Tercer Informe…

Edgar Prz

Minutos antes de las seis de la mañana de un martes que marcaba el inicio del mes de patrio, cuando hordas de granaderos y personal de Servicios Generales de la CDMX se apresuraban a cercar el perímetro del Zócalo para evitar el acceso de prófugas y franeleros, sólo gente con clase, con pedigree, con estilo y que además formen parte de la selecta cuadrilla del Tlatoani podían accesar.

Las suburbans, carros blindados,  vehículos de lujo eran los únicos que atravesaban ese perímetro, atrás quedaron las quejas, los reproches por cercar el acceso al palacio, por ahondar más la brecha entre el gobierno y el pueblo, la instalación de vallas metálicas marcaban la diferencia…

Pasaditas las diez de la mañana apareció la pareja presidencial, elegantes con ese toque de sobriedad que le han impregnado a los actos solemnes. El Salón Juárez vestía sus mejores galas, todos sentados respetando la sana distancia, no así el uso de cubrebocas que varios se negaron a portar, así lucieron en espera del inicio del evento. Adelante, enfundada en un vestido negro, coronado con un chal rosado estaba Claudia Sheinbaum en esa primera línea, López Obrador acercó a su consorte después de una leve confusión, por no aparecer su nombre en la silla asignada, vestía un vestido en tonos grisáceos y lo cubría con un saco arena tipo sastre; de fondo a su diestra estaba un enorme cuadro del Benemérito Benito Juárez, dando la impresión que no sólo veía a AMLO, sino que lo estaba escuchando…

Los miembros del gabinete eran los únicos 35 invitados, la pandemia justifica el que no se realicen los actos faraónicos de antaño; todo se ha colocado en el baúl de los recuerdos; este gobierno tiene su sello de identidad y privilegia la austeridad como bandera contra la corrupción.

El gabinete en pleno con el estreno en esas lides de Adán Augusto, sentía que flotaba, saludaba a todos, enviaba abrazos, guiñaba un ojo, estaba en su momento de fama y por momentos daba la impresión de estar en su ambiente, sabedor que tiene un paso delante de todos, ya que aparte de ser paisano de AMLO, tiene el altísimo privilegio de ser su “amigo”.

Inicia su informe con el ataque sistemático a los “demonios del pasado”, los gobiernos neoliberales. Es su coraza que lo protege de todo mal, la capacidad del “primer golpe”, dirían los estudiosos de la política, desgrana con la suavidad característica sus logros, sus obras, su acciones y con cierta sorna atacaba a sus demonios.

Fue un informe somero, claro, directo, con un lenguaje coloquial para que su comprensión sea fácilmente digerible, una lectura de 55 minutos en donde plasmó todo lo que su séquito quería oír, remarcó “estamos desterrando prácticas deshonestas en el gobierno”. Quedó atrás la tendencia privatizadora, se dejaron de entregar concesiones en minas, agua, hospitales, playas.

Cancún es ejemplo de esto último, se han recuperado varias playas para el disfrute de la gente. Eran verdaderos embudos en donde el acceso no estaba permitido, ahora lo privado se ha vuelto público y eso recupera la confianza en la autoridad.

Ya encarrerado, seguro de sí mismo, sabedor del control y la magia que ejerce sobre sus subordinados, dio lectura a sus récords históricos en remesas, inversión, incremento del salario mínimo, no devaluación, no incremento de deuda y remató para decir a los cuatro vientos, para presumirles a los tecnócratas: “ tengan para que aprendan”.

Fue su décimo primera vez que informa en sus tres años de gobierno, bien por la claridad del ejercicio, mal porque esta rendición de cuentas ya no llama la atención, al respetable poco le interesa, el evento en sí se ha degradado y hay que planear otras maneras de rendir cuentas, de motivar a la gente, de hacerlos participativos ya que esta debilidad se ha traspasado a los estados y los municipios.

Acotó que “la transformación está en marcha”, agradeció a su equipo y manifestó su confianza en la votación de revocación de mandato, para que concluya en el 2024. Falta lo que diga la naturaleza, la ciencia y el Creador. Hay que consumar la Transformación y que no quede ningún pendiente…

“Cuando entregue la banda presidencial sólo diré a los cuatro vientos: ¡misión cumplida!, me voy a Palenque…” Aunque al final de todo, la mejor opinión será la de usted, ¿no lo cree?….

Mejor seguiré caminando y cantando: “Nadie se meta conmigo que yo con nadie me meto, yo me voy a Palenque y no vuelvo más, la cuarta transformación me va a mata