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BARCELONA.- Administrar zinc a los enfermos de COVID-19 puede acelerar su recuperación y evitar que lleguen a estados más graves en los grupos de riesgo, como las personas de más edad, según un estudio de médicos e investigadores del Instituto Hospital del Mar de Investigaciones Médicas (IMIM) y de la Universidad Pompeu Fabra (UPF) de Cataluña.

En concreto, la mortalidad en los pacientes con menos nivel de zinc en sangre fue del 21 %, frente al 5 % de aquellos con niveles más altos, según el estudio, que ha incluido ensayos in vitro en los que se demostró el efecto protector de este elemento a la hora de limitar la proliferación del coronavirus en las células humanas.

El doctor Robert Güerri explicó que “el zinc es un elemento esencial para el mantenimiento de una gran variedad de procesos biológicos, y la alteración de sus niveles provoca un incremento de la susceptibilidad a infecciones y un incremento de la respuesta inflamatoria”.

El estudio observó que uno de cada 4 pacientes presentaba niveles bajos de zinc y que este grupo tenía síntomas más graves, así como niveles más elevados de inflamación, medidos a partir de dos marcadores, tanto la proteína C reactiva (PCR) como la interleucina 6 (IL-6), que indican la respuesta inflamatoria.

Su estancia hospitalaria fue, en promedio, 3 veces más larga que la de los pacientes con niveles más elevados de zinc (25 días frente a 8).

Con relación a la mortalidad, los niveles de zinc eran significativamente más elevados en los enfermos que sobrevivieron a la infección, 62 μ/dl, frente a los 49μ/dl de los que murieron.