Hace unos días fue exhibida por enésima ocasión una red de corrupción en la Dirección de Tránsito Municipal de Cancún, que reditúa varios millones de pesos al mes solamente por las “cuotas internas” que pagan los agentes por la asignación de tarea, vehículo o zona especial, es decir, sin considerar el “otro ingreso”: las mordidas a los ciudadanos, los transportistas de carga, comerciantes que ingresan al centro “sin permiso especial”, la protección a negocios, etcétera, que por consiguiente recaudan u obtienen los agentes de tránsito para cumplir con sus “cuotas”, ingresos que, desde luego, no son fiscalizados por ser ilegales y que, por supuesto, son el atractivo principal de los directivos en turno, tanto de tránsito como de la Secretaría del Ayuntamiento. Una cosa son las infracciones y las multas que se pagan oficialmente en Tránsito o en la Tesorería, y otras las cuotas internas que justifican la cadena de abusos, así funciona.

Hay sobrados testimonios y varias investigaciones que revelan que esta añeja y acostumbrada cadena de corrupción es operada con el conocimiento y autorización oficial, pero para el Ayuntamiento el paliativo de retirar del cargo a varios titulares de Tránsito siempre ha sido la “solución”.

Lo que no hacen es desmantelar esta red, que además lleva muchos años operando de la misma forma. Inclusive el mantenimiento y la gasolina de las patrullas van por cuenta de los agentes.

Por decir algo, esta red de corrupción “acostumbrada” cobra a sus agentes por asignarlos a lugares “estratégicos” cuotas semanales de hasta 45 mil pesos por participar en los retenes del operativo alcoholímetro, 15 mil por patrulla en la zona hotelera, nueve mil en la zona centro, 30 mil por motocicleta y otro tanto hasta por de a pie. Adecuado al sapo es la pedrada.

Diría doña Esa: “Hacen siempre lo mismo, cambian al director y dicen que están haciendo una limpia, finalmente todo cambia para quedar igual o peor, mejor que den su tanda”. Se acabó el papel.