscar un político virtuoso es como buscar una aguja en un pajar”. Yo mejor me callo, ver para creer. ¡Se acabó el papel!